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Santi Palacios: "Las fotos tienen un poder bestial de evocación"

El fotorreportero presentó hace unos días el proyecto coral 'Archivo Covid', que contiene más de 8.000 fotos de la pandemia en España

SANTI PALACIOS, FOTOPERIODISTA IMPULSOR DEL ARCHIVO COVID EN LA SALA F/DKV DE ZARAGOZA / 28-09-2021 / FOTOS: FRANCISCO JIMENEZ[[[FOTOGRAFOS]]]
Santi Palacios, promotor del Archivo Covid, acudió a DKV a presentarlo esta semana.
Francisco Jiménez.

¿Siempre ha querido ser un reportero de actualidad? 

Lo que me complica la respuesta es el concepto de ‘actualidad’; si me hubiera dicho solo ‘reportero’, habría dicho sí, casi siempre. 

Vayamos con los matices. 

La verdad es que yo vengo de la sociología y al tiempo que estudiaba la carrera, estudié fotografía también. Tenía muy claro que lo que me interesaba era la cooperación al desarrollo y el periodismo. Quería formarme por ahí.

¿Sería usted un cronista de conflictos, entonces? 

Siempre he estado centrado ha sido en crisis temáticas, emigraciones y conflictos. Y es lo que me interesa. Me cuesta mucho trabajar fuera de esos ámbitos. 

¿Por qué le interesan tanto?

El interés es tan antiguo en mí que no sé detectar su origen. Me atraían el interés por la jerarquía política, las relaciones internacionales, el concepto en sí mismo de conflicto. El interés en la ecología humana ya lo descubrí en la carrera. Y todos los conflictos derivados de la crisis climática…  

Si tuviera que definir la fotografía, ¿cómo lo haría?

Primero, para mí, la fotografía es fotoperiodismo. Es más importante casi el apellido que el nombre. Con esto quiero decir, hilando con lo anterior, que preferiría hacer radio en Tombuctú que fotos en el Bernabéu. Me interesa más la historia que la herramienta, y dentro de las herramientas podría haber elegido otra; de hecho también he escrito algunas veces. Podría haber acabado trabajando en otros formatos, en vídeo. Pero no fue así:la fotografía es la que más me gusta, y en la que mejor me desenvuelvo…

Intente afinar un poco más...

La fotografía es la unidad de información más básica que tenemos. Tiene un poder bestial de evocación frente al resto de lenguajes, y una gran capacidad de evocar emociones. Insuperable. A veces exige contexto y texto.

Cuando se produjo la pandemia, usted llamó a rebato a los reporteros para hacer el Archivo Covid (archivocovid.com).

La nuestra es una profesión bastante individualista y está muy castigada. Traté de ayudar a crear un vínculo como no se había hecho antes, convocar a la totalidad del conjunto profesional, sin ánimo de lucro. Cuando lancé la idea pensé que era más probable que se quedara en un intento, y la respuesta ha sido espectacular: 8.545 fotografías individuales, 259 reportajes temáticos, 38 vídeos y son 385 autores, una veintena de Aragón, varios de HERALDO. Trabajamos para crear una base de datos de los fotoperiodistas de España. Creímos en lo más sencillo, lo más complejo y lo más lógico: formar una red de todo el país. Unos fueron llamando a otros. Nunca en la historia se había paralizado un país al 100% para poner a trabajar a todos sus periodistas en un mismo tema, ni siquiera en la Guerra Civil, y eso sucedió aquí con la pandemia.

"Hay que manejar la cámara como si fuera un instrumento y ensayar con él año tras año, día tras día, hasta que las imágenes representen lo que quieres hacer y mostrar: tus ideas y tu visión del mundo"

¿Qué percibió?

Generosidad, entrega y dolor. Al hablar con la gente te das cuenta de que no todo el mundo había trabajado. Había gente que había pasado la covid, que acababa de tener hijos, que cuidaba a sus mayores, gente con problemas de salud que no se podía arriesgar…

¿Cuál sería su mirada global hacia el Archivo Covid?

Diría que los profesionales hemos sido capaces de ver y de retratar la pandemia en España pese a las dificultades. Hemos retratado algo que hemos vivido todos, de lo que hemos sido protagonistas, pero muy pocos han visto sus peores consecuencias: las morgues, los hospitales, las residencias. Hubo un momento en que un país entero no estaba viendo la peor consecuencia del virus, la muerte, en una época en la que hay que ver para creer.

Creo que usted es poco mitómano, pero ¿aprende de alguien?

No, no lo soy, pero entre los clásicos siento predilección por Joseph Koudelka; también la sentía por James Nachtwey y pude trabajar con él, y fue una maravilla. Y aprendo de mi compañero y amigo Ricardo García Vilanova…

¿Cómo se logra una foto para siempre?

Con mucho tiempo y mucha dedicación. Cuando empezaba y ya pensaba que sabía, alguien me dijo que me diera diez años de tiempo. Me enfadé. Después lo entendí. Hay que manejar la cámara como si fuera un instrumento y ensayar con él año tras año, día tras día, hasta que las imágenes representen lo que quieres hacer y mostrar: tus ideas y tu visión del mundo.

¿Recuerda su primera cámara?

Sí. Me la regaló mi madre a los diez años. Una Olympus, analógica, semiautomática, pequeñita. Y con ella hice la primera foto que yo recuerdo haber hecho: fue en Irlanda al que llamaban el caballo más pequeño del mundo.

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