El asesino de Morata se arruinó tras vender su locutorio para prestar dinero a los hermanos en busca de un pelotazo

Las víctimas habían prometido devolver al paquistaní el doble de los 50.000 euros que les entregó cuando recibieran los siete millones de la falsa herencia de los militares norteamericanos

EFE

El triple crimen de los hermanos de Morata de Tajuña encierra una doble estafa basada en la codicia, según comienzan a sospechar los investigadores del Grupo de Homicidio de la Guardia Civil. Por un lado el ya conocido engaño 'amoroso' a las hermanas Gutiérrez Ayuso que enviaron hasta 400.000 euros en unos siete años a dos falsos 'novios' militares norteamericanos con el fin de cobrar una supuesta herencia de 7 millones de euros.

Por otro lado, el probable engaño en el que cayó el asesino confeso de Francisca Amalia, Ángeles y Pepe, el paquistaní Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, quien, según revelan fuentes del caso, llegó a vender el próspero locutorio informático y de transferencias que regentaba en la cercana localidad de Arganda del Rey para poder prestar dinero a los hermanos y poder así entrar en el 'negocio' de la herencia de los militares norteamericanos por el que esperaba obtener un beneficio cercano a los 50.000 euros en solo unos meses.

Chouhdary, que por consejo de su abogada se ha desdicho de su primera declaración y que hasta su agresión a martillazos el 24 de febrero de 2023 a Francisca no había tenido antecedentes penales y había conseguido la nacionalidad española sin problemas, jamás se había dedicado a los negocios de prestamismo ni en España ni en su Punyab natal. Hasta que se cruzó a los hermanos Gutiérrez Ayuso.

El hispano-paquistaní -relatan los investigadores- ha asegurado en sus primeras declaraciones que conoció a Francisca Amalia y a Ángeles en el locutorio que regentaba en el número 15 de la calle Juan de la Cierva en Arganda del Rey, a solo once kilómetros de Morata de Tajuña, y en el que el ahora detenido se ganaba la vida dando "servicios técnicos e informáticos", haciendo fotocopias, enviando fax y, sobre todo, haciendo envíos de dinero al extranjero.

Clientas habituales

Las hermanas comenzaron a acudir con asiduidad hace años a ese locutorio para hacer las transferencias internacionales que les reclamaban los falsos militares estadounidenses. Enseguida se convirtieron en las mejores clientes de Chouhdary dada las importantes remesas que enviaban, a veces de hasta 30.000 euros en una tacada.

A principios de 2022, Dilawar Hussain Fazal Chouhdary, tras entablar una relación muy cercana con las dos mujeres durante años, supo de la existencia de la supuesta herencia. Fue entonces cuando -apuntan fuentes de la investigación- el paquistaní decidió entrar en el negocio. El trato fue que él vendería el local del locutorio y les prestaría una cantidad cercana a los 50.000 euros, a cambio de que las hermanas le devolvieran unos 100.000 euros a finales de ese año o primeras semanas de 2023. El acuerdo también incluía que el paquistaní, que se quedaba casi sin recursos, se fuera a vivir gratis como inquilino en la casa de Morata de Tajuña donde el pasado jueves se encontraron los cadáveres de los tres hermanos.

Pero el dinero nunca llegaba y Chouhdary se dio cuenta del engaño a finales de 2022. El 10 de enero de 2023, un mes y medio antes de los martillazos que le llevaron a prisión, ya propinó a Francisca Amalia un "bofetón". La Policía Municipal, según los atestados, acudió al domicilio, pero la mujer se negó a presentar denuncia.

Cuando a las 9.45 el 24 de febrero de 2023 Chouhdary la emprendió a martillazos con Francisca Amalia Gutiérrez todavía vivía en la casa de Morata, tal como revelan los atestados, que subrayan que la agresión se produjo cuando las dos hermanas "se disponían a acceder al domicilio" cuando el paquistaní "abrió la puerta" del interior y empezó a golpearla.

Después de la detención del paquistaní por aquella agresión y su encarcelamiento, los hermanos Gutiérrez no se quedaron ni mucho menos tranquilos. En la casa de la calle Calvario Bajo de Morata, donde se encontraron los cadáveres, los agentes hallaron una pistola de fogueo que los Gutiérrez habrían adquirido recientemente para defenderse.

Lo que no tuvieron en cuenta las víctimas -apuntan fuentes del caso- es que paquistaní se quedó con unas copias de las llaves que le iban a permitir entrar en la casa para asesinarles, de nuevo a golpes, cuando durmieran como venganza por la estafa de la herencia que nunca llegó.

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