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Carmen Gómez Urdáñez identifica a los 153 misteriosos rostros de la fachada de La Lonja

La historiadora del arte presenta su libro ‘La Lonja de Zaragoza. Reyes y ciudadanos’, que se acompaña de un vídeo que narra la biografía del edificio

Acto de presentación del libro y del vídeo en la Lonja.
Acto de presentación del libro y del vídeo en la Lonja.
Daniel C. García.

“La Lonja es la obra municipal por antonomasia”, dice Carmen Gómez Urdáñez, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, especializada en el Renacimiento. La autora de ‘Arquitectura civil en Zaragoza’ (Ayuntamiento de Zaragoza, 1987, dos volúmenes) presentó su nuevo libro, ‘La Lonja de Zaragoza. Reyes y ciudadanos’, confesó que “nací y vivo en el siglo XVI” y recordó también que desde hace varios años ha llevado a cabo una investigación, “que aún continúa”, un trabajo minucioso de madurez, sobre la Lonja de Zaragoza, que fue construida entre 1541 y 1551 con el objetivo de que fuese el edificio civil de operaciones comerciales de sociedad de esa época.

Es un monumento renacentista, concebido por Juan de Sariñena y diseñado en su interior por Gil Morlanes ‘el Joven’, la última de las grandes lonjas de las ciudades de la Corona de Aragón: Barcelona, Mallorca y Valencia. Zaragoza, capital del reino, miró esos monumentos y quiso superarlos, recordó Carmen Gómez Urdáñez.

La historiadora del arte precisó que ella había aplicado criterios científicos a su trabajo, que ha estudiado muchas horas, y eso le ha permitido realizar algunas aportaciones nuevas. Documenta todos los rostros de la fachada, 153 en total, sobre todo de la fachada oeste que comunicaba con la Diputación del Reino, que pertenecían a la familia del emperador Carlos V con la emperatriz Isabel de Portugal, “con el peinado y el vestido con que los pintó Tiziano”. Y con ellos, entre otros, figuran otros personajes: los Reyes Católicos, Carlos, el hermano del rey, su esposa Ana de Bohemia y Hungría, y las hermanas del emperador: María de Austria, Leonor y Catalina.

Poco a poco, recordó la historiadora la Lonja dejó de ser el espacio de transacciones comerciales y empezó a acoger teatro, ya en el siglo XVIII; en 1758 se comprobó si había sufrido con el terremoto de Lisboa y en 1826 concluyeron la reparación de las heridas de la Guerra de los Sitios

Otra de las novedades que aporta Carmen Gómez Urdáñez, en su estudio, es la infrecuente presencia de mujeres de la sociedad civil. La Lonja fue entendida también como “la parte representativa por excelencia del gobierno ciudadano”, muy vinculada a la Diputación del Reino y a la monarquía. Concebido como un edificio lujoso, y tal como sucedía con las lonjas hermanas de la Corona de Aragón, en su planta rectangular y en otros elementos estructurales (aperturas altas, fuentes de luz, la falsa, las ventanas, las bóvedas…), se inspiró en el arquitecto romano Vitrubio y en su concepción de las antiguas basílicas.

Poco a poco, recordó la historiadora la Lonja dejó de ser el espacio de transacciones comerciales y empezó a acoger teatro, ya en el siglo XVIII; en 1758 se comprobó si había sufrido con el terremoto de Lisboa y en 1826 concluyeron la reparación de las heridas de la Guerra de los Sitios. A lo largo de los años, intervinieron en ella arquitectos como Ricardo Magdalena, José Yarza García y, finalmente, Úrsula Heredia, a quien quiso recordar Carmen Gómez Urdáñez con afecto.

Durante años fue el salón de las grandes fiestas de la ciudad (y el que albergó a Albert Einstein en 1923), y desde 1979 se destinó a albergar las grandes exposiciones de Zaragoza. Carmen Gómez Urdáñez presentó su libro y un vídeo de diez minutos, realizado en colaboración con David Luque, en su interior, justo donde se expone una gran antológica de Francisco Pradilla. La acompañaban la vicealcaldesa y consejera de cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, y la directora general de Cultura, Romana Erice. Sara Fernández resumió: "Es un edificio que afortunadamente disfrutamos a diario miles de zaragozanos y visitantes, y queríamos dar a conocer su historia desde el punto de vista urbanístico, arquitectónico y social”. Al fin y al cabo, la historia de Zaragoza corrió paralela a la de este edificio que al principio estaba encerrado entre angostas callejas y un tanto eclipsado por las Casas de la Ciudad, frente al río, y hoy está exento y puede verse como una auténtica joya.

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