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José Luis Arrazola: “Para mí todo empezó con el ‘Made in Japan’, de Deep Purple”

El zaragozano es uno de los mejores guitarristas españoles. Vive en el Arrabal y también fue atleta, velocista de primer nivel nacional; se proclamó varias veces campeón de España juvenil y junior

El zaragozano José Luis Arrazola, con una de sus guitarras.
El zaragozano José Luis Arrazola, con una de sus guitarras.
Guillermo Mestre

Su vida profesional es bicéfala. ¿Qué empezó primero?

Con la música comencé a los ocho años, en la Escuela Oficial de Jota. Luego hice cuatro años de clásica y a los 14 años descubrí el rock y el pop. Antes de esa edad, no me gustaba nada el rock.

¿Cuál fue el disparadero de la distorsión?

Para mí todo empezó con el ‘Made in Japan’, de Deep Purple. Un primo mío se metía conmigo y me llamaba raro por no oír rock; un día me pasó ese disco, y ahí surgió la chispa. Fundí el casete, obvismente no había internet, y la adolescencia fue ‘play’, stop, rebobinar, siempre metido entre dos altavoces, empeñado en sacar todas las canciones de cientos de discos a fuerza de pico y pala. Cuando salió el ‘Night Birds’ de Shakatak saqué el solo, el piano, el bajo… todo. La banda sonora del ‘Saturday Night Live’, pues lo mismo. ¿El ‘Back in black’ de AC/DC? Igual. Me pasaba horas y horas.

Su trayectoria musical en Aragón empezó pronto, pero el salto a Madrid tardó en llegar. ¿Hubo un click de ésos que parecen sacados de una película?

Fue casualidad, y gracias a Ixo Rai: estuve en la presentación de ‘El último grito’ en la Multiusos en 1997, porque había grabado guitarras en el disco y me invitaron a tocar tres o cuatro temas. Como me sabía todo el repertorio, acabé subido al escenario el bolo entero. De trompeta vino Patxi Urtxegi, un navarro de Vera de Bidasoa que había tocado con la Pantoja, Sergio Dalma o Ketama, y que luego estaría con Serrat, Sabina y Alejandro Sanz. Tras el concierto me pidió el teléfono porque le había gustado mucho lo vivido en el escenario; se sintió de maravilla y dijo que nos tendría en cuenta a los músicos de esa noche si surgía algo. Un día llamó para invitarme a tocar en la Big Band Chattanooga con el maestro Leiva, porque el guitarra se había ido con Ana Belén; fui y me quedé. También entró José Miguel Pérez, que ahora va a hacer 80 bolos con Serrat, y luego se sumó Miguel Isac, compañero de la Bogus.

El amigo navarro también le contactó con Manuel Carrasco.

Sí, también fue él. Un día, era 2008, me dijo que el director musical del grupo buscaba un guitarrista, era el teclista Jordi Cristau. Fui, probé… y me quedé ocho años, cuatro giras enteras. Ahí viví lo que es el famoseo, no es fácil de llevar que los fans estén a punto de volcarte la furgoneta en la que vas. También hice una gira entera con Quijano, otra con Rosana, toqué con Pablo Alborán en París, he girado con la Mondragón… aquí he estado años con Carbonell, dos discos con Pedro Botero en la primera parte de los 90, con Pedro Andreu en Puravida… y ya llevo 17 años con la Bogus Band.

Ha volcado todo ese aprendizaje en métodos de guitarra.

Estuve 12 años haciendo la parte didáctica de la revista ‘Acordes’. Decidí aprovechar lo aprendido y sacar a la venta diferentes métodos en mi web, empezando por uno de acústica; no ha ido mal. Luego saqué otro de blues, otro de acordes y otro completo, con detalles de varias técnicas.

Toca hablar del tartán. Su pasado como velocista tiene momentos muy llamativos.

Empecé en el colegio con Alfredo Boné, y luego pasé a Scorpio; ahí empecé pronto a salir fuera, a correr en la liga de clubes. Fui campeón de España de 300 metros en el año 83, siendo juvenil, luego de 200 y 400 en edades, y me metí a fondo en la vorágine de los entrenamientos, las competiciones… muy intenso.

Estuvo en el mundial junior de Atenas en 1986, y en aquella convocatoria figuraba Antonio Peñalver. Además, sigue teniendo el récord de Aragón de 300, y está entre los mejores en 200 y 400.

La música no la dejé nunca, compaginaba las dos cosas. Dejé el atletismo en 1988, luego volví y estuve a punto de ir a los Juegos de Barcelona en el relevo del 400. Volví a dejarlo y regresé en 1995, esa última época fue cuando más corrí; encontré un grupo de entrenamiento muy majo en Zaragoza que me motivaba. Guardo buenos amigos del atletismo; de hecho, algunas cañas me he echado con Fermín Cacho, un gran tío. Y cuando se celebraron los 50 años de Scorpio hace nada, me invitaron a tocar: los dos mundos reunidos.

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