Patrimonio

Así es la planta secreta de la Lonja de Zaragoza

Fue el antiguo armero de la ciudad, se utilizó como archivo y hoy solo se puede acceder con autoescala

Aspecto que presenta el interior del sobretecho de la Lonja
Aspecto que presenta el interior del sobretecho de la Lonja
Heraldo

La Lonja de Zaragoza guarda dos secretos arquitectónicos. Uno es un pasadizo que se construyó en el siglo pasado y que la une con el edificio del Ayuntamiento, y el otro es una planta completa que abarca todo el edificio, una planta que ha estado en uso durante siglos y que actualmente es impracticable.No hay escalera, interior o exterior, por la que se pueda subir a ella. Ni se recuerda su existencia. Tan solo acceden a esa planta, y en ocasiones muy contadas, para labores de mantenimiento, los bomberos. Necesitan una autoescala.

Los técnicos del Ayuntamiento de Zaragoza se refieren a ella como el sobretecho de la Lonja. La arquitecta municipal Úrsula Heredia, que dirigió la restauración del edificio entre 1988 y 1990, se la encontró abandonada. "Esa zona es una especie de 'falsa', donde las columnas de la Lonja se convierten en pilares para sostener las cubiertas -relata ahora-. Cuando se inició la restauración allí solo se podía subir con los Bomberos. Lo que nos encontramos fueron los restos de una especie de almacén, pero teníamos referencias de que había sido armero de la ciudad e incluso que en algún momento había habido allí funcionarios trabajando. No apareció nada de importancia dentro, busqué restos de cimentaciones y no los encontré. En un momento dado habían puesto un pavimento de madera". 

De haberse conservado accesible ese espacio, el edificio hubiera duplicado su superficie. Pero, según Úrsula Heredia, no hubo opción a ello. "Conservarla y hacerla accesible hubiera atentado a la estabilidad de la Lonja", subraya.

Palacio de La Lonja
Palacio de La Lonja
HA

¿Qué sentido tiene un espacio enorme al que no se puede acceder? Ninguno, por lo que ese espacio debió tener acceso, interior o exterior, del que ahora no quedan huellas aparentes. La respuesta a este misterio quizá esté en su propia condición: era el antiguo armero de la ciudad y, por tanto, su acceso tenía que estar protegido. Contrariamente a lo que pudiera suponerse, ese espacio no desempeñó ningún tipo de papel durante los Sitios, y debió ser armero solo hasta principios del siglo XVIII. 

"Antes de que existiera el Ejército como tal -relata Luis Sorando, especialista en historia militar-, las ciudades se defendían con huestes, personas adiestradas en el uso de las armas que las empuñaban cuando se les reclamaba. Tenían huestes los nobles, las órdenes militares y los concejos libres como Zaragoza. Y estos hombres no guardaban sus armas en casa, para que no se las robaran. Esa planta desconocida de la Lonja fue el armero de la ciudad. Y, para proteger lo que se guardaba dentro, no se hizo una escalera al uso, sino una muy protegida". A juicio de este especialista, podría ser que en algún momento esa escalera fuera tan solo algo provisional, de quita y pon, lo que daría mayor protección a las armas. "En cualquier caso, en la 'Vista panorámica de Zaragoza' que realizó de Anton Van den Wyngaerde en 1563 puede verse, en la esquina noreste del edificio, en la parte que da al río, una pequeña torre adosada a la Lonja actual. En el interior de esa torre se ubicaba sin duda la escalera de caracol que daba acceso a esa planta".

Sorando traza un relato colorista de cómo se empleaba el armero. Cuando la ciudad tenía problemas, se invocaba el Privilegio de los 20 o el rey solicitaba ayuda militar, se tomaba la bandera de la ciudad, la del Ángel Custodio, que se guardaba en la Seo. Se llevaba al balcón del Ayuntamiento y se la colgaba apuntando hacia el lugar donde las huestes iban a atacar. La iglesia ubicada junto a la puerta del Ángel tocaba las campanas, y mientras se montaba y armaba la milicia, había un tiempo en el que se podía conjurar el uso de las armas y solucionarse el conflicto sin el uso de violencia. La llegada del ejército estable debió dejar sin uso el armero, que en algún momento, en alguna ampliación, el Ayuntamiento, pegado a la Lonja, incorporó a sus instalaciones.

¿Cuándo dejó estar en uso esa planta del edificio, que algunos especialistas dicen incluso que llegó a ser archivo municipal en el siglo XX? Pues a finales del XIX. En el libro 'Zaragoza según el plano de 1712 y su vecindario de 1723 puede verse una fotografía de la colección de José Luis Cintora, fechada hacia 1890, y en la que se ve perfectamente en la fachada la marca dejada por la escalera tras su derribo. 

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