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Pepita del sublime amor, una lectura de 'Una historia ridícula' de Luis Landero

El escritor extremeño publica una novela, llena de historias y de digresiones, donde retrata a un filósofo de la vida que pierde la cabeza por pasión

Luis Landero en su visita reciente a Zaragoza para presentar 'Una historia ridícula'.
Luis Landero en su visita reciente a Zaragoza para presentar 'Una historia ridícula'.
Guillermo Mestre.

Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) rara vez defrauda. Hasta en sus libros menores, si los tuviera, hay un aire de fascinación verbal y narrativo que envuelve y que desmenuza la vida y sus paradojas como por arte de magia. Con naturalidad. Con emoción. Con ironía. Landero, ante todo, es un escritor intuitivo, de los que se internan por el bosque para hallar el ramaje, los árboles más frondosos, los salidas al río o a campo abierto, e incluso para hallar esas voces inesperadas que crean un coro, una sinfonía, un arrebato de miedo, de picardía o de puro juego.

Quizá ‘El huerto de Emerson’ (Tusquets, 2021) para algunos era un libro delicioso pero menor, endiabladamente sutil y un tanto errático, de esos que se escriben con gozo, por necesidad, más que por la ambición de incrementar el peso o la trascendencia de una obra. En él, sin embargo, había piezas deliciosas de una peculiar sabiduría popular, de un extrañamiento que le daba a algunos tramos el aire de una literatura fantástica que brotaba de los de abajo.

La filosofía del pueblo

En él había personajes, ecos familiares, recuerdos de su padre y de su abuela, una melancolía que venía de lejos y de la tierra, y había un puñado de criaturas que iban a su aire. Con astucia y candor, con la insobornable delectación de vivir. Algunos de esos seres cristalizan en Marcial, el protagonista de ‘Una historia ridícula’, que en el fondo es un pensador, alguien un poco desasido del mundo, entre nihilista y escéptico de partida («casi todo el mundo es escéptico», dice), que se ha formado y forjado a sí mismo.

Si uno lo escucha, si lo lee con atención, percibe que es más elocuente que locuaz, más lúcido o brillante que empático. Es un personaje que ha llegado donde ha llegado protegiéndose a sí mismo, calculando el recelo, los miedos, los desplomes, que los hay. Y tejiendo, con sus lecturas y con sus hábitos, con su sorprendente trabajo, una personalidad: odia por autodefensa y adora los insectos.

Luis Landero se encuentra en un período de felicidad creativa, tanto desde la perspectiva de creación de personajes e historias como de dominio del lenguaje.
Luis Landero se encuentra en un período de felicidad creativa, tanto desde la perspectiva de creación de personajes e historias como de dominio del lenguaje.
Guillermo Mestre.

Marcial es un maestro del extravío. Un procrastinador: el charlatán que sabe postergar la acción hasta saberse seguro de cómo abordar el relato. Se ha acostumbrado a contarse tanto que encuentra matices, pretextos de inmediato, y abre el álbum de sus digresiones. Y a la vez que un narrador acucioso, también es un heredero de Montaigne, y un aforista inesperado. Todo ello lo van contando Luis Landero como quien no quiere la cosa pero sí lo quiere todo: seducir, embolicar, envolver, y ofrecer un tapiz de pequeñas historias, abalorios, secretos y confesiones, con distintos grados de ironía o de parodia: «Solo diré que las mujeres, cuando se desnudan, no son para tanto. Yo sé de lo que hablo». Y en la página siguiente, cuando se producido el temblor del deseo o la alucinación: «Baste decir que de pronto mi vida, sin Pepita, carecía de sentido». La elipsis como se ve resulta casi brutal.

«En el fondo, tanto las historias de odio como las de amor están expuestas por igual a los desafueros de la imaginación y la locura», dice Marcial, el protagonista

Marcial descubre que el amor es mucho que esas pamplinas románticas de las poesías, y quien le provoca eso es Pepita, también llamada Marisé o Mariajo, que es una perfecta antagonista de lo que él es: refinada, culta, con inquietudes, detallista y de una belleza absolutamente asombrosa. Si hasta entonces dominaba ciertos resortes del odio, ahora Marcial descubrirá algo más: «En el fondo, tanto las historias de odio como las de amor están expuestas por igual a los desafueros de la imaginación y la locura».

Pepita, Natalia, Merche...

Antes de Pepita, Marcial conocía y convivía con Natalia, con la que pasaba dos horas a la semana, de sexo, conversación, curiosa convivencia y manicura; con Merche, la mujer que pondera su madre, y con Nuria. Las quiere a su modo, sin estridencias, con voluptuosidad mitigada. Pero con Pepita todo será distinto, y la tentativa de abordarla es un auténtico delirio y es, sin duda, un nuevo diálogo –o un amago de parodia y homenaje– con Cervantes y la invención de Dulcinea. Marcial, desapegado, lector más bien ocasional de Kafka, muy presente en el libro a través de un cuento de antaño, va descubrir la tiranía del amor. Su ambivalencia, su inaccesibilidad, el dolor del rechazo, incluso la merma de la autoestima.

En una novela fluida, acotada de sorpresas y de evasiones, Marcial recuerda su gran ídolo de la infancia y juventud, Suárez. Y establece analogías: «Suárez y Pepita han sido las dos grandes y únicas existencias amorosas que he tenido en la vida, y con eso me basta para tener el amor entre mis amigos más odiados. No el amor vulgar y de diario, que es el que más se estila, sino el otro, el que solo se siente una vez en la vida, el único, el irrealizable, el inclemente, el mítico, el trágico, el sublime, el que más que amor es necesidad, instinto, llamada imperiosa, orden que no se puede desoír, y que solo algunos elegidos llegan a conocer».

"No el amor vulgar y de diario, que es el que más se estila, sino el otro, el que solo se siente una vez en la vida, el único, el irrealizable, el inclemente, el mítico, el trágico, el sublime, el que más que amor es necesidad, instinto, llamada imperiosa, orden que no se puede desoír, y que solo algunos elegidos llegan a conocer", confiesa Marcial

Este fragmento podría ser la perfecta definición de esta novela conmovedora, tierna, divertida, filosófica, llena de sorpresas, redactada con la iluminación del estilo y el dominio de la lengua, que indaga en el alma humana y halla en el viaje por ese túnel misterioso auténticos tesoros.

NARRATIVA ESPAÑOLA

'Una historia ridícula'. Luis Landero. Tusquets Editores. Colección Andanzas. Barcelona, 2022. 283 páginas.

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