BALLET. OCIO Y CULTURA

Elena Gil: “Estar en el escenario es como un momento hipnótico en el que dejo de ser yo”

La bailarina de La Mov se despide del ballet la próxima semana, a los 34 años, en ‘El Lago’. que se escenificará del 24 al 27 en el Teatro Principal

ELENA GIL ( BAILARINA ) / 17/06/2021 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Elena Gil Mas se formó con Emilia Bailo y Víctor Ullate y pertenece a La Mov desde 2008.
Oliver Duch.

Con 34 años, tan joven, se despide de la danza en ‘El Lago’. ¿Cuál es el balance que hace de su carrera?

Lucha, trabajo, esfuerzo, dejar muchas cosas atrás por llegar a una meta. Sin duda ha sido un sueño cumplido. No hay que olvidar que es un trabajo físico, y para la danza, por desgracia, 34 no es tan joven.

¿Se ha preguntado a usted misma, ante el espejo, por qué abandona la danza?

Esta es una carrera con un principio y un final, eso siempre lo he sabido. El trabajo físico con los años, y sobre todo después de una maternidad, se hace cada vez más duro, y prefiero despedirme de los escenarios estando en un buen momento.

¿Tiene la sensación de que el ballet le ha dado todo lo que soñaba?

Yo siempre he estudiado danza clásica, y dedicarte a ello en España era imposible, por lo que siempre me visualizaba bailando en alguna compañía clásica europea. Lo intenté, hice audiciones en muchos países, pero no hubo suerte: o era muy alta, o no tenía experiencia, o no era el perfil…y por sorpresa he acabado haciendo toda mi carrera en mi ciudad, bailando y aprendiendo de la danza neoclásica y contemporánea. Otro sueño cumplido era formar una familia, y que mi hijo me viera bailar sobre el escenario.

Empezó muy joven. A los cuatro años. Con Emilia Baylo, y estuvo con ella más de una década. ¿Cómo resumiría esa época? ¿Por qué es tan buena pedagoga Emilia?

Empecé con Emilia con 4 años, como una extraescolar. Ella con los niños es maravillosa, y las clases eran como un juego de música, baile e interpretación. Mi interés fue creciendo, y acabé yendo todos días después del colegio a sus clases. Ella apostó por mí, sabía que tenía aptitudes para la danza, y así se lo hizo saber a mis padres que, adentrándose en un mundo desconocido, confiaron en ella plenamente. Y se arriesgaron apoyándome a ciegas. Sin su apoyo nada de esto habría sido posible. Lo mejor de Emilia es que sabe transmitir su pasión por la danza (y por la vida). El bailar disfrutando de cada momento se lo debo a ella. Es una gran amiga a la que admiro profundamente.

Elena Gil Mas despide de la danza.
Festival fin de curso Emilia Baylo 1995.
Archivo Elena Gil.

¿Por qué quiso ser bailarina?

Me dejé llevar un poco. Una cosa me llevó a la otra casi sin darme cuenta. Bailar tanto desde los cuatro años, que mi maestra apostara por mí, me llevara a concursos con buenos resultados y obtuviera becas para ampliar mi formación me hizo tener más seguridad. Con 12 años recibí mi primera beca de estudios, y desde entonces lo tuve claro. Yo siempre he bailado por disfrute, y cuando me di cuenta de que podía ser mi trabajo fui a por todas hasta conseguirlo.

Luego se fue con Víctor Ullate a Madrid. ¿Cómo recuerda ese período y cómo define a Víctor, que tiene fama de exigente y perfeccionista?

Fui a Madrid con 15 años. El periodo más duro de mi vida, pero el que recuerdo con más cariño. Salía de casa a las 8 de la mañana para ir a la escuela, y por las tardes tenía instituto. Llegaba a casa a las 22h y me tenía que poner a estudiar. Fue realmente agotador, pero yo vivía feliz, porque hacía lo que más deseaba. Además, esos años forjé grandes amistades con otros compañeros que vivían la misma situación que yo: dejar joven tu casa, bailar, estudiar. Se convirtieron en amigos y familia. Con Ullate estuve en la escuela, desde donde pude hacer alguna actuación con la compañía. Es cierto que es exigente y perfeccionista, sus clases me encantaban y aprendí mucha técnica de él. Pero debo decir que por suerte sabía discernir entre lo que debía aprender de lo que no. Ciertos comentarios con respecto a la alimentación o el abandono de estudios para dedicar más tiempo a la danza no me parecían los apropiados. 

