'Turia' celebra 35 años con el artista Víctor Mira

La revista cultural turolense dedica un monográfico de más de 100 páginas al artista que se arrojó al tren en 2003 y publica entrevistas con Manuel Vilas y Fernando Aramburu, textos de Antonio Tabucchi y artículos sobre Almodóvar, Agustín Sánchez Vidal o Alfredo Castellón

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El Premio Nobel Mario Vargas Llosa escribió: “Una persona que lee, y que lee bien, disfruta muchísimo mejor de la vida”. Y esta sentencia es una de las elegidas por el escritor y periodista Raúl Carlos Maícas para celebrar los 35 años de la revista ‘Turia’ y su número 128, de 524 páginas. Casi una Biblia cuatrimestral de las artes y las letras que nace en Teruel y se expande hacia el mundo. Otro texto, breve, de Javier Marías sobre el soneto de Quevedo, ‘Amor constante más allá de la muerte’, funciona casi a modo de obertura -"Sí, este poema es una de las más sublimes rebeliones de la historia de la literatura. Y los vivos lo seguimos leyendo: algo es algo"- de una publicación que tiene muchas cosas: el cartapacio central, coordinado por la historiadora del arte y galerista de la Casa Amarilla Chus Tudelilla, de Víctor Mira (Larache, Marruecos, 1949- Breitbrunn am Ammersee, Alemania, 2003), ese pintor y escritor que se arrojó a un tren y que quiso ser enterrado en el cementerio de Montjuic, “mirando al mar”.

Turia celebra sus 35 años con Víctor Mira

La ‘Turia’ de los 35 años -que presentó en Teruel el filósofo Javier Gomá, y que presentará el 29 en Zaragoza José María Conget, que ofrece el cuento ‘Congreso’- contiene muchas más cosas: un recuerdo minucioso y trabajado, de Gemma Pellicer y Fernando Valls, de la poeta, narradora y traductora Pilar Gómez Bedate, que pasó muchas épocas de su vida en Calaceite, con su esposo Ángel Crespo; dos conversaciones con dos de los escritores que ocupan más páginas, titulares y horas de lectura: el aragonés Manuel Vilas, autor de ‘Ordesa’, y el donostiarra Fernando Aramburu, que ya se acerca al millón de ejemplares vendidos con ‘Patria’. El primero dialoga con Fernando del Val y Aramburu lo hace con Emma Rodríguez. Juan Villalba explica la trayectoria de Agustín Sánchez Vidal, al que define como “el contador de historias”, le recuerda a Tusitala y anuncia que ha terminado una novela, “dedicada al genial cineasta Orson Welles, con la que sin duda volverá a sorprendernos”. Y la profesora Rosa Burillo cuenta, con proximidad, análisis y muchos datos, la vida y la sensibilidad de Alfredo Castellón Molina. Dice: “María Zambrano creyó en él y seguro que más de una vez pensando en Alfredo se habrá dicho a sí misma: ‘Sí. Es poeta”.

Otra jugosa aportación sin duda, en la sección de Pensamiento, es el artículo ‘Veinte fotogramas para Pedro Almodóvar’ del gran escritor italiano, ya fallecido, Antonio Tabucchi. Y en este apartado, Jesús Briones aborda la ‘Humanización de la era digital’. En los Cuadernos turolenses, Gaudioso Sánchez Brun escribe de ‘Falange, maquis. Situación política y social en la provincia de Teruel (1944-1952).

