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Á. Puntes y J. I. Villacampa: "El Matarraña es de una belleza tan solitaria que casi te duele el alma"

Los escritores han escrito una novela de amor, aventura y suspense que exalta la comarca turolense como espacio de ficción: ‘El muladar’.

Ángela Puntes y José Ignacio Villacampa escriben a cuatro manos 'El muladar'.
José Ignacio Villacampa y Ángela Puntes mezclan varios géneros en 'El muladar'.
Archivo Puntes y Villacampa.

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¿Por qué una novela a cuatro manos como ‘El muladar’ (Universo de Letras, 2020)?

Ángela Puntes (AP). Surgió por mera casualidad. Ahora que está terminada y publicada yo diría: «¿Por qué? Por pura magia». El resultado no hubiera sido posible sin esa suma a cuatro manos, es como si tuviera que ser así y no de otro modo.

José Ignacio Villacampa (JIV). No fue algo premeditado. Ni siquiera el hecho de escribir la novela. Lo que empezó como un juego literario entre ambos nos fue atrapando, y nos ilusionó de tal forma que decidimos dejarnos llevar y darle continuidad en forma de novela.

"Lo que empezó como un juego literario entre ambos nos fue atrapando, y nos ilusionó de tal forma que decidimos dejarnos llevar y darle continuidad en forma de novela"

¿Cómo surge y que aportó cada uno?

AP. Fue un reto espontáneo que enfrenté a José Ignacio una tarde de domingo. La sorpresa fue que yo acabase formando parte de ello. José Ignacio me dijo que yo debería escribir una novela sobre un asesinato. Al día siguiente me senté en el ordenador y escribí el primer capítulo de ‘El muladar’. Se lo mandé por ‘email’. Mi sorpresa fue cuando un segundo capítulo me vino de regreso desafiándome para que continuase. Para entonces el veneno del reto y la escritura ya había hecho su efecto, así que no me costó nada entrar en el juego.

JIV. Ambos mantuvimos nuestra libertad creativa. Nos hemos complementado bastante bien. Ángela es una persona muy intuitiva y a la vez muy reflexiva. Sabe dibujar muy bien los perfiles psicológicos de los personajes y captar muy bien el torbellino de sentimientos de todo tipo que se reflejan en la novela. Yo me veo más reflejado en lo concerniente a la narración y descripción de los hechos, a la inmediatez de la trama y a las referencias históricas como la II Guerra Mundial.

AP. En cuanto al proceso creativo, fue extraordinario, lejos de lo habitual que es la soledad y la introspección del autor, esta forma de abordar un texto resultó para mí un desafío superior que iba fluyendo por sí mismo. Había creatividad, ilusión y desde luego confrontación y acuerdo. Y nos encontramos en el tono.

¿Por qué llevan la historia al Matarraña en particular?

AP. Personalmente, tuve mis dudas entre el Matarraña, el Maestrazgo o el Bajo Aragón. Finalmente elegimos el Matarraña porque lo recorrimos juntos, con nuestras respectivas parejas, y nos resulta más conocido e igual de enigmático que las otras comarcas. En mi caso, además, había sido objeto de cortas y abundantes escapadas los fines de semana, cuando buscaba huir del mundanal ruido. Allí todo es todavía natural, puro, tranquilo; es de una belleza a veces tan solitaria, por su extensión y características, que casi duele el alma. Te conecta con lo principal de la vida. Está ella, la naturaleza, lo sencillo y luego estas tú. Así lo vivía yo. Lo bueno de la ficción es que te puedes permitir licencias y aunque la historia está situada en el Matarraña, esta zona no deja de ser un símbolo en la narración que abarca sugerentes toques de otras comarcas de Teruel.

¿Qué significa el muladar en la cultura popular?

JIV. Un muladar es un comedero para aves carroñeras, especialmente buitres. El motivo principal de elegir ‘El muladar’ como título es la conexión directa de los buitres con la novela. Se trata de un animal fetiche a lo largo de la obra. Por otra parte, los muladares son lugares con connotaciones ancestrales, rurales y un punto salvaje. Todas estas evocaciones enganchan con el espíritu de la novela. Por cierto, es interesante tener en cuenta que casi todos los muladares de España están en nuestro territorio, en Aragón, y la mayoría en Teruel, el 80%.

