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Dalmiro Pérez Ungría, el campesino de Erla que aprendió a mirar

Este tendero y labrador, nacido en 1879 y fallecido en 1963, realizó una valiosa obra fotográfica centrada en los oficios del campo, el balneario de Panticosa y el Gigante de Sallent

Dalmiro Pérez Ungría.
Fermín Arrudi, 'el Gigante de Sallent', con algunos vecinos de su pueblo.
Dalmiro Pérez Ungría.

La fotografía, desde su presentación en París en 1839, llegó a todas partes. Se extendió rápidamente y no tardaron en aparecer los estudios y las tiendas especializadas. No solo en las ciudades como Huesca y Zaragoza, sino en el medio rural. Un buen ejemplo de ello es el fotógrafo, agricultor y tendero Dalmiro Pérez Ungría, nacido en 1879 en Erla (Zaragoza), en las Cinco Villas. Fue un artesano popular, autodidacto, no tardó en tomarle afición al arte de retratar.

En el I Encuentro sobre Patrimonio Fotográfico de Aragón, el fotógrafo e investigador Julio Sánchez Millán abordó su figura: «Dalmiro es uno de esos personajes que, además de administrar y trabajar sus tierras, el cereal y las viñas, y atender a su comercio, que abastecía a Erla de productos de alimentación, telas, herramientas y utillaje para la cocina, tuvo el atrevimiento de hacer fotografías. La cámara era, para entonces, una ‘nueva tecnología’ como se diría actualmente».

Dalmiro Pérez Ungría.
Carrera de jóvenes en las afueras de Erla con la sombra del fotógrafo.
Dalmiro Pérez Ungría.

Sin descuidar sus diversas tareas, empezó a fijarse en su entorno, tanto en Erla como en otros núcleos de las Cinco Villas, así como de la forma de vida y los oficios de la tierra, las fiestas, etc. Aprovechaba los viajes que hacía para mantener vivo su colmado, pero, en realidad, todo le suscitaba su atención: retrataba a familiares y amigos en esos pueblos del entorno, principalmente en Ayerbe, donde tenía parientes.

Agrega Julio Sánchez Millán: «Disfrutaba haciendo sus reportajes de diversos estilos, en particular de la existencia cotidiana. En sus archivos se ven las fiestas, comuniones, procesiones, grupos de gentes, paisaje –apunta–. Según me apuntaron sus nietas y nietos, realizaba composiciones corales y retratos en solitario. La contemplación de sus materiales nos dan la idea de que se había hecho a sí mismo. No es muy difícil imaginar que adquiriría de libros, revistas y que seguía la pintura costumbrista o realista como muchos fotógrafos de entonces».

Tras la cosecha, Panticosa

Todos los años visitaba el Pirineo tras la recogida de la cosecha. «Sus encuadres son más que exactos, tanto en interiores, como se ve en muchas instantáneas y las fotos de su esposa María, cosiendo a máquina, como en los exteriores. Usaba placas de cristal y cuidaba el revelado».

Julio Sánchez atisba en sus archivos elementos de originalidad: «Sus fotos del reportaje del balneario de Panticosa no tienen nada que ver con las fotos comerciales de los postaleros de la época ya que su finalidad era la reproducción exacta de los edificios y la composición de la arquitectura de esos refugios de las aguas termales, y él trabaja de otro modo. Con más libertad».

Dalmiro Pérez Ungría.
Retrato de grupo en el balneario de Panticosa, que tanto frecuentó Dalmiro.
Dalmiro Pérez Ungría.

El investigador deduce que las fotos que se conservan de Dalmiro Pérez Ungría fueron tomadas entre 1900 y 1930. Las de Fermín Arrudi, ‘el Gigante de Sallent’, debieron ser realizadas a inicios de la segunda década del siglo XX, «en alguno de los desplazamientos a Sallent y Panticosa, porque Fermín Arrudi falleció en 1913».

Dejó de interesarle la fotografía al inicio de la Guerra Civil. «Al parecer por la desilusión de lo que había visto y vivido en aquellos tres años, abandonó la fotografía como modo de expresión», concluye Julio Sánchez Millán. Se trasladó a Zaragoza y murió en la capital en 1963.

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