Los efectos del estado de alerta sacuden con fuerza al sector de la danza en Aragón

Todas las compañías han cancelado actuaciones, incluso en noviembre, y en algún caso han solicitado un ERTE

Ensayo de la compañía de danza contemporánea La Mov en el Museo Pablo Serrano
Ensayo de la compañía de danza contemporánea La Mov en el Museo Pablo Serrano
Guillermo Mestre

El sector de la danza en Aragón está sufriendo como pocos las consecuencias del estado de alerta. Hoy por hoy, lo único que se mantiene en cartel son actuaciones de compañías de fuera y a final de año: Ballet Nacional de España (noviembre) y Ballet Imperial Ruso de San Petersburgo (diciembre), ambos en el Principal. Todo lo demás, desde festivales de verano a actuaciones sueltas, está cancelado o amenazado.

«Nos han suspendido incluso galas que teníamos fuera de Aragón en noviembre –señala Manuela Adamo, codirectora de la compañía de Miguel Ángel Berna–. En abril presentábamos una nueva producción en el Principal y la hemos tenido que suspender. Todo esto nos coge cuando estábamos dando un nuevo marco legal a la compañía y cuando quedaban pendientes de resolver las ayudas de la DGA de 2019 y 2020». Adamo cifra en más de 100.000 euros lo que no facturará este año la compañía por el coronavirus. La mayor parte de ese dinero iría a los profesionales que contrata para cada proyecto o gala. «El sector de las artes escénicas es muy débil y muchos músicos, muchos artistas, necesitan tener galas y actuaciones cada mes para poder vivir. Esto es un drama», señala.

Para la compañía de danza La Mov la situación es en parte distinta pero igual de delicada. Cuenta con seis bailarines en nómina y ha presentado un ERTE. «Teníamos dos funciones este mes, dos el que viene, un estreno en junio... todo lo hemos suspendido –asegura Víctor Jiménez, director de la compañía–. Estoy muy preocupado pero confío en que el proyecto pueda seguir adelante».

La Mov fue pionera en solidarizarse con su público y, nada más decretarse la alerta, empezó a colgar en internet vídeos de sus espectáculos para que pudieran contemplarse gratis. «Era nuestra obligación –apunta JIménez–. Seguimos trabajando físicamente en casa, y aunque no es lo mismo, conozco a mis bailarines, hablo con ellos diariamente y sé que cuando todo esto acabe van a derrochar energía y volcarse con nuestro público. Confiamos en que esto pase».

Compañías más reducidas, como Tarde o Temprano Danza, también están sufriendo. «El colectivo es el hermano pobre de las artes escénicas –señala Raquel Buil–. Hay poco apoyo y mucha precariedad. Para nuestra compañía la situación está siendo muy complicada porque estábamos pendientes de presentar nueva producción. Pero el problema es tan gordo que nadie en el sector se atreve a hacer un calendario».

Elia Lozano también ha sentido el golpe, aunque su triple faceta (profesora, bailarina ‘free lance’ y coreógrafa) le hace aguantarlo mejor. Hace poco concluyó su contrato de profesora en el Conservatorio Profesional de Danza de Zaragoza, que espera renovar, y ha tenido que suspender el taller ‘Bailar por el cambio’, que había iniciado en Huesca y una ‘flashmob’, ambos impulsados desde la Universidad de Zaragoza. «En el mundo de la danza las carreras son cortas –señala–. Y el problema es que no hemos conseguido crear un sindicato o una entidad que defienda la profesión, que nos dé más protección. Por eso cuando hay una crisis sufrimos tanto».

Miguel Ángel Berna, durante su último espectáculo, presentado en el pabellón Príncipe Felipe
Miguel Ángel Berna, durante su último espectáculo, presentado en el pabellón Príncipe Felipe
Toni Galán

Mientras, la XVII edición del festival Trayectos, de danza contemporánea en la calle, está en el aire. Se iba a celebrar en Zaragoza entre el 25 y el 28 de junio, con la participación de 18 compañías nacionales e internacionales, y, aunque está todo organizado, a día de hoy no se sabe si se celebrarará, ni cómo.

«Tenemos el programa cerrado prácticamente desde enero-relata Nati Buil, organizadora de la cita cultural–. Ya está todo listo, las reservas de hoteles, los contratos redactados... Estábamos hablando con el diseñador para acabar el programa y llevarlo a la imprenta. Pero son unas fechas en las que puede haber acabado la alerta o no, y no sabemos muy bien qué hacer. Aunque quizá para esa fecha se haya levantado ya la alerta, nos imaginamos que no se podrán hacer espectáculos en la calle durante un tiempo. Para recuperar la normalidad habrá que esperar».

Buil se resiste a hablar en pasado de la XVII edición, y está buscando alternativas para el caso de que esas fechas no sean posibles. «Nuestra intención es intentar posponer, no cancelar, porque el sector de la danza tradicionalmente ha sido frágil y cualquier cancelación lo debilita aún más. Preferimos celebrar Trayectos en noviembre, o en espacios cerrados, o en combinación con otro festival... Estamos abiertos a todo tipo de fórmulas y estudiamos ya todos los escenarios posibles para el momento en que tengamos que tomar una decisión. Las compañías son conocedoras de la situación».

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