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Ganas de barro: el "bum total" de la cerámica en Aragón

El estrés y las restricciones derivados de la pandemia han impulsado el acercamiento a la alfarería, que se esfuerza por encontrar nuevos públicos. Este fin de semana hay una cita con este oficio en el Matadero de Zaragoza, dentro de los Días Europeos de la Artesanía.

"La película 'Ghost' ha hecho mucho daño a la alfarería", dice entre risas la ceremista Mercedes Plou. Bromea recordando la famosa escena en la que Demi Moore y Patrick Swayze  descubrieron al mundo la sensualidad de un torno de alfarería mientras sonaba la romantiquísima 'Melodía desencadenada' de los Righteous Brothers. Han pasado 31 años, pero resulta que el interés por el oficio de la alfarería está más de moda que nunca y no solo entre los nostálgicos de aquellos 90, sino también entre gente muy joven. O familias enteras.

Plou regenta en Zaragoza Robin Cerámica (Esmeralda,27), un taller de fabricación en el que también se imparten cursos que están experimentando "un bum total".

Los motivos de este renovado acercamiento a un oficio ancestral -con importantes denominaciones aragonesas en Muel y Teruel- son muy variados.

En general, desde la crisis de 2008, las sociedades occidentales se asomaron a un abismo de zozobras personales y económicas que fomentaron un retorno a tareas tradicionales o domésticas. La gente (mucha, joven) se puso a tejer, a bordar, a trabajar con las manos. En ese abanico de tareas relajantes entra la alfarería. Y la pandemia y su tsunami de incertidumbre han reforzado esa necesidad de practicar actividades que suponen una toma de tierra, en este caso literal.

El torno funciona como poderoso atractivo en Robin Cerámica. Ese girar de la herramienta es un mantra en sí mismo. Además, "hay que ir despacio, tener paciencia, ser muy meticuloso", explica Mercedes.

Las particularidades de los talleres de cerámica salen al paso, además, de cuestiones prácticas derivadas de la crisis sanitaria. En el caso del taller de Plou, las actividades se plantean para solo dos personas. "Viene muchas parejas jóvenes", comenta la ceramista.

Parecido sucede en Artesanía Aliaga, con una larga trayectoria vendiendo y dando clases en su taller del barrio de Las Delicias (calle Berenguer Bardají). "La gente se interesa a diario por los cursos que damos, es un goteo constante", explica Lorena Domingo, artista y parte de la familia propietaria del negocio. En estos meses se abre a "grupos burbuja", que "cierran" un día solo para ellos. Familias enteras coinciden en un ambiente seguro para realizar una actividad "diferente".

Artesanía Aliaga (que también organiza desde hace años cumpleaños) enseña el pintado con "la técnica de Aragón": "La gente se sorprende de cómo cambian los colores, del proceso que marca las pautas y por eso resulta tan relajante... Sale además con su pieza hecha y siente la magia de las primeras veces".

Mercedes Plou destaca ese entusiasmo de irse a casa con algo hecho por uno mismo. Con tres días de clase, de Robin cerámica se van con dos piezas pequeñas. Y algo más provechoso aún: "Se dan cuenta de lo difícil que es trabajar en un torno, que las cosas no se aprenden en un día. No salen siendo alfareros, pero sí satisfechos, dando valor a las cosas a partir del gusto de hacerlas con sus propias manos", cuenta Plou.

"Ven las cosas de otra manera", lo que ayuda también a que se valore la cerámica como objeto de consumo, se entienda el precio.

La personalización del producto, su carácter exclusivo, es una de la bazas a favor de la cerámica. Así lo cree Javier Rubio, de Cerámicas Rubio, un representante de la estirpe de los alfareros de Muel. También constata el interés por los talleres, potenciado en su caso por el obligado turismo de interior estos meses. Nota asimismo un aumento en las ventas: "Llevábamos años que estaba paradica la cosa, pero últimamente hay más encargos, sobre todo de diseños exclusivos o personalizados, muy relacionados, creo, con las segundas residencias. La gente ha ido más a la casa del pueblo y hace mejoras, las decora con platos de Muel, pone placas con el nombre...".

La localidad zaragozana es emblema y custodia de una tradición alfarera, pero no por ello renuncia a la búsqueda de nuevos públicos. En ese empeño está centrada ahora mismo la Escuela-Taller de Cerámica de Muel, que dirige María Giménez: "Nuestra tarea es difundir la tradición de la cerámica de Muel, pero eso no es óbice para que salgamos al paso de la gente joven, de públicos diferentes, con diseños nuevos o guiños más modernos. ¿Por qué una persona de 25 años no va a tener en casa un juego de café de cerámica de Muel?".

En ese empeño está también la Asociación de Artesanos de Aragón. Su tarea de promoción es incansable, con dos premios nacionales en su haber. Destaca su feria Cerco, de cerámica contemporánea, con un premio asociado de prestigio internacional. Este mismo fin de semana (días 10 y 11) se celebran en su bello cuartel general del Edificio Matadero (Florentino Ballestero, 8) los Días Europeos de la Artesanía, con actividades, presentación de colecciones y talleres abiertos en los que uno se puede inscribir por orden de llegada.

También, para muchos zaragozanos puede ser una oportunidad de descubrir la tienda del Centro de Artesanos de Aragón, que reúne originales creaciones de algunos de los mejores alfareros de Aragón (y otros oficios artesanos), que van mucho más allá de ideas preconcebidas: hay joyería, casas para gatos, cuencos con técnicas muy en boga como el rakú japonés o vajillas.

Susana Martín, la presidenta de la asociación, se congratula del buen funcionamiento de las ferias, talleres y exposiciones que organizan, pero cree que la tienda es aún muy desconocida. Un desconocimiento que se extiende a la cerámica en sí misma. "Hay mucha gente que piensa, por ejemplo, que los objetos se rompen con facilidad y en absoluto es así", asegura. De hecho, las vajillas de cerámica por encargo son uno de los productos más exclusivos y más demandados últimamente, con el tirón añadido de los restaurantes de vanguardia. "Solo la semana pasada he recibido cuatro encargos de vajillas", certifica Mercedes Plou.

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