Lacoste, Fred Perry, Burberry... ¿Acabará la fiebre por las marcas con el espíritu del 'vintage'?

La idea primigenia de esta tendencia, basada en ir al encuentro de 'tesoros' del pasado y en la sostenibilidad, cede terreno ante el gancho de comprar prendas de marca a precios baratos. Las tiendas de la ruta de Zaragoza tratan de encontrar un equilibrio entre su criterio, el consumo responsable y los gustos del mercado.

Entre las tendencias de consumo que llegaron con el siglo XXI está la del explosión del 'vintage', un término que daba una vuelta de tuerca a la experiencia de comprar ropa de segunda mano, algo que en España no era ni de lejos tan habitual como en países anglosajones o nórdicos. 

El 'vintage' llegó para aportar el valor añadido del criterio selector del dueño de las tiendas, subrayar el carácter único de prendas que resumían el estilo de cada momento y ser pionero en cuestiones que ahora el propio sector textil reconoce como prioritarias: el consumo responsable y la sostenibilidad. 

Gonzalo Inigo, dueño de la tienda Horst, que ahora también se dedica a la ropa 'vintage'.
Gonzalo Inigo, dueño de la tienda Horst, que ahora también se dedica a la ropa 'vintage'.
Toni Galán

La ola del 'vintage' llegó también a Zaragoza en 2005. Los primeros en apostar por ello fueron Ernesto Ibor y Sara Gabasa con Cool Hunter (una tienda que continúa  abierta en la calle Refugio, aunque con colecciones de temporada). En su estela, se ha creado  una interesante ruta especializada: ahí están Grey Gardens (calle Órgano), Kashmir (Santo Dominguito de Val), Blue Velvet (Méndez Núñez) o Flamingo Vintage Kilo (calle Órgano) a la que ahora se le acaba de añadir una nueva parada: Horst, en la calle de San Jorge, que ha ampliado su oferta habitual de objetos de diseño, con un nuevo y coqueto rincón para el 'vintage'. 

Horst es la última incorporación en Zaragoza a una manera de comprar que en los últimos años está experimentando una serie de cambios no exentos de paradojas y dilemas morales.

"El vintage ha cambiado totalmente. Por lo menos aquí", sostiene categórica Pili Méndez, ligada hace diez años al mundo del 'vintage' y  dueña de Kashmir.

"Para el mí el vintage es otra cosa de lo que ahora se vive. Es la idea de ir a comprar una prenda porque te gusta, sin mirar la marca. Y tambien por sostenibilidad. Pero ahora muchas veces es lo contrario. Hay gente que entra en la tienda preguntando por tal o cual marca, les interesa eso más que el 'vintage', lo que les mueve es encontrar ropa de marca a buen precio", relata Pili, quien reconoce que la situación le supone "sentimientos encontrados". Y es que no soslaya que "en estos tiempos" este tipo de clientela contribuye a mantener el negocio.  

Lo cierto es que el 'vintage' responde y refleja los cambios y sentires sociales como cualquier otra moda o negocio. Abrazado de forma muy notable por las nuevas generaciones, hasta las grandes cadenas se han arrimado a su potencial. Contribuyen también tendencias en boga muy potentes como el regreso de los 90 (una década muy marquista) o el éxito de la ropa deportiva retro y las reediciones, publicitadas por rostros influyentes entre los jóvenes (cantantes, deportistas...).

Ya sea impulsada por el regreso noventero o por el trapero de turno, el poder de las marcas ha existido siempre y ahora, también y paradójicamente, se ha colado en el mundo del 'vintage', que basaba sus presupuestos en justo lo contrario. 

Lo explica Gonzalo Ínigo, dueño de Horst: "Para mí el 'vintage' se basa en tres cuestiones: la identidad única, la ausencia de géneros o tallas y no generar residuos. Se trata de autentificar tu estilo". Las marcas y su inercia uniformadora serían por tanto lo contrario a estos propósitos.

Abunda en la reflexión Ana Baldellou, pionera de la ruta 'vintage' en Zaragoza con la tienda Grey Gardens. Para mí el 'vintage' tiene todo que ver con la idea de ir al encuentro del tesoro, de rebuscar, de enamorarse de una prenda e imaginar su historia". También con el gusto selector del dueño de cada tienda 'vintage'. Pero reconoce: "El cliente manda". De un tiempo a esta parte en su local en el corazón de la Magdalena comparten espacio jerseys de una marca desconocida 'made in Jamaica', con ropa de Levi's, Burberrys, Ralph Lauren o Lacoste. 

"Siempre ha habido marcas en el 'vintage' -recuerda Pili Méndez-, pero te enamorabas de la prenda, no de la marca".

Si la fiebre por las marcas es pasajera o no solo lo puede determinar el tiempo. Mientras, es innegable que suponen un potente gancho de ventas. "He puesto por unos días una percha con polos Fred Perry en el escaparate y en solo una semana he vendido casi los 100 que compré. Y a un público muy variado, mucho del cual no había entrado antes en la tienda", dice Gonzalo. Y añade: "A mí me gustaría tener una tienda con ropa que escandalizase a las madres, pero al final el mercado coacciona. Eso sí, por encima de todo siempre mantengo un criterio".

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