Siempre se habla mucho de la relación entre Zaragoza y la danza. ¿Es Zaragoza una tierra de ballet? ¿Ha echado en falta en algún momento el Ballet de Zaragoza?

Desde luego que sí. María de Ávila dejó una cantera de grandes bailarines y maestros que llenaron Zaragoza de escuelas de danza. De ellas han salido bailarines que hoy en día están en las compañías de todo el mundo. Para los estudiantes, tener una compañía referente en la que soñar bailar es necesario. Una prioridad. Yo de pequeña iba siempre a ver las clases y espectáculos del Ballet de Zaragoza y es una pena que se destrozara de esa manera.

Elena Gil Mas se despide del ballet.
Concurso Internacional de danza de Zaragoza. 1998. Con Emilia y Blanca Carvajal.
Archivo Elena Gil.

Algunos escriben que la danza es una de las actividades artísticas más completas. ¿Lo vivó también así, qué le emociona y ha emocionado de su condición de bailarina?

Desde luego que sí. Se requieren: condiciones físicas, conciencia corporal, musicalidad, interpretación, trabajo individual y en grupo, creatividad... y alma.  A mí me emociona el cómo podemos llegar a expresarnos cuando unimos nuestro cuerpo con la música, el entendernos en el escenario con nuestras miradas, movimientos y respiraciones, y el conseguir evadirme de todo. Estar en el escenario es como un momento hipnótico en el que dejo de ser yo.

"A mí me emociona el cómo podemos llegar a expresarnos cuando unimos nuestro cuerpo con la música, el entendernos en el escenario con nuestras miradas, movimientos y respiraciones, y el conseguir evadirme de todo"

En 2008 se crea La Mov. Y usted ya estaba en el grupo desde los inicios. ¿Cómo define la compañía?

Siempre me ha hecho feliz el estar desde los inicios. Recuerdo con cariño un viaje a Lausanne, cuando Víctor Jiménez todavía bailaba ahí, para comenzar a hablar del proyecto, o cuando ya consiguió todo el elenco de bailarines y entre todos en una cafetería al lado del Principal fuimos dando ideas para poner nombre a este proyecto. La Mov ha ido creciendo a la vez que yo lo hacía. Me ha dado la oportunidad de bailar en muchos escenarios, viajar y trabajar con diferentes coreógrafos. Pero sin duda yo me quedo con haber podido bailar en mi ciudad todos estos años. Siempre he sentido que era una manera de agradecer a mis padres todo el apoyo que siempre me han dado.

Ha actuado en muchos sitios con La Mov. ¿Bailar en el Principal, por ejemplo, ha sido estimulante para usted?

Las giras son de las cosas más divertidas de este trabajo, pero sin duda, bailar en el Teatro Principal con mi familia y amigos entre el público es lo que más me gusta, y a la vez donde más nerviosa me siento. 

Elena Gil Mas se despide el ballet.
Elena en el ensayo de 'El Lago', con el que se despedirá en el Teatro Principal.
Alberto Rodrigálvarez.

¿Cuál diría que fue su gran noche y qué sucedió?

No podría elegir una. Lo bonito es que cada espectáculo es diferente: la ejecución, la interpretación… Cada espectáculo es único. 

Explíquenos por qué es tan duro ser bailarina.

Porque la danza se considera un medio artístico, pero se infravalora que quien la ejecuta es también un atleta. Requiere mucha preparación física, y eso tampoco se explica desde muchas escuelas. Además, me parece duro que se comienza desde muy pequeño, cuando estás todavía sin forjar, y estás tan entregada a la danza que no tienes muchas más aficiones porque tampoco dispones de más tiempo, y te falta el sabor de cómo es la vida en otro ambiente. 

No sé si es mitómana. ¿A quién ha admirado profundamente?

