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  • Gonzalo de la Figuera

C. Tangana: más chulo que un ocho

C. Tangana, en el concierto que ofreció este viernes en Zaragoza.
C. Tangana, en el concierto que ofreció este viernes en Zaragoza.
Toni Galán

Mal que les pese a sus detractores, fenómenos como Rosalía y C. Tangana constituyen seguramente lo mejor que le ha pasado a la música popular de este país en muchísimos años: artistas que manejan con soltura y personalidad un concepto global capaz de llegar a públicos masivos y sensibilidades muy diferentes desde planteamientos tan audaces y ambiciosos como carentes de prejuicios. Digámoslo ya sin rodeos: el espectáculo en vivo que propone Tangana, titulado con madrileña chulería ‘Sin cantar ni afinar’, raya a un nivel superlativo, de otra galaxia; una experiencia audiovisual que deja con la boca abierta.

Hay que tenerlos muy bien puestos para, en los tiempos que corren, montarse un show con tropecientos músicos: superpobladas secciones de cuerdas y vientos, guitarras eléctricas y flamencas, batería y percusiones, teclados, bases electrónicas, un montón de voces invitadas (desde Niño de Elche a Lucía y Marina Carmona, Rita Payés o La Tana). Todo ello presentado con un despliegue visual apabullante y convirtiendo el escenario en una suerte de cabaret con los músicos y cantantes sentados en mesas y un atildado camarero sirviendo copas por doquier, convertido en un protagonista más.

Y luego, por supuesto, están las canciones. Desde el sensacional electro-bolero ‘Te olvidaste’ a esa bachata del siglo XXI que es ‘Ateo’, pasando por ‘Tú me dejaste de querer’, ‘Nominao’, ‘Demasiadas mujeres’, ‘Ingobernable’, ‘Los tontos’, ‘Tranquilísimo’, ‘Muriendo de envidia’ o la rockera ‘Hong Kong’, todas ellas con abundante sustancia nutritiva, Tangana va desplazándose por múltiples caminos y vericuetos que van de la rumba y el flamenco al trap y el rap, el pasodoble y la copla, los ritmos caribeños y latinos, el pop y la electrónica, configurando una paleta sonora rica y diversa. 

Quizás ni cante ni afine, pero sin duda El Madrileño anda sobrado de talento e inteligencia, y además sabe repartir juego entre sus artistas invitados para dar forma a un soberbio espectáculo que atrapa y cautiva desde el primer momento y que vale hasta el último céntimo de la entrada.

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