A la fresca: Pinares de Venecia, una terraza para dejar atrás el ajetreo de la ciudad

La carta de picoteo es sencilla y se ha ampliado para aprovechar los vermús del fin de semana.

La terraza está poco antes de llegar al parque de atracciones.
La terraza está poco antes de llegar al parque de atracciones.
A. T.

En esta época del año, la carretera que va desde el cementerio de Torrero al parque de atracciones y continúa hacia la Fuente de la Junquera hasta conectar con barrios nuevos como Valdespartera, está muy concurrida. Es algo que se percibe desde una de las terrazas más discretas de las afueras de Zaragoza. Pinares de Venecia se llama (Paseo Duque de Alba s/n. 676 895 226) y como su nombre indica, está rodeada de árboles y caminos por donde perderse y desconectar unas horas del ajetreo de la ciudad consolidada.

Hace nueve años que David Linares apostó por este establecimiento, por aprovechar todo su potencial desde finales de marzo hasta principios de octubre. A estas alturas, David tiene muy claro que su aprovechamiento pasa por lo que dispone la meteorología. “Es la que decide si la terraza está al 100% o si no vendemos ni una bolsa de pipas”, comenta.

Lo tiene asumido y no sufre demasiado por ello. La otra labor, la de que se sepa de su existencia, la ha trabajado bien. Si el tiempo acompaña, casi todos los días está llena, especialmente por la noche y las jornadas calurosas, cuando dejarse caer por los Pinares de Venecia supone un soplo de aire fresco.

“No sé si bajarán muchos grados –asegura David–, pero la sensación de dejar atrás el cemento y el hormigón y sentirte en medio de la naturaleza es lo que más valora la clientela”. De marzo a octubre, en esta terraza se viven como dos temporadas. La primera, en primavera y al final del verano, “cuando funcionan muy bien las comidas los fines de semana y, en general, las cenas todos los días”. Y, luego, los meses calurosos. “Entonces casi no damos comidas y toda la actividad se centra en la noche”, prosigue.

Este año, un problema añadido para este establecimiento ha sido el de los horarios de apertura. “Cuando había que cerrar a las once era muy difícil trabajar, pero ahora tenemos un poco más de margen, aunque a la gente le apetecería quedarse más tiempo”, explica David. En cuanto al aforo, no hay problemas. La terraza cuenta con espacio para acoger más de 20 mesas, pero se ha optado por dejar una distancia generosa entre unas y otras.

La carta de picoteo es sencilla y no ha cambiado mucho en los últimos años. Tostadas de sobrasada con miel, salmón o ternasco; hamburguesas y bocadillos con pan de hogaza; ensaladas de tomate con ventresca o espinacas, y hummus tradicional y rojo son algunas de sus opciones.

También hay platos que se prestan especialmente a compartir como el surtido aragonés de embutidos a la plancha o el mix de salchichas Frankfurt con tres salsas. Además, pensando en el vermú del fin de semana, se han incorporado algunas novedades como mejillones en escabeche, langostinos cocidos, surtido de croquetas o rabas.

Esta terraza se encamina hacia el final de la temporada, pero todavía quedan casi dos meses para disfrutar de ella. Si el día sale frío, llueve o hace mucho viento, no hay problema para encontrar sitio. Pero si no se dan estas condiciones, conviene reservar porque se corre el riesgo de no tener mesa. 

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