arte. ocio y cultura

Dino Valls expone en el Paraninfo 74 obras que mezclan belleza, patología y tormento interior

El pintor, que acaba de instalarse en Villanueva de Gállego, expone en Zaragoza 21 años después y regresa al lugar donde estudió Medicina

Una de las piezas que representa la mirada de los cuadros de Dino Valls: 'Paciente' (1999).
Una de las piezas que representa la mirada de los cuadros de Dino Valls: 'Paciente' (1999).
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Dino Valls (Zaragoza, 1959) lo tiene muy claro: él busca, en su pintura, la belleza con inquietud. Sus cuadros, de una deslumbrante técnica, ofrecen distintas patologías o arquetipos, más o menos ambiguos, que miran al espectador con una mirada azul, más bien pasiva, que esconde un conflicto interior, la duda esencial de ser y existir. “Mi única base firme es la duda”. El suyo no quiere ser un arte preciosista que se acaba en sí mismo, ni tampoco un cuerpo más o menos desgarrado o que revela su sombra y se queda solo en eso: en la exhibición de una herida, de una cicatriz, de una anomalía. Busca, detalle a detalle, un equilibrio, una armonía en la sombra, la claridad del dolor, el brote irracional o surrealista del espanto.

Algo así, con diversas digresiones y matices, explica Dino Valls su exposición ‘Scientia pictoris’ que se expone en la salas Goya y Saura del Paraninfo. Dino Valls había expuesto en el palacio de Sástago en 2001 y desde entonces no había colgado sus cuadros en Zaragoza. La vicerrectora Yolanda Polo calificó la nueva exposición de “magnífica e increíble” y elogió su capacidad de captar un montón de detalles y de trasladarlos a la tabla. Y reconoció que la exposición fue una idea de Sabina Lasala Royo, la comisaria, que pensó que era una buena forma de combatir la pandemia con este este tipo de pintura. Sabina conversa en el catálogo con el pintor.

La muestra supone un doble regreso: la exposición, ‘La ciencia del pintor’ o ‘El conocimiento del pintor’, coincide con su vuelta a Zaragoza, en concreto a Villanueva de Gállego, tras más de 30 años viviendo en Madrid, y supone también el regreso a un lugar clave en su formación: la antigua Facultad de Medicina, donde hizo Anatomía o Disección, porque Dino Valls estudió esa carrera entre 1976 y 1982.

A la vez, contó, empezó a pintar. Poco años después, halló ese rostro más bien ovalado, de mirada azul, un tanto ambiguo, sin género y fuera de contexto, que ha convertido en el protagonismo absoluto de sus cuadros. Dino Valls dijo que él no usa un modelo, que no pinta del natural, que su arte se aleja de lo cotidiano, por más que haya algunos detalles y objetos reconocibles, y que la suya es una “pintura de la imaginación”, con arquetipo, una pintura que intenta captar “la esencia del ser humano tanto desde la vertiente física como de la psíquica”. ‘Scientia pictoris’ se imbrica con su pasado médico, mezcla su interés por el cuerpo humano y con la conciencia: Valls practica una pintura donde emerge la sombra, los rincones oscuros y esa vertiente irracional que él reivindica y que es determinante en su propuesta, “esa parte más animal, más prigimenia”, sin duda de un surrealismo muy elaborado, que irrumpe "en sus cuadros como un espejo”.

Una joven contempla la pieza 'Acrolisis', de 2000.
Un joven contempla la pieza 'Acrolisis', de 2000.
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‘Scientia pictoris’ consta de 74 obras y uno de sus valores es que refleja la evolución sosegada de un místico de la creación y los procesos de sus cuadros: esta es la primera vez que se ven sus bocetos, apuntes, notas de taller e incluso sus dibujos de formación médica (por ejemplo ‘Síndrome atávico infantil’ de 1981), así como dos vídeos donde se muestra el grueso de su pintura, que tiene muchos seguidores. La muestra se acompaña con modelos anatómicos de la Universidad de Zaragoza y un tratado de Anatomía del siglo XVI.

La obra procede de sus coleccionistas más cercanos y de los fondos que el artista conserva en casa. Y hay un poco de todo, junto a sus cuadros realizados al lienzo, mezclado con pan de oro, o al temple: lápices, tintas, grafitos, carboncillo y sanguina, etc. En la muestra -con cráneos, manos, cabezas, fémures, disecciones, algún tan perturbadora como ‘Dissectio’ (1998)- están algunos de sus cuadros más famosos como ‘Halitus’ y ‘Aracne’, ambos de 1998, ‘Phobos’ (1998), ‘Circinus’ (1999), ‘Adn Inferos’ M(2004), ‘Hemimaquia’ o ‘Ars Magna’ (2010), una de sus obras más narrativas, en las que hay, como en todo su universo, registros escondidos, una simbología, un código que lo vincula con la cábala, juegos de opuestos, la desnudez más absoluta (la corporal, la quirúrgica y la mental)…

Quizá por todo ello Juan V. Fernández ce la Gala recomienda en su texto del cuidado catálogo -donde también escribe la diseñadora Alicia Guixá, esposa del artista- para la visión de la muestra algunos consejos: “1. Agite bien su espíritu. 2. Destape el frasco de sus emociones. 3. Respire hondo, relaje los hombres y dispóngase a mirar los cuadros. 4. No aparte sus miedos personales, tráigalos consigo. Necesitará esa dolorosa presencia para entender las pinturas de Dino Valls. 5. Consulte esta noche con su almohada todo lo que ha experimentado aquí. 6. Solo en caso necesario recurra a estas farragosas indicaciones”.

Esta pintura de la hermosura y de la sinrazón, de la serenidad estática y extática, atrapa y seduce, aunque Dino Valls lo tiene muy claro: “La pintura requiere un esfuerzo, no es un producto de consumo destinado al ocio. Y su recompensa nos es así más intensamente enriquecedora”, le dice a Sabina Lasala.

LA EXPOSICIÓN

'DINO VALLS. SCIENTIA PICTORIS'. Comisaria: Sabina Lasala Royo. Catálogo: Sabina Lasala Royo, Juan V. Fernández de la Gala, Alicia Guixá. Del 7 de abril al 9 de julio. Salas Goya y Saura del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.

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