AP. Así es; estos comederos tuvieron su auge en la época de las vacas locas. De todas maneras, lo principal para mí eran los buitres que eran como los ocultos narradores, los testigos involuntarios de lo que acontecía en nuestro querido Valdeolivos (lugar imaginario) y todos sus alrededores. Siempre ahí sobrevolando los momentos importantes de la historia. Nuestros majestuosos cómplices.

"Los muladares son lugares con connotaciones ancestrales, rurales y un punto salvaje. Todas estas evocaciones enganchan con el espíritu de la novela"

La novela plantea muchas cosas. ¿En qué medida es una reivindicación de la España vacía y de esos personajes rurales, que viven entre la seriedad y la vida clandestina del furtivismo?

AP. Creo que para nosotros ha sido, sobre todo, un respetuoso acercamiento al mundo rural de hoy en día. Hay que seguir poniendo en valor la vida en los pueblos. Es una buena vida, pero a veces difícil. Con sus luces y sus sombras. Con su lucha por adaptar las viejas costumbres a este mundo tan normativo y lleno de limitaciones, que les va dejando pocas opciones. Era importante que se entendiese al ser humano, independientemente de sus orígenes y de sus pasiones.

JIV. Hemos querido otorgar protagonismo a esta realidad y reconocer la realidad de la llamada ‘España vacía’. Se trata de gente dura, de convicciones firmes y que, como a todos, no les gusta que les digan cómo tienen que comportarse.

AP. Los pueblos de España tienen carencias y están heridos, más heridos que nunca, pero, aun así, permiten a sus gentes no renunciar al ser auténtico que seguramente deberíamos ser. Por eso su abandono es nuestro abandono.

Ángela Puntes y José Ignacio Villacampa escriben a cuatro manos 'El muladar'.
José Ignacio Villacampa y Ángela Puntes escriben a cuatro una ficción con enigma y con ecos del nazismo.
Archivo Puntes y Villacampa.

¿Querían hacer una novela de intriga, casi policial, ahí están esos guardias civiles y ese accidente que deja tantos flecos?

JIV. ‘El muladar’ es cierto que participa de esa categoría de novela policíaca o novela negra. Pero de igual forma que podría encasillarse dentro de la novela costumbrista o la novela histórica. Realmente tiene elementos de cada una de estas tres categorías. Se trata de una mezcla, de una combinación de tramas. Creo que esta heterogeneidad enriquece a la novela y contribuye a hacer más amena su lectura.

AP. Conforme fuimos escribiendo, la propia historia nos señaló el camino. Y sí, queríamos que tuviese un punto didáctico en algún sentido, histórico, emocional…, y la intriga es un elemento que aproxima al lector casi sin enterarse hasta el fondo de la trama y lo hace llegar indemne hasta la última página. Quiere escrutar, saber más, de una forma casi compulsiva, o eso es lo que me sucede a mí cuando algo tira de mí.

La novela contempla un parte de novela histórica. ¿Por qué, qué querían aportar con esos flashback?

JIV: La novela transcurre en la época actual, pero es cierto que hay conexiones con el pasado, con hechos reales acaecidos muchos años atrás, hechos ocurridos en lugares distintos y que terminan convergiendo en el presente. A la hora de referir esos hechos, el uso del ‘flashback’ me parece que es un recurso mágico, que permite al lector viajar en el tiempo y vivir la realidad de ese momento.

AP: Creo profundamente, que para entendernos a nosotros mismos debemos conocer antes a los que nos precedieron. Y para conocer a la humanidad o más bien su comportamiento, tenemos la historia. El recurso literario del ‘flashback’ enriquece y cohesiona la historia. Es como introducir el blanco y negro en una foto a color. Según cómo lo hagas destacas el elemento o lo distraes. En el caso de 'El muladar' ha sido de gran utilidad.

¿Cómo definirían a tres de los personajes claves de la novela: Vega, Rosa y Sebastián?

AP. Creo que estos tres personajes son principales en esta novela, aunque yo diría que hay también otros secundarios bastante potentes. Rosa, Vega y Sebastián son cercanos, opuestos y a la vez están estrechamente conectados. Lo rural y lo cosmopolita se dan la mano con ellos e incluso se guían en un momento dado.

