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Nunca jamás mañana. Isabel Peñalber o lo que se perdió Marcos Ana


Eduardo Mendicutti cuenta en ‘Para que vuelvas hoy’ (Tusquets), el episodio que narró el poeta en sus memorias de su primer amor de una noche

Eduardo Mendicutti publica 'Para que vuelvas hoy'.
El poeta Marcos Ana en Zaragoza, en 2010, en una fiesta-homenaje al Partido comunista.
Pedro Etura/HA.

El poeta Marcos Ana (Fernando Macarro Castillo, 1920-2016) vivió durante veintitrés largos años preso en las cárceles franquistas. Salió de la cárcel el 17 de noviembre de 1962. Vivió los primeros días de libertad en compañía de amigos del partido. Largas conversaciones, remembranzas, copas, ceniceros grises. Tuvo que ser, dicen, el historiador Pierre Vilar, ya cincuentón, el que se llevó al poeta a un cabaré para que perdiera por fin la virginidad. Cuenta Marcos Ana en sus memorias ‘Decidme cómo es un árbol’, que aquella noche fue tan especial y tan dulce que Isabel -porque así se llamaba- le dejó en un bolsillo de la chaqueta las quinientas pesetas con la nota “Para que vuelvas mañana”. Regresó con un ramo de flores de quinientas pesetas que apenas cabía en el camerino. Después se marchó. Ya no volvió a verla.

Este episodio había tenido algo de letra (Felipe Alcaraz lo trataba de forma un tanto burda en ‘Tiempo de ruido y soledad’ en 2012), incluso pudo haber sido un guión (Almódovar tiene los derechos sobre la adaptación cinematográfica de sus memorias desde hace una década) pero ha tenido que ser Mendicutti el que le ponga la musiquilla, la profundidad, la chispa sanluqueña y “er sentío” a una anécdota coja. Porque hasta que llegó Mendicutti, esta historia era un cocido sin pringá ni una miajita de pan ni su copita de ojén. Una historia coja, tuerta y muda sin Isabel Peñalber, la mujer con quien Marcos Ana se desayunó la cena.

Eduardo Mendicutti publica 'Para que vuelvas hoy'.
Retrato de archivo del escritor Eduardo Mendicutti.
Oliver Duch.

Eduardo Mendicutti remienda el entuerto con una novela deliciosa sostenida en la verborrágica voz de Isabel Peñalber, que devora el relato como una vieja leona hambrienta, impulsada por el desparrame de libertad que destila cada página de este espléndido monólogo con figurantes. Isabel, mujer baqueteada por la vida y puta por elección, recibe la compañía de Marta, joven estudiante que ejerce de voluntaria para una congregación de monjas que luego cobran a Isabel “la voluntad”.

Isabel piensa y, de vez en cuando, comenta sus pensamientos. Quiere estar acompañada, pero que la dejen tranquila. “Luego, si me aburro de estar tranquila, que me dé un poquito de conversación”. Disfrutamos sabiendo mucho más que Marta, mojigata curiosa que pregunta y juega a escandalizarse. Entretanto Isabel, celestina de su memoria, lo sabe y maneja el cordón de Melibea con gracia y desparpajo.

Los viejos son el futuro, acaba pensando el lector. Porque Isabel ha hecho de su vida un fresco con los colores del riesgo, la alegría, el dolor, el recuerdo y la dignidad. Marta no acaba de entender la libertad con la que habla de sexo, la absoluta independencia de una mujer que decidió ser Isabel a secas junto a sus fantasmas. Isabel, la hija de El Cabracho, anarquista ejecutado a principios del 36. Isabel, la protegida de su padrino 'La Peineta', un hombretón “con más pluma que la del urogallo”. Isabel, la amiga de Jacinta o Jacinto -lo mismo le da- a quien “le gustaba vestirse de hombre, pero no le gustaban las mujeres. Y cuando iba vestida de mujer y tenía que trabajar, no le gustaban los hombres”.

Eduardo Mendicutti publica 'Para que vuelvas hoy'.
Detalle de portada del libro de Tusquets.
A. H.

Isabel, la gata que todavía oye la voz de su padre en las paredes del castillo de Santiago, donde fue ejecutado. Isabel, la madre de ese hijo que la abandonó cuando se enteró de que era puta, la abuela de ese nieto que ahora la frecuenta cada semana. Isabel, rodeada de sombras que llenan de recuerdos las estancias de su memoria. Isabel, que aún espera a Fernando Macarro y aún sueña con él, pero también con tantos besos que se agazapaban en cada rincón, con caricias turbias, con risas escandalosas. Isabel por nada del mundo quisiera soñar dormida: “A mí esas cosas me gusta soñarlas si estoy medio despierta”. ¡Ay, Marcos Ana: lo que te perdiste!

LA FICHA

‘Para que vuelvas hoy’. Eduardo Mendicutti. Tusquets: Colección Andanzas. 2020, 250 páginas.

*Jorge Sanz Barajas es profesor, crítico literario y escritor. Es autor de ‘Capital del desierto’.

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