En la sección de taller de narrativa, entre otros, escriben textos Enrique Vila-Matas, que ofrece un anticipo de su libro ‘Figuras del infinito’, Manuel Hidalgo o Monika Zgustová, con un avance de su novela ‘El vaso de Goya’, y los aragoneses Soledad Puértolas, el ya citado Conget, Sergio del Molino, que presenta un diario de este verano, Joaquín Berges y Elifio Feliz de Vargas. En la sección de poesía, entre otros, están Luis Alberto de Cuenca, Chantal Maillard, Luis García Montero, Javier Lostalé, Raquel Lanseros, Pilar Adón y Martín López-Vega, pero también figura un buen puñado de autores de aquí: Ángel Guinda, Francisco Ferrer Lerín, Fernando Aínda, Juan Antonio Tello, Manuel Forega, Teresa Agustín, Marta Domínguez Ana Muñoz, Fernando Sarría, Raçuil Herrero, Mario Hinojosa. También está Pilar Gómez Bedate con seis poemas inéditos que comenta Jordi Doce. Uno de ellos es este: “El sentimiento puro, es lo que quiero, / sin hojarascas / y sin espejos deformantes: / las mismas manos fuertes y suaves / acercándose a mí llenas de amor, / esa mirada oscura y luminosa / y la boca impaciente”.

Turia celebra 35 años con el artista Víctor Mira

Víctor Mira se sentía el 'quinto perro': con Gracián, Goya, Buñuel y Antonio Saura. He aquí un homenaje al pintor de Fuendetodos. Heraldo.

El corpus Víctor Mira

El cartapacio de Víctor Mira -del que se expone en el museo Pablo Serrano la muestra ‘Viaje de una generación’, con textos de Mariano García, escritor y periodista cultural de HERALDO- consta de 120 páginas, en el que se intenta abarcar su compleja personalidad y la variedad, hondura y dramatismo de su obra. “Víctor Mira dibujó, pintó, escribió, hizo esculturas, objetos, cerámicas y fotografías, conoció los secretos de la gráfica y viajó para sobrevivir”, dice Tudelilla, en su retrato del artista, que había escrito en su libro ‘En España no se puede dormir’: “Al aumentar mi desarraigo me fui quedando cada vez más libre y cada vez más solo”.

Fernando Castro Flórez explica su melancolía más radical, sus fuentes, su modo de trabajar, y señala: “Acaso la gran influencia en la obra de Víctor Mira sea España y lo español, asumido desde una suerte de versión particular del sentimiento trágico, con la obsesión de la patria definitivamente perdida”.

Turia celebra 35 años con el artista Víctor Mira

A Víctor Mira le interesaba mucho la cerámica y desarrolló sus obsesiones a través del barro. Heraldo.

Alejandro Ratia, poeta y crítico de arte de HERALDO, lo escruta a la luz de sus textos; Alberto Castán se acerca el artista casi como un espectáculo, a la manera de Dalí, Andy Warhol y Joseph Beuys; David Cortés analiza la música en su obra; Rafael Campos, el teatro; Miguel Ortiz Albero se zambulle en su condición misteriosa de poeta; Raúl Carlos Maícas habla de su poemario ‘Humus’, que inauguró una colección en la Diputación de Zaragoza, con diseño de Versus. La poeta Amalia Iglesias estudia sus vínculos turbulentos con España y el periodista de arte Javier Díaz-Guardiola entrevista a artistas, galeristas, coleccionistas o amigos como Javier Codesal, Miguel Marcos (“Yo creo que era un artista completo”, dice), Javier Lacruz (“La muerte de Mira fue su última gran creación”, sostiene), Pepe Navarro y Carlos Taché, que envía una nota sobre el pintor: “Cuando supe de su suicidio, pensé que se había liberado, ya que siempre he creído que era un artista poseído”. Tudelilla redacta un ‘Curriculum vitae’, y también se recupera un texto de 2001 de su exposición ‘Apología del éxtasis’, donde se puede leer: “A los artistas, cuando lo son de verdad, no se les da oficialmente por nacidos, y deben vivir ocultos. En semejante desamparo, el arte se defiende no admitiendo los dictados de los dictadores”.

Está claro: Víctor Mira no se suicidó en Alemania en noviembre de 2003, sino que anda por ahí, oculto entre los bosques, con la cabeza llena de incitaciones y fantasmas, y proclamando a los cuatro vientos: “El arte, como la libertad y el amor, es una cosa extraordinaria”.

Fernando Navarro e Isidro Ferrer son los encargados de las ilustraciones.

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