LITERATURA. 'ARTES&LETRAS'

Viaje al laberinto con Philip K. Dyck, Borges y Dante

El autor propone una suerte de paseo entre replicantes, clásicos y relecturas, y una indagación en la 'Comedia', traducida por José María Micó

Jorge Luis Borges retratado en Buenos Aires en 1978. Utilizaci-n libre de derechos en el marco excludivo de la exposici-n "Fot-grafo entre escritores" celebrada en Casa de Am rica de Madrid en julio 2008. - Foto: Daniel Mordzinski FOTOGRAFIA ENTRE ESCRITORES.- DANIEL MORDZINSKI.- FOTOGRAFIA.- EXPOSICIONES.- MADRID [[[HA ARCHIVO]]] Y:\FOTOGRAFIAS\2016-06-14\bge0001.JPG
Jorge Luis Borges retratado en Buenos Aires en 1978 por el joven Mordzinski.
Daniel Mordzinski

Estos días de encierro he estado más acompañado que nunca. Una noche apareció en el salón de casa el agobiado Deckard con la cara de Harrison Ford buscando androides rubios. Hacía mucho que quería haber vuelto a ese futuro ya pasado de 'Blade Runner'. Nos muestra un mundo de un lejanísimo año 2019 donde acierta en el bombardeo de pantallas con mensajes revueltos y le hace a uno sonreír con su ingenua creencia de que en el futuro los cazadores de replicantes estropeados abrirán las páginas de un periódico para informarse en sus hojas de papel tamaño sábana.

El confinamiento me ha permitido pagar una vieja deuda: leer '¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?' de Philip K. Dyck, en que se basa la película. El libro es fascinante, más ingenuo aún que la película, muy distinto del guion cinematográfico donde se ha eliminado toda una parte filosófica en que los humanos tratan de saciar su sed de trascendencia con unas simulaciones de realidad virtual tan verdaderas o tan fraudulentas como la propia vida. Philip K. Dyck veía un futuro en el que la gente muestra su estatus y su solidaridad de humanos teniendo una carísima mascota viva, sea un conejo, una cabra o una oveja. Y yo miraba por la ventana estos días y veía a los paseadores de perros caminar por una ciudad desierta.

Después de visitar a Dyck en su laberinto me fui a saludar a Borges, otro viejo conocido que transita mundos asombrosos al que hacía mucho que no visitaba. El mundo de Borges no es tan oscuro, pese a su ceguera, sino un lugar de iluminaciones y colores inesperados. En una de las maravillosas conferencias tituladas 'Siete Noches' (accesibles en YouTube) dedicada a la ceguera explica que su universo no es oscuro sino que vive “en una neblina verdosa o azulada y vagamente luminosa”.

Volví a los cuentos de 'El Aleph' y volví a asombrarme con ese caleidoscopio bajo el escalón de un sótano que contiene el todo en una bola del tamaño de una canica. Me sentí iluminado por esa luz divina de Borges. Bebí con él del agua amarga del riachuelo de los inmortales en cuya orilla hay un hombre mugriento que es el gran poeta Homero, y recorrí la intrincada casa de Asterión, ese laberinto del solitario Minotauro.

Contagiado por la sed de laberintos, rescaté del polvo de la librería el volumen maravilloso de Paolo Santarcangeli, 'El libro de los laberintos', generosamente editado por Siruela. Me encontré en el prólogo con otro venerable y viejo conocido, el maestro Umberto Eco y el eco de sus palabras. Me pierdo por mil laberintos asombrosos de mil formas y mil leyendas que se pierden en el laberinto de las creencias y los mitos, como el del Minotauro, “ese ser sin culpa condenado por los dioses a ser cruel”.

Sigo visitando laberintos como la kilométrica red de catacumbas de París en las que se mueven los catacumbófilos en la clandestinidad más subterránea junto al aventurero profesor de Cambridge Robert MacFarlane en su último libro, 'Bajotierra' (Literatura Random House). Me arrastro con él por túneles asfixiantes, también visitamos juntos cuevas solitarias a pie de acantilados inhóspitos de Noruega en busca de manifestaciones artísticas rupestres casi invisibles dejadas en la piedra hace miles de años o el descenso a explotaciones mineras a miles de metros de profundidad donde la compañía minera ha dejado tener en lo más profundo un despacho a un científico que busca partículas fantasmagóricas que atraviesan los muros de la Tierra como si fueran en fantasma de Canterville.

Lecturas alrededor del laberinto.
Dante, cuya 'Comedia' ha sido objeto de una gran traducción de José María Micó..
Domenino di Michelino.

He decidido seguir descendiendo y he tomado asiento en la 'Comedia' (Acantilado) de Dante, con la traducción esmeradísima de Jose Maria Micó y ando ya por el octavo círculo del Inferno. El primer círculo del Infierno, donde de las personas sin pecado pero fallecidas sin haber sido bautizadas, justas pero que no murieron bajo la protección del bautismo, está lleno de poetas: Virgilio, Horacio, Ovidio... Entre esos poetas que viven en el “nobile castello” del limbo, Dante se encuentra a Homero. 

El Homero que caminaba sombrío junto al riachuelo de los inmortales de Borges. Y ver que se conectan y encajan de manera precisa Dante, Borges y Homero me tranquiliza en estos tiempos de incertidumbres. No recuerdo que estoy confinado porque sigo bajando peldaños emocionantes junto a Dante y Virgilio. Mi mundo es infinito. Toda la literatura es círculo y laberinto.

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