Sánchez desvincula su investidura de un posible fracaso en la Mesa del Congreso

El líder del PSOE ofrece fomentar las lenguas cooficiales y Junts responde que solo acepta la amnistía y la autodeterminación.

Sánchez, con la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y la vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero.
Sánchez, con la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, y la vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero.
J. C. Hidalgo/EFE

La euforia que mostró el PSOE la noche del 23-J se ha desinflado día tras días en la misma medida que desde Junts se ha insistido, una y otra vez, en que sin una amnistía y el derecho de autodeterminación Pedro Sánchez no contará con sus votos. El pulso entre los socialistas y la formación independentista vive este jueves su primera prueba de fuego con la votación que decidirá la composición de la Mesa del Congreso. Junts ha decidido tensar la cuerda al máximo al convocar una reunión de su directiva para las ocho de la mañana, dos horas antes de que comience la sesión constitutiva en la Cámara baja.

Dados el sistema de votación -que se ejerce de forma secreta- y la aritmética parlamentaria, solo caben tres posibilidades. La primera pasa por que la formación de Carles Puigdemont apoye una mayoría progresista con un socialista al frente de la Presidencia de la Cámara baja, lo que sin comprometer nada de cara a una futura investidura de Sánchez sí proporcionaría a los independentistas un grupo parlamentario propio, con las ventajas económicas que ello conlleva. Si Junts no respalda a la candidata socialista Francina Armengol, la Presidencia recaería en manos del PP y supondría un primer paso hacia una repetición electoral dado que el control de los populares de las dos cámaras haría en la práctica imposible un gobierno de la izquierda. 

Existe un tercer escenario e intermedio que ha sido propuesto por la única diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido. Este pasa por que el PNV presida la cámara y ejerza como árbitro entre las fuerzas de izquierda y de derecha. Los nacionalistas vascos no se han pronunciado, pero de dar el paso figurarían en la fotografía junto a los diputados de Vox, un lastre que se antoja demasiado pesado a un año de unas elecciones autonómicas tras las que el lehendakari Iñigo Urkullu aspira a renovar su mandato gracias a su alianza con los socialistas vascos.

Sánchez reunió este miércoles a su grupo parlamentario para dedicarle un discurso a modo de arenga ante el panorama institucional que se avecina y sacar pecho de unos resultados que, salvo el CIS, daban la batalla electoral por perdida para los socialistas. El presidente del Gobierno en funciones insistió en que no renuncia a la investidura, aun en el caso de que Junts boicotee la mayoría progresista en la Mesa del Congreso. Ante sus parlamentarios, el secretario general del PSOE denunció supuestas presiones del PP a Felipe VI para que designe a Alberto Núñez Feijóo como candidato a la investidura por mucho que no le den los números para sacarla adelante, al menos por ahora. «Esta no es la hora de presionar al jefe del Estado, ni de cábalas mágicas, es la hora de la democracia parlamentaria», resumió para presentarse como único candidato capaz de evitar la repetición electoral.

El líder socialista, que en sus discursos más importantes acostumbra a lanzar anuncios políticos, se comprometió a apoyar el uso de todas las lenguas cooficiales dentro de la UE, lo que incluye el Congreso y el Senado. «España habla en castellano, pero también en catalán, euskera y gallego. Vamos a impulsar su uso en las instituciones comunitarias», señaló en un claro guiño a sus potenciales socios catalanes, vascos y gallegos. Todos y cada uno de ellos le son necesarios en su empeño de permanecer en la Moncloa.

Líneas rojas de Puigdemont

El expresidente catalán volvió a amenazar a los socialistas a menos de 24 horas de la votación en el Congreso. «No tenemos ninguna confianza en los partidos políticos españoles», