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A vueltas con los TikTok tics: ¿preocupantes o simples imitaciones?

Este fenómeno y su teórica relación con el abuso de esta red social preocupa a los especialistas, que matizan la distinción entre tics orgánicos y gestos imitativos controlados

TikTok superó a finales de septiembre los mil millones de usuarios activos.
TikTok superó a finales de septiembre los mil millones de usuarios activos.
Heraldo.es

En los últimos días ha saltado la alarma por el efecto de los vídeos de TikTok entre niños y adolescentes. No es un asunto de marca, sino de concepto, por lo que el tema también alude a los Reels de Instagram, con los que comparten idiosincrasia. El origen de la preocupación se halla en la difusión de un estudio publicado este verano con la base del trabajo de campo realizado en varios hospitales pediátricos de Estados Unidos, Canadá, Australia y Reino Unido. Se llama ‘TikTok Tics: A Pandemic Within a Pandemic’ (Los tics de Tiktok, una pandemia dentro de otra’) y alude al efecto del abuso de pantallas durante los confinamientos, empezando por la interacción social y siguiendo por las dinámicas escolares.

La principal preocupación derivada del estudio es la identificación de patrones conductuales similares a los del síndrome de Tourette entre quienes consumen muchas horas de Reels o TikTok -hay que recordar que son vídeos muy cortos en cascada, uno tras otro, en píldoras de apenas unos segundos- compuestas aleatoriamente de bailes, ‘pranks’ o bromas pesadas, reflexiones jocosas o picantes y anécdotas relacionadas con animalitos. Son los temas más habituales de una amplísima paleta, que también incluyen juegos de seducción en esbozo, tontadas caseras, juegos de palabras en lugares públicos o pasajes oníricos, que parecen versiones actualizadas de la psicodelia del ‘swinging London’ o los clips de Valerio Lazarov.

El estudio distingue entre tics equiparables a los que sufren los pacientes con Tourette de los tics funcionales, y arroja un señalamiento a la propia plataforma TikTok. La convierte en ejemplo de la existencia de un padecimiento masivo de corte sociogénico de la sociedad actual; esto es, una reformulación de la psique a partir de condicionamientos sociológicos. Según los investigadores, esta enfermedad social afecta a comportamientos y emociones que se abren paso espontáneamente en un grupo de personas, y aumenta la brecha generacional a mucha más velocidad de la vivida en otras épocas.

Lo cierto es que el término de enfermedad masiva es muy matizable, al igual que la asociación de los vídeos a la aparición de tics. En el entorno tradicional, los tics comienzan a manifestarse hacia los seis años, afectan más a los niños que a las niñas y se manifiestan sobre todo en la expresión facial, mientras que los tics por imitación llegan en la adolescencia y son más frecuentes en las chicas. Si esos tics por imitación se convierten en parte persistente de la conducta, y los propios jóvenes reconocen no poder controlarlos, he ahí el problema.

Desde todos los ángulos

Profesionales de diversos sectores tratan de analizar el fenómeno al completo, aun reconociendo la poca simpatía que tienen por esta red social. Es el caso de la psicóloga zaragozana Gaby Añaños, quien sin embargo reconoce que TikTok también tiene una vertiente pedagógica. “He visto vídeos en TikTok que sin necesidad de hablar ayudan a identificar gestos de petición de ayuda, tanto en cuestiones de violencia hacia niños como en violencia de género; por ejemplo, en este último contexto se explica la gesticulación de la mano abierta con el pulgar doblado. Obviamente, la exposición a ciertos estímulos en edades tempranas debe regularse, y por el patrón del grueso de vídeos que aparecen en TikTok, aún más. ¿Por qué este crío entiende que ese patrón repetitivo que ve una y otra vez es un modelo a seguir? Ahí entran en juego los padres, claro. Está muy bien imitar un baile, pero no tan bien copiar un gesto de clara llamada de atención que lleva a un efímero éxito social, y puede convertirse en una pésima costumbre. El juego motor, el deporte, la lectura deben volver a tener la importancia que merecen entre la nueva generación”.

Añaños insiste en que “la imitación es una cosa y los tics con origen neurológico, otra. Lo de imitar es como una muletilla oral del tipo ‘có’ dicha cada tres palabras; es complicado quitarlo, pero con un ejercicio de habla consciente, se regula bien. Morderse las uñas es otro ejemplo: aplaca la ansiedad y al principio lo haces conscientemente, pero luego se torna en un hábito que no controlas. La terapia adecuada en este caso es la cognitivo-conductual”.

Rosana Bellosta, psicóloga y codirectora del Centro Vitae de Zaragoza, recalca que los tics propios del síndrome de Tourette tienen una base orgánica, no imitativa. “Hay determinados comportamientos o tics que son reacciones inconscientes del cuerpo para canalizar la tensión que sufre. Cuando el cerebro es más joven, permeable y excitable, ciertos estímulos lo afectan más. La rítmica de los vídeos y ciertos movimientos pueden ser expresión y retroalimentación a la vez, se ahonda una situación compleja; en consulta vemos ahora niveles tremendos de tensión y estrés interno, tanto en jóvenes como en adultos. Con redes como TikTok desconectas por un lado y te tensionas por el otro, no quieres perderte nada de aquellos a quien sigues, y repites movimientos o actitudes por identificación; son como fogonazos continuos en los ojos, y eso tiene un efecto, claro”.

Estímulo potente

Los vídeos ‘tiktokers’ llevan muchas veces una base musical contundente en la que mandan los elementos percusivos. Existen ciertos himnos usados por millones de vídeos, como el ‘Oh Na Na Na’ de JAC Dance (que ya es historia antigua, un 2020 total), el ‘Talking To The Moon’ de Bruno Mars, ‘Buss it’ de Erica Banks, ‘Jalebi Baby’ de Tesher y Jason Derulo, ‘Jerusalema’ de Master Kg, ‘Un beso de improviso’ de Ana Mena y Rocco Hunt, StaySolidRocky y su ‘Party Girl’ o la versión que hicieron Maneskin, los ganadores de Eurovisión, del éxito ‘Beggin’ de los noruegos Madcon, entre muchas otras. Además, el uso de ediciones efectistas con cortes y fundidos súbitos, más la inclusión ocasional de efectos visuales impactantes salpimenta un poco más el resultado.

Cualquier tiempo pasado no fue necesariamente mejor. La historia de la televisión está llena de modismos que generaron y generan tendencia, quedándose en el léxico y la expresividad masiva, desde el pretérito ‘No hija, no’ de Ozores a los neologismos, saltitos y ‘no puedors’ de Chiquito de la Calzada o el ‘Hasta luego Mari Carmen’ de Belén Esteban, pero también a las coreografías de las grandes estrellas del pop, con especial incidencia actual en la música urbana. La diferencia con TikTok es el modo de consumo, más allá de la bajísima edad media de sus usuarios principales; es personalizado gracias al móvil, interactivo por el atractivo del efecto espejo y mucho más volátil en cuanto a referentes; el gesto o la palabra no vienen necesariamente de gente ‘famosa’, y su fecha de caducidad llega antes.

El enfoque fílmico

El realizador, productor audiovisual y profesor José Ángel Delgado explica que suele sorprenderse cuando pide vídeos cortos como ejercicio a sus alumnos de bachillerato y grado superior. “Es verdad que he notado un aumento de la gesticulación en mis alumnos, y también de niños más pequeños, incluso en mi hija mayor, preadolescente; por otro lado, también debo decir que los trabajos de mis alumnos en este contexto orientado a TikTok o ‘stories’ de Instagram muestran una agilidad tremenda en la rítmica y el montaje. No puedo evitar la comparación con mis inicios, cuando pecaba de dejar ‘respirar’ mucho las acciones, imprimir cierta pausa; ellos tienen interiorizado el discurso directo, el código de narrativa súper veloz. Montan imágenes con la acción ya comenzada, todo va rapidísimo y bordan el concepto del epílogo curioso en el segundo final del vídeo, ya sea resolviendo un chiste o cerrando una acción concreta”.

Delgado, no obstante, es consciente de que esa pasión por la inmediatez tiene una cara B, el poco aguante de la atención hacia las propuestas más pausadas. “El ‘cuánto dura’ es una pregunta muy habitual, y las acciones de cierta duración suele generar rechazo… con excepciones, porque cuando los docentes queremos acercarnos a su lenguaje y pedimos creaciones con expresión corta, de pronto te sorprenden pidiendo algo más largo. Creo que ellos tienen clarísimo lo que les ocurre y lo que hacen, saben que hay cosas que necesitan más pausa... aunque para consumo propio, manda el ‘pimpampum’.

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