mi lugar favorito de aragón

Los Gandules: "Nos encantan las escombreras y luego está el Pirineo, que es ir a lo fácil"

La pareja cómico-musical escoge un lugar fuera de lo común, sin abandonar el humor y como una llamada al civismo

Roberto Montañés y Santiago Díaz, con uno de sus inseparables sofás, en su rincón preferido
Roberto Montañés y Santiago Díaz, con uno de sus inseparables sofás, en su rincón preferido
Heraldo

A estas alturas, Los Gandules (siempre impredecibles), ya no tienen remedio. En estos días extraños, tan pronto actúan en la sala Mozart del Auditorio de Zaragoza, o en Fuendetodos, como te los encuentras rebuscando en una escombrera. Y así, de entre los escombros, aparecen para explicar con humor a todos los aragoneses qué suponen estas aberraciones en el paisaje de esta tierra nuestra. Así, Los Gandules (Roberto Montañés y Santiago Díaz) señalan como su rincón favorito de Aragón un lugar indeseable: las escombreras ilegales. 

Este perezoso dúo no duda en argumentar el motivo de su elección: "Porque hay de todo: sofás, pozales, colchones, termos eléctricos, uralita... luego está el Pirineo, que es ir a lo fácil. Entre la basura puedes encontrar vidas completas, saber cómo vivían, el sofá en el que se sentaban, sus palanganas, los platos en los que comían, los armarios donde guardaban la ropa… hay que saber leer la basura", afirman.

Podían haber escogido bellos enclaves, como el puente romano sobre el río Pancrudo, en la localidad de Luco de Jiloca, donde reside Roberto Montañés, o alguno de los rincones más singulares de Calatayud y su entorno (Santiago Díaz es bilbilitano). Pero nada. No ha habido manera de sacarlos de tales vertederos. "Solemos visitarlos siempre que se ponen a tiro", añaden, y en su memoria los recuerdos de este conjunto de desechos (hablamos de las escombreras, no de Los Gandules, obviamente) "son malos –sentencian–. Más de una vez nos han tenido que poner la antitetánica y ya no vamos con chanclas".

Cuando parece que ya está todo perdido, que no hay manera de sacarlos de la broza y el cascote, fracasados los intentos de reconvenirles y reconducir la conversación, de pronto adelantan por la derecha y tuercen el gesto. Ahora van en serio, o lo parece. De un respingo salen de su zona de confort (el sofá) y espetan: "No, no recomendamos visitarlas; es más, no deberían existir. Por favor, hay que tirar las cosas en el punto limpio más cercano… que ya vale". Y a continuación se alejan del lugar, quién sabe si en pos de nuevas escombreras, de Luco de Jiloca, Calatayud, el Pirineo... Vaya usted a saber .

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