DANZA

Gonzalo García: "Tener un gran profesor es como encontrar el tesoro del pirata"

Formado con María de Ávila, este zaragozano es bailarín principal del New York City Ballet. El próximo fin de semana trae al Teatro Principal su ‘Sueño americano’.

El zaragozano Gonzalo García es bailarín principal del prestigioso New York City Ballet.
El zaragozano Gonzalo García es bailarín principal del prestigioso New York City Ballet.
HA.

Gonzalo García pertenece a ese plantel de zaragozanos criados artísticamente bajo el ala de María de Ávila que ahora vuelan altísimo. En su caso, como bailarín principal del New York City Ballet, una tarea que ahora compagina en la prestigiosa institución con la de profesor. El sábado y el domingo próximos vuelve a casa, al Teatro Principal, con ‘Sueño americano’, un compendio de piezas donde despliega lo mejor de la tradición dancística de ambos lados del Atlántico, con obras maestras revolucionarias de George Balanchine, Jerome Robbins o Igor Stravinsky.

¿Su próxima actuación en Zaragoza preconiza un pronto regreso a España?

No, de momento no. Aún estoy bailando a tope en el New York City Ballet y además ahora estoy dando clases. Me gustaría acabar mi carrera en Estados Unidos, donde he hecho una inversión profesional muy grande.

Ahora es también profesor. Una circunstancia que quizá le traiga a la cabeza más que nunca a su maestra, María de Ávila.

Pues sí. Ahora, cuando empiezas a recordar lo que te han dado, me doy cuenta de la suerte que tuve: tener a la vuelta de la esquina a una mujer que era una gran dama, con gran clase, una gran maestra, a lo que dedicó toda su vida. En aquellos momentos de juventud no te das tanta cuenta, pero ahora pienso más que nunca en los valores que me transmitió, como los del trabajo minucioso. Y ves que hace mucha falta de eso alrededor del mundo. Encontrar un gran profesor es como dar con el tesoro del pirata, porque profesores que cambian tu vida no hay muchos. Y María lo tenía en su sangre, algo que, gracias a Dios, ha pasado a su hija Lola.

¿Qué distingue, a su juicio, un bailarín ‘marca’ María de Ávila?

La obsesión y la disciplina son bastante importantes. Y el estilo clásico que tenía ella, con los detalles, la minuciosidad en el trabajo diario, con mucha ambición. Yo creo que se ve en muchos de los grandes bailarines que han salido de ella. Como, por ejemplo, Víctor Ullate. María creó a Carmen Roche o a Arantxa Argüelles... Todos diferentes, pero a la vez con una base común. Es bastante impresionante.

Y ahora que es usted profesor, cuál le gustaría que fuera esa aportación, esa base común a los bailarines que forma.

La base de una escuela clásica, la que nos dio María de Ávila en Europa, para combinarla con la frescura estadounidense, con su rapidez. Me gustaría lograr una fusion de lo clásico con nuevas técnicas de aquí. Es lo que he mamado yo mismo y me ha dado una base muy grande. Y luego y sobre todo, intentar enfocar a los bailarines, para que no tengan que pasar todos por el mismo agujerito, porque no todo el mundo puede. Para mí, es el reto de hoy en día, dar a los bailarines su sitio. Cuando yo empecé, nos íbamos a casa y como mucho veíamos un vídeo de Nureyev. Teníamos tabla rasa en la mente y dábamos lo que nos pedían. Pero ahora los jóvenes vienen, por todo lo que han visto en internet, con una predisposicion de lo que quieren ser. Hay muchas distracciones. Les cuesta encontrarse a sí mismos y llegan confundidos. Pero lo que hay que hacer es trabajar a diario.

Hablando de la cantera, cuando vivimos en un momento en el que se anima a la niñas a no renunciar a campos comúnmente considerados como masculinos, ¿el ballet se ha quedado en tierra de nadie y sigue siendo algo de niñas?

Igual es algo que pasa más en España. Pero creo que eso está cambiando brutalmente. Ahora, aceptamos incluso las diferentes formas de un bailarín: si es mujer puede ser más masculina y viceversa. Pero cada país tiene ritmos diferente. Yo crecí en un mundo de niñas al ballet y niños al fútbol, pero ahora los chavales están expuestos a la diferencia. Las generaciones nuevas van a crecer con otra mentalidad. Esos moldes cambiarán.

El espectáculo con el que llega a Zaragoza se llama ‘Sueño americano? ¿Lo ha cumplido?

Si se trata de tener la nacionalidad, sí. La llegada de Trump me hizo dar este paso. Tenía la ‘green card’, pero me nacionalicé por si me echaban. Llevo aquí veintintantos años, pero en la ceremonia, jurando bandera, tuve un ‘flashback’ de mi llegada y todo lo que he conseguido y he vivido. No es un camino fácil, pero sí es verdad que aquí tienes más oportunidades. Y mi repertorio está influido por todas esas vivencias y estilos de aquí, que en Zaragoza no se han visto mucho.

¿Va a sorprender su espectáculo?

El público más habituado al ballet va a reconocer muchas piezas, es un repetorio que abarca un poco todo. Traigo cosas clásicas que piden mucho dominio de la técnica. En ‘Sueño americano’ va a haber siempre algo de lo que lo que la gente se va a enamorar.

En un vídeo suyo para el New York City Ballet dice que su música favorita es la de Shakira y Enrique Iglesias. Confieso mi sorpresa. Y, quizá con ello, mis prejuicios.

Las raíces, lo que llevas en la sangre, siempre están presentes. Una parte mía es ser español y en Estados Unidos creces con gente latina: cubanos, colombianos... Para mí esas culturas representan la nuestra. Aquí te hacen diferente y eso es lo interesante.

¿Qué tendría que pasar en España para frenar el éxodo de talentos de la danza?

Sería genial quedarnos. Pero haría falta un apoyo constante, no la intermitencia actual. Se dice fácil, igual no lo es, pero se necesita estabilidad y se puede conseguir. Cada vez que hay un cambio político en España, se refleja, y en otros países no pasa porque los corazones culturales son protegidos, independientemente de la visión política.

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