Aquella visita del atleta Hicham el Guerrouj en Zaragoza

El mediofondista marroquí fue la figura del I Gran Premio Gobierno de Aragón, de junio de 2004, que precedió a sus grandes victorias en las Olimpiadas de Atenas, en 1.500 y 5.000 metros

El Guerrou,  rodeado de niños del Colegio Público Cortes de Aragón en Kasan.
El Guerrou, rodeado de niños del Colegio Público Cortes de Aragón en Kasan.
Oliver Duch

La leyenda del medio fondo contempla figuras indiscutibles como Sebastian Coe, Said Aouita, Nourredine Morceli e Hicham el Guerrouj (Marruecos, 1974). Este corredor, afilado y simpático, aún atesora los récords del mundo de 1500 y la milla, inabordables, en 3.26.00 y 3.43.13. El 7 de junio de 2004 visitó Zaragoza para participar en el I Gran Premio Gobierno de Aragón; había ganado cuatro títulos mundiales –1997, 1999, 2001 y 2003– y había sido subcampeón olímpico en Sydney.

Luis Sol era entonces el presidente de la Federación Aragonesa de Atletismo. “Cuando llegué vi que teníamos una deuda enorme y no había dinero. Hablé con el presidente Odriozola y le propuse organizar cosas. A nosotros nos pagarían por la gestión y todo eso. Era una manera de ir soltando lastre. Por otra parte, fui al Pignatelli y le planteé la idea al presidente Marcelino Iglesias y a su equipo. Aceptaron. Se trataba de hacer una gran cita internacional, en conexión con la Federación Española de Atletismo, y logramos traer a Hicham el Guerrouj”, explica.

El atleta Hicham el Guerrouj en Zaragoza

Llegó a Zaragoza en AVE el día 7 de junio. Luis Sol lo fue a buscar a la Estación Zaragoza-Delicias. “Me pareció un hombre cordial, cercano y afectuoso. No iba de nada. Hablaba un poco de español. Se fue al hotel Meliá hacia las 18.30 de la tarde y dijo que quería probar la pista. Yo estaba un poco intranquilo porque quería plantearle que fuese a un colegio zaragozano para hablar con los chicos. Queríamos contagiar la pasión por el atletismo desde abajo. Aceptó con naturalidad”. Por otra parte se acababan de inaugurar las pistas del Centro Aragonés del Deporte (CAD) con la superficie sintética que había instalado Mondo y era una buena competición para probarla. “La elogió”, señala.

Esa tarde ofreció una rueda de prensa. Miguel Gay captó su obsesión en titulares en HERALDO: “Mi único reto es el oro olímpico”, dijo, y observó que “los Juegos Olímpicos son un acontecimiento deportivo, pero también político. Eso provoca una gran presión sobre los atletas”.

Antes de la carrera, por la mañana, visitó el Colegio Público Cortes de Aragón, en Kasán. Jesús Torralba, director del centro, era entonces profesor de Educación Física. «Nuestro secretario anterior, Ramiro Serrano, apasionado del atletismo, fue muy importante en el centro. El Guerrouj era un gran deportista, un gran campeón –dice–. Fue muy agradable, lleno de humanidad y humilde. Los niños, de 9 a 12 años, lo avasallaban literalmente, querían hacerse fotos con él. Jamás le vimos un gesto de incomodidad. Nos impresionó a todos». Jesús Torralba dice que a los alumnos les llamó la atención su complexión, su cuerpo afilado, moreno. “Me comentaron luego su extremada delgadez, su fibrosidad y su simpatía”, recuerda. Pocos meses después, en Atenas, ganaría dos medallas de oro olímpicas: la de 1500 y 5000. “Recibió poco después el Premio Príncipe de Asturias, creo”, dice Jesús. Así fue.

El Guerrouj dijo que quería correr en torno a 3.30 o 3.31. Se fue algo más allá, a 3.36.43, y hubo de apurar y exhibir su magnífico esprint final, la aceleración secreta que poseía, para vencer al keniata Alex Kipchirchir y la fuerza del viento. Diría al final: “Soy un atleta de ritmo rápido, pero contra la naturaleza es imposible luchar”.

El Guerrouj regresó a Zaragoza en 2005, dio una charla en la CAI, visitó al presidente Marcelino Iglesias, pero al final no pudo correr por una lesión. Se retiraría en 2006 con un palmarés impresionante.

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