JIV. Vega es realmente un estereotipo. Una mujer unidireccional y que a lo largo de la novela va descubriendo otras formas de entender la vida. Rosa, por su parte, es el reflejo de la persona en la que todos estaríamos dispuestos en convertirnos. Un compendio de aquellas virtudes a las que todos aspiramos. Sebastián es el prototipo de un sufridor. Una persona buena por naturaleza, pero a quien la vida le ha tenido chantajeado.

AP. De hecho, parece, por lo que nos comentan los lectores, que de algún modo se quedan como amigos en nuestra vida después de leer 'El muladar'. ¡Se les echa de menos cuando termina la novela! Rosa y Sebastián son personas corrientes que se involucran con una Vega mucho más enigmática y sofisticada que, como consecuencia de un infortunio y la generosidad de Rosa, acaban conectados tanto emocionalmente como en la búsqueda del tesoro. Y cuando la gente conecta desde el alma suman empuje.

Ángela Puntes y José Ignacio Villacampa escriben a cuatro manos 'El muladar'.
Uno de los lugares del Matarraña donde podría suceder la novela: Calaceite.
Archivo Puntes y Villacampa.

¿Y Martín? Ese joven que es el contrapunto, capaz de enamorarse...

AP. Martín es como la dulce elegancia, pero con sangre en las venas, capaz de sufrir y volver a empezar, de sentir lo que duele sin tapujos y apostar sin embargo por la vida. Hacer lo que le gusta y el sentido del humor son sus armas para enfrentarse al mundo.

En el fondo, también hay algo de novela familiar e incluso de novela psicológica. ¿Fue deliberado?

AP. Pienso que hay de las dos cosas y la primera no creo que fuese deliberada. Llegar a casi todas las franjas de edad, si me lo planteasen de antemano, diría que es imposible, pero parece que es lo que está sucediendo. Parece que la historia resulta atractiva para casi todos, aunque como es lógico, también la visión y la interpretación de la misma seguramente sea distinta según el momento vital en el que te encuentres. A mí, como coautora, me gustaría que esta novela consiguiese llevar a ciertas reflexiones sin acritud, con honestidad, mientras te enfrentas al inevitable juicio de los personajes o de ti mismo, disfrutando agradablemente de la historia.

¿Qué le debe un libro como este a Delibes, pero también Cormack McCarthy, al Jesús Carrasco de 'Intemperie'?

JIV. Es verdad que 'El muladar' toma influencias de toda la literatura leída, pero a mí me gustaría destacar especialmente las influencias cinematográficas. También bebe de todo el cine visto. Con todo ello hemos querido hacer un trabajo que resulte ameno para el lector, fácil de leer, de lenguaje directo y de trama adictiva, destinado tanto a lectores habituales como a lectores esporádicos.

"El Matarraña es una joya que tenemos en Aragón y que seguramente no acabemos de reconocer en todo su valor. Se trata de una auténtica belleza, y no solo por sus paisajes, sino también por la capacidad que contiene para evocar sensaciones"

El tema fundamental, en el fondo, es la búsqueda de un tesoro vinculado a los nazis, la II Guerra Mundial y las mafias rusas. ¿Existe o es solo un mito?

AP. Personalmente me gustaría que terminase siendo un mito porque seguiría dando juego para muchas otras historias. Pero existió. Ahora, desde hace solo unos meses, la atención está centrada en el Báltico...

JIV. Quizá ese sea el punto de más interés, pero hay otros argumentos y tramas paralelos que sostienen igualmente el ritmo narrativo de la novela. En cuanto a la existencia o no del tesoro, se trata de un tesoro real. No se trata de un mito. Y hasta aquí podemos leer…

¿Cómo definirían el Matarraña?

AP. Es un regalo para los sentidos, un lugar tranquilo que todo aragonés debería darse la oportunidad de conocer y disfrutar. La excusa perfecta para conocer el resto de las comarcas.

JIV. Es una joya que tenemos en Aragón y que seguramente no acabemos de reconocer en todo su valor. Resulta curioso que sea muy valorada en comunidades vecinas y en el extranjero y no tanto por los propios aragoneses. Se trata de una auténtica belleza, y no solo por sus paisajes, sino también por la capacidad que contiene para evocar sensaciones.

Ángela Puntes y José Ignacio Villacampa escriben a cuatro manos 'El muladar'.
Buitrs, protagonistas constantes, en el Mas de Buñol.
Archivo Puntes y Villacampa.
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