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De la alta costura a fabricar mascarillas, Confecciones José Luis Marín se reinventa

La covid ha obligado a reorientar este negocio familiar con 70 años de historia para poder sobrevivir.

La familia de José Luis, segundo por la izquierda, al completo trabaja en el negocio.
La familia de José Luis, segundo por la izquierda, al completo trabaja en el negocio.
Heraldo

De coser prendas de forma casi artesanal, con mimo, dedicación y muchos años de aprendizaje, a la fabricación masiva de mascarillas. Es el cambio radical que Confecciones José Luis Marín ha tenido que dar en su actividad. Se trata de un negocio familiar en Tarazona cuyos orígenes se remontan 70 años atrás, cuando el padre de José Luis empezó a realizar encargos como sastre.

Desde entonces, el negocio ha evolucionado y crecido, tanto en trabajadores como en volumen de facturación. La plantilla la componen 13 personas, cuatro de los cuales son la familia de José Luis, compuesta por su mujer Elena y sus dos hijos, Jorge y Paula. La media de edad de las empleadas, en su mayoría mujeres, ronda los 50 años y llevan más de una década formándose y trabajando en este taller.

Entre otros clientes, Confecciones José Luis Marín se encarga de confeccionar los trajes de los empleados de la compañía Air Europa, así como las colecciones de diseñadores de moda como Palomo Spain, famoso por su participación como jurado en el reality show Maestros de la costura.

En este tiempo, el negocio ya ha atravesado varios momentos difíciles, como en 2004, cuando prácticamente toda la producción española se fue a China. Antes de aquello, su plantilla era de 50 personas y se vio reducida a menos de 10. Posteriormente, en 2008, volvieron a sufrir las consecuencias de la crisis económica que afectó a todos los sectores.

"De normal, en un mes podemos confeccionar entre 3.000 y 4.000 prendas. Ahora, estamos sacando 150"

Este 2020, Confecciones José Luis ha sufrido un nuevo batacazo con la pandemia. “Hasta agosto aguantamos bien, con un 20% menos de la facturación habitual. Pero desde entonces, los ingresos han descendido en un 70% y ni con toda la plantilla a media jornada nos salen las cuentas”, reconoce. Y es que los encargos se han visto reducidos de forma drástica. “De normal, en un mes podemos confeccionar entre 3.000 y 4.000 prendas. Ahora, estamos sacando 150”, explica José Luis, como ejemplo.

El principal motivo de este descenso es que al no haber fiestas ni eventos, las campañas de moda que tenían programadas para la temporada de invierno se fueron cancelando tras el verano casi en su totalidad. Además, los pocos encargos que tienen son de mucho menor volumen, ya que no se vende tanta ropa de alta costura y fabricada en España como antes.

Ante esta situación, reorientar el negocio es la única solución que José Luis ha visto para poder seguir sobreviviendo a corto plazo. Está seguro de que volverá a sus números habituales y a sus tareas de siempre pero, por el momento, sus esfuerzos se dirigen hacia la fabricación de mascarillas y de ropa para hospitales.

La nueva máquina para fabricar mascarillas higiénicas y quirúrgicas ya está instalada en el almacén de Tarazona.
La nueva máquina para fabricar mascarillas higiénicas y quirúrgicas ya está instalada en el almacén de Tarazona.
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Este camino tampoco está resultando fácil. La primera incursión fue en verano, cuando el equipo comenzó a confeccionar mascarillas de tela casi como una labor social ante la escasez de material en los primeros meses de la pandemia. Como la situación en el sector textil no mejoraba, José Luis decidió invertir en una máquina con la que se pudieran fabricar mascarillas higiénicas y quirúrgicas y poder así formalizar esta vía de negocio que había abierto un poco sin pensarlo.

En esta nueva aventura, el tiempo no ha jugado a su favor, ya que encargó la máquina hace cinco meses y hasta ahora no la ha podido recibir e instalar en su almacén del polígono industrial de Tarazona. “Ha llegado con cierto retraso pero prefería apostar por el producto nacional en lugar de pedirla a China”, explica José Luis, fiel defensor de la marca España.

Con la máquina ya preparada en una sala blanca sin ningún tipo de contaminación exterior, habilitada expresamente para esta tarea, espera poder empezar a fabricar mascarillas higiénicas en unos diez días. Para las quirúrgicas habrá que esperar unos dos meses más ya que se necesita una licencia especial que se está tramitando. “Hay unos protocolos que debemos seguir si queremos poder vender nuestro producto a la Administración Pública”, asegura.

Su plan es acceder a concursos públicos y distribuir su producto en farmacias, residencias y centros sanitarios. “Confío en que se valore la fabricación nacional frente al precio, porque contra China no podemos competir en ese sentido”, lamenta. Sus mascarillas estarán fabricadas con materiales españoles y su intención no es ni machacar el precio ni sacar tajada. “Con tener un mínimo margen de beneficio que nos ayude a seguir tirando nos conformamos”, dice José Luis.

Aunque todavía no ha hecho una previsión, la máquina que ha adquirido puede producir hasta tres millones de mascarillas al mes en tres turnos. No es tan optimista con las ventas pero los cálculos para que la inversión sea rentable los ha establecido para 500.000 unidades mensuales. “La máquina cuesta unos 200.000 euros y también he tenido que comprar una embolsadora, acondicionar la sala y unos 150.000 euros más se han ido para materiales”, detalla José Luis.

Una suma de dinero importante con la que este pequeño empresario turiasonense espera poder sacar a flote el negocio que con tanto cariño ha ido construyendo hasta ahora. “No puedo dejar en la calle a mis empleados y toda mi familia vive de esto. Cerrar no es una opción”, dice, tajante.

Junto con él, su mujer Elena y sus hijos, Paula y Jorge, trabajan en la empresa familiar, que va a empezar a distribuir las mascarillas bajo el nombre de Cothala 2020, la sociedad creada expresamente para esta nueva vía de negocio.

Confía en que tarde o temprano podrá volver a lo que realmente le apasiona, la confección de prendas de calidad. “Es lo único que sé hacer, lo que he hecho desde que tengo 16 años”, recuerda. Pero en tiempos de crisis, los problemas también son oportunidades y José Luis tiene claro que, a pesar de estar atravesando una situación “caótica”, no le queda otra que adaptarse a las circunstancias.

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