Por
  • Jorge Sanz Barajas

El pirómano bombero

El pirómano bombero
El pirómano bombero
Pixabay

APerplejo le asombra la política de la nueva Italia. En buena lógica, Giorgia Meloni y su ministro de infraestructuras –el inefable Matteo Salvini– van a multar a los bomberos por provocar, con su labor de salvamento, los incendios que pretenden apagar. 

Se dice que harán lo mismo en breve con los sanitarios, cuya labor produce las enfermedades que dicen tratar. ¿Debería preocuparse la policía? ¿Multarán a las patrullas que acudan con excesiva diligencia a una urgencia? Si usted denuncia en Milán, la brigada llegaría desde Nápoles. ¿Lo mismo pasará con las ambulancias? ¿Las multarán por exceso de velocidad? No se escandalicen, por Dios, ¿acaso no vieron el naufragio de Crotona? Solo están probando la estrategia con los barcos de salvamento marítimo: por ejemplo, si usted naufraga en aguas italianas y las patrullas costeras o los buques de salvamento acuden al rescate, serán considerados traficantes de personas y se decomisará el buque. 

En caso de hundimiento frente a la costa de, digamos, Crotona, el barco que saldría a socorrerle, si lo autoriza el ínclito Salvini (para los olvidadizos: el de la camiseta de Putin), zarparía de Génova, los recogería y los desembarcaría con suerte en Marsella o Barcelona. Personal sanitario, psicólogos, mediadores interculturales, voluntarios, todos sus salvadores serían acusados y procesados como traficantes de personas. Esto es irreal como la vida misma. Tomen nota de estos pirómanos que se disfrazan de bomberos. También están aquí.

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