Así está el monasterio zaragozano de Santa Inés
El derribo se paralizó cuando las obras estaban ya avanzadas
¿Es un monasterio cuyos valores aconsejan que sea conservado, como defienden numerosos especialistas en arquitectura? ¿O un edificio cuyas estructuras se encuentran "en estado crítico de rotura", como señala en su informe un profesor de la Eupla?
El futuro del monasterio zaragozano de Santa Inés, o de Nuestra Señora del Pilar, ha entrado en sus horas decisivas. Cerrado el plazo de alegaciones, la Dirección General de Patrimonio tiene que decidir si continúa con el expediente para declararlo Bien de Interés Cultural y, por lo tanto, lo salva de la piqueta; o, por el contrario, lo archiva, en cuyo caso podría reiniciarse el derribo. Según el marco legal, la decisión podría tomarse mañana mismo... o demorarse incluso más de un año.
Tanto Acción Pública para la Defensa del Patrimonio Aragonés (Apudepa) como la constructora Valle de Bielsa, S. L, que quiere desarrollar allí un proyecto de uso asistencial o social, han presentado alegaciones al expediente.
Apudepa ha insistido en que se trata de un edificio excepcional y que merece ser conservado. Junto a su informe, Patrimonio ha recibido otros cinco más que reivindican lo mismo, elaborados por la Fundación Docomomo Ibérico; la cátedra Ricardo Magdalena de la Institución Fernando el Católico; el Departamento de Arquitectura de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza; Miriam Ruiz, arquitecta y profesora que dedicó su tesis doctoral a la figura de Francisco Coello, que diseñó el edificio; y el Instituto de Patrimonio y Humanidades de la Universidad de Zaragoza. Nunca en la historia un edificio aragonés en peligro ha recibido un apoyo tan amplio para su conservación.
El expediente es público, y los informes que ha presentado Valle de Bielsa apuntan en otra dirección. José Ángel Pérez, profesor de Estructuras de la Escuela Universitaria Politécnica de La Almunia, señala que los forjados "no son aptos para soportar las cargas de un edificio de uso residencial". Y añade que reforzarlos dejaría la los techos interiores a una altura máxima de 2,20 metros, lo que "es inviable" para un uso residencial. Habla también de "un estado crítico de rotura", en referencia a los forjados.
El arquitecto Julián Garasa, por su parte, subraya en otro informe que "es técnicamente imposible acometer obras de acondicionamiento sobre el edificio existente para implantar el uso asistencial o social permitido" y que el monasterio, que estaba en estado de deterioro importante cuando se desocupó hace años, ya ha sido objeto de demoliciones interiores y exteriores.
El derribo del inmueble fue paralizado en diciembre pasado tanto por la DGA como por el Ayuntamiento de Zaragoza. Aparentemente parecía que los trabajos se acababan de iniciar, pero algunas fuentes señalan que Valle de Bielsa había iniciado las tareas días atrás, que se había retirado toda la instalación eléctrica y de aguas, y derribado tanto la portería como partes significativas de la planta baja y del interior del monasterio.
Fotografías tomadas esta semana en el interior del recinto parecen avalar esta valoración. Además de que buena parte de las cubiertas tienen materiales hoy prohibidos, como la uralita, en las imágenes se ve que elementos significativos del conjunto, como es la iglesia, parecen estar seriamente dañados.
Tras paralizar el derribo, la Dirección General de Patrimonio abrió expediente el pasado 14 de febrero para declararlo Bien de Interés Cultural. Ahora tendrá que decidir si sigue adelante o no.
El monasterio fue diseñado a principios de los años 60 del siglo pasado por Francisco Coello de Portugal y Acuña (Jaén, 1926-Madrid, 2013), arquitecto y fraile dominico cuya obra está repartida por los cinco continentes. Coello fue pionero en la introducción en tierras aragonesas del moderno lenguaje arquitectónico de posguerra.
El monasterio recibió el Trofeo Ricardo Magdalena de arquitectura en 1965 pero, pese a todo ello, no tenía ningún tipo de catalogación o protección.
