275 años de goya

Juliet Wilson-Bareau: "'Los Caprichos' y las pinturas de San Antonio de la Florida son el nudo de la obra de Goya"

Tras más de 50 años estudiando al pintor, ha defendido, a través de una exposición celebrada en Agen (Francia), que este tenía un taller tradicional con asistentes. 

Juliet Wilson-Bareau, junto a algunos cuadros de la exposición de Agen.
Juliet Wilson-Bareau, junto a algunos cuadros de la exposición de Agen.
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Usted empezó a estudiar a Goya a través de sus estampas.

El grabado ha sido considerado un arte menor, pero en el caso de Goya cada estampa es una obra ‘original’ y no existen falsificaciones. En el pintor aragonés hay que mirar todas las técnicas a un tiempo, no se pueden separar. En Goya, además, las estampas tienen especial importancia. ‘Los Caprichos’ y las pinturas de San Antonio de la Florida se presentan como el nudo de la obra de Goya. La pintura en la ermita es absolutamente espléndida y hasta expresionista, como si fuera del siglo XX. Y a partir de ‘Los Caprichos’ solo quiso exprimir y sobre todo diseminar sus ideas.

Ha sido asesora de la muestra ‘Goya, un genio de vanguardia’, celebrada en Agen. ¿Cuál es el balance?

Ha sido una exposición con unas fechas complicadas, en plena pandemia. Pero ha tenido un éxito tremendo. Se ha organizado alrededor de las obras del museo, con mucha lógica, y por eso quienes la han visitado han apreciado la posibilidad de ver y asumir lo que en ella se plantea.

...Que Goya tuvo un taller, y que muchas de las obras que se le atribuyen no salieron exclusivamente de sus pinceles.

Todavía no podemos dar respuestas concretas a todas las dudas que nos plantea la obra de Goya. Pero hemos dado el primer paso. A partir de ahora, todas las colecciones tendrán que revisarse porque lo normal es que, si tienen varias obras de Goya, estén mezcladas obras suyas con otras que no lo son. En los próximos años el trabajo va a ser distinguir las obras de Goya de las de su taller o de artistas posteriores, como Eugenio Lucas.

Se basa en el inventario hecho después de la muerte de Josefa Bayeu en 1812. Su herencia, con los bienes de su marido, se repartió entre el pintor y su hijo Xavier, a quien correspondieron los cuadros enumerados en el taller, de los cuales, más tarde, varios se marcaron con la X de su nombre y un número del inventario.

Desde la publicación del inventario en 1946 y de su correspondencia con la marca ‘X’ en 1964, todos hemos dado por bueno que lo que aparecía sin otro nombre en el inventario era de Goya. Pero eso supone admitir cuadros inverosímiles, que no encajan de ninguna manera en el estilo y la forma de trabajar del pintor. Y para salvar esas incongruencias hemos acudido a todo tipo de explicaciones, desde manipulaciones de Xavier, para ampliar su herencia, hasta supuestas falsificaciones de mitad del siglo XIX. Llevo estudiando este problema desde hace 50 años. Ha sido mi tortura y mi constante ansiedad.

Hasta concluir con la existencia del taller.

Un día me dije: el documento legal es auténtico, porque se trata de un instrumento familiar y muy normal. Si tenemos cuadros que se pueden identificar con el inventario numerado de 1812, y que a veces llevan la sigla X con su número conforme, pero vemos que no corresponden al estilo de pintar de Goya, no hay otra explicación posible que la existencia de otros artistas en su taller. Fui buscando pruebas, viendo lotes de cuadros que Goya vendió como suyos. El más sorprendente fue el que compró el príncipe Kaunitz, embajador de Austria en Madrid, que adquirió cinco pinturas del artista aragonés. Entre ellas había desde la réplica de un cuadro ‘del taller’ hasta dos obras maestras de Goya como ‘La aguadora’ o ‘El afilador’, hoy en el Museo de Budapest. Él no hacía distinción porque, según la tradición, todo lo que se realizaba en su taller salía de él y sus propios trabajos. Todos los grandes artistas de la historia han tenido taller: Rembrandt, Rubens, El Greco, Velázquez...

“Todas las colecciones tendrán que colaborar para identificar, ahora mezcladas, las obras autógrafas de Goya y las de su taller”

¿Cuántos artistas había en el de Goya?

Él nunca habló de ayudantes o asistentes. Lo hizo de Esteve, pero como de un artista independiente que trabajaba con él. Pero tenemos algunos nombres, como el de Felipe Abás, por ejemplo, que intervino en el cuadro de la ‘Alegoría de Madrid’ para realizar cambios debidos a la guerra. Tuvo que haber más, dos o tres. Cuando Fernando VII regresó a España en 1814, los retratos oficiales del rey eran obligatorios o deseados por muchas instituciones. Tradicionalmente se ha considerado que los realizados por Goya, primer pintor del Rey, eran de él, pero poco a poco hemos visto que no es así, que las diferencias de estilo de pintura lo hacen imposible. Pensamos que el único enteramente suyo es el de manto real que está en el Museo del Prado, y que sus asistentes hicieron los demás tomando la cabeza como modelo y ajustándose a los deseos de cada instituto o municipalidad.

‘El coloso’, ¿es obra del taller?

Muy probablemente, aunque el Prado ahora lo etiqueta como ‘seguidor’ anónimo de Goya.

Hace unos años, Manuela Mena aseguró que podía ser obra de Asensio Juliá. Y fue discípulo de Goya.

Muy probablemente sea obra de él, no parece de otras manos que se intuyen en el taller. Juliá, a su nivel, sigue un poco el mismo camino de Goya. Empieza haciendo dibujos académicos para la Calcografía Real y poco a poco, al lado del pintor de Fuendetodos, se va liberando hasta acercarse al mundo de las ‘Pinturas negras’. Tiene dibujos muy expresionistas.

Ha retirado la autoría de algún goya que tenía el Metropolitan de Nueva York. ¿Cómo han reaccionado los museos?

Es difícil cambiar la autoría de un cuadro de museo porque las obras que posee una institución son a la vez sus símbolos. El de las atribuciones y descatalogaciones es un terreno muy delicado, pero hemos colaborado muy bien con el Metropolitan. Han querido apoyar con un préstamo importante la idea que quise trasmitir en la exposición de Agen, y empezaron a hacer análisis a otro de sus goyas, una ‘Corrida’ que pertenece al grupo ‘X.1’ del inventario, pero sin duda vendida rápidamente por su tema popular, antes de haberse puesto la ‘X’ en los cuadros. Lo que habría que hacer es lanzar el estudio comparativo, tanto técnico como estético, de todas esas obras, para elaborar un catálogo de las seguramente autógrafas de Goya, y otro de las distintas manos y maneras de los asistentes en su taller. Todo muy racional y analítico, con mucha emoción pero sin dejarse llevar por opiniones o intuiciones no apoyadas en la realidad de las obras y su contexto. 

 

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