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El bailarín zaragozano Gonzalo García Portero se retira de la danza a los 42 años

Discípulo de María de Ávila y Lola de Ávila, trabajó en el Ballet de San Francisco y se despide en el New York City Ballet. Actuó en Madrid en 2020

Gonzalo García Portero en uno de sus últimos montajes en España.
Gonzalo García Portero en uno de sus últimos montajes en España.
Archivo G. G. P.

En la víspera de su actuación en noviembre de 2020 en el Teatro Real y en el teatro de la Zarzuela, de Madrid, el gran bailarín Gonzalo García Portero (Zaragoza, 1979), discípulo de María y Lola de Ávila, anunciaba: “Y también me doy cuenta de que ya estoy en ese momento próximo al adiós”. Se extendía algo más: “Dije que bailaría hasta los 40, y por diferentes motivos voy a bailar hasta los 42 años, así que me restan dos años o año y medio más”.

Ese momento de la despedida se producía hace unos días en Nueva York, en el teatro Koch, donde ofrecía un programa que se inició con el ‘Opus 19. The Dreamer’, con coreografía de Jerome Robbins; bailó ‘Rotunda’ de Justin Peck, que es el coreógrafo residente del New York City Ballet, y cerró con ‘El hijo pródigo’ de Ballanchine. A la agencia Efe le dijo: “Cuando ya entraba a los 30 siempre decía que me retiraría a los 40. Este es el momento adecuado. Me encuentro bien físicamente y con posibilidades de seguir bailando, pero hay que cerrar una etapa para vivir otra”, dijo.

"La danza es un estilo de vida y esa pasión es lo que me ha llevado a seguir creciendo. He tenido la suerte de trabajar con grandes coreógrafos, que han creado para mí y me han hecho crecer", dice Gonzalo

El público aplaudió con emoción y largamente a modo de reconocimiento de una trayectoria impecable y rica, que le llevó al Ballet de San Francisco y al New York City Ballet, que ha sido su casa durante muchos años y lo seguirá siendo desde otra perspectiva, ahora como ayudante o asistente de los bailarines, a modo de ‘coach’ que respalda ya asumirá en distintos grados la preparación física y psicológica de la compañía. También ha recibido invitaciones de otras compañías.

En su retorno a España en 2020, Gonzalo García Portero recordaba en estas páginas que ‘Giselle’ era su clásico favorito de siempre y reconocía María de Ávila y Lola de Ávila como sus ángeles de la guarda. Confesaba que el trabajo de pedagogo le interesaba mucho y ya había ido curtiéndose en él: “Es algo que hago desde hace tiempo. Sales un poco del egocentrismo, porque realmente nuestro trabajo requiere un poco de eso; cuidas mucho tu cuerpo. He recibido mucho más dando a otros que recibiendo yo mismo clases porque es una sensación especial ver el eco de tu trabajo en otras personas y en las posibles generaciones. Es una recompensa diferente y más profunda”.

A la par, este hombre que partió de España con quince años, gracias a su gran éxito en el Prix de Lausanne, y que actuó poco en nuestro país (lo hizo en 2019 en Zaragoza, no había bailado en el Principal desde 2001, y en 2020 en Madrid, felizmente) reflexionaba así sobre su trabajo y su ambición en escena: “Mi mayor denominador común es la pasión por la danza. La danza es un estilo de vida y esa pasión es lo que me ha llevado a seguir creciendo. He tenido la suerte de trabajar con grandes coreógrafos, que han creado para mí y me han hecho crecer. Me he arriesgado, no quería quedarme encasillado y he sufrido y he sido feliz. Para mí el bailarín perfecto, si eso puede decirse, es aquel que tiene un gran deseo y una determinación constante de trabajo, aquel que siente la música y que tiene una pasión que le sobrepasa”.

Ahora empieza otra etapa. Gonzalo aprende siempre de la vida y rara vez retrocede.

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