De pequeña siempre pedía por mi cumpleaños o por Navidad ir a ver algún espectáculo que bailara Rut Miró. Con mis padres estuvimos viéndola en espectáculos de Víctor Ullate o de Béjart en España, Bélgica, Suiza… Era un referente cercano, puesto que empezó también con Emilia Baylo. Su interpretación sobre el escenario era maravillosa.

¿Cómo se divierten los bailarines, cómo ha celebrado usted la vida?

No somos tan especiales, nos divertimos como todo el mundo. Pero mi mejor manera de celebrar la vida ha sido ser madre. Siento que me ha transformado y cambiado la manera de ver el mundo.

"De pequeña siempre pedía por mi cumpleaños o por Navidad ir a ver algún espectáculo que bailara Rut Miró. Con mis padres estuvimos viéndola en espectáculos de Víctor Ullate o de Béjart en España, Bélgica, Suiza…"
Elena Gil Mas se despide el ballet.
La bailarina en un ensayo de 'El Lago'.
José Miguel Soler Aguas.

¿Qué tópicos son una falacia sobre el mundo del ballet? ¿Qué le molesta que se diga desde fuera?

Por desgracia es un mundo tan desconocido, que cuando explicas que eres bailarina, te preguntan cosas como: ¿y tienes otro trabajo?, ¿estudias algo más?, ¿en qué garito bailas?, ¿bailas clásico con tutú o contemporáneo por los suelos? También se habla de que hay mucha competencia. Es cierto que existe, pero imagino que igual que en otros ámbitos. Lo de poner cristales en las puntas de tu compañera para que se lesione lo dejamos para las películas.

"Como bailarina siempre he agradecido la confianza en mí y la libertad a la hora de crear, de ir conociendo mi propio estilo de movimiento dentro de las exigencias coreográficas"

Lo deja a lo grande, como cumpliendo un sueño. En ‘El lago de los cisnes’. ¿Qué tiene para Elena Gil de especial decir adiós en la obra de Tchaikovski, aunque sea una versión de la compañía?

Yo me quedo con la espinita de no haber bailado grandes ballets clásicos. Soñaba con hacer un 'Quijote', 'Giselle' o 'El lago de los cisnes'. Así que me ha encantado que La Mov haga su propia versión de ‘El Lago’, con nuestro toque personal y una escenografía vanguardista. Además, comparto escena casi todo el tiempo con Mattia Furlan, gran amigo y ‘partenaire’, que será un gran apoyo para bailar estos últimos días. 

¿Cómo define el método de Víctor Jiménez y cómo le ha ayudado a crecer y a sentirse bien sobre la escena?

Yo empecé mi carrera en La Mov, y la acabo aquí también. Lo que he aprendido estos años se lo debo a todas las veces que me he subido al escenario, a las coreografías que han supuesto nuevos retos, a los baches que hemos ido superando y a los logros alcanzados. Pero como bailarina siempre he agradecido la confianza en mí y la libertad a la hora de crear, de ir conociendo mi propio estilo de movimiento dentro de las exigencias coreográficas.

También ha sido profesora de baile. ¿Cómo valora la experiencia?

Me lo he pasado increíblemente bien. Los niños pequeños son como esponjas que solo quieren divertirse, y me parece un reto y una responsabilidad hacerles llegar el amor por la danza, como hizo Emilia conmigo. Por otro lado, con los adultos que bailan por mero disfrute, he pasado grandes momentos y he hecho buenas amistades también. Ahora mismo no estoy dando clases, pero no lo descarto en un futuro.

Elena Gil Mas se despide el ballet.
Otro retrato artístico de la bailarina.
José Miguel Soler Aguas.

¿Cómo se plantea el futuro? ¿Qué va a hacer este verano, para empezar?

Lo que hemos aprendido estos meses por la Covid-19 es a no planear. Así que por el momento tengo todo un verano por delante que dedicar a mi hijo. Después seguiré cursando mis estudios de Magisterio Infantil. Comencé hace dos años, estudiando por las noches, pero ahora podré dedicarle más tiempo. Y con respecto a la danza, ya se verá, sé que siempre va a estar ligada a mí de una manera u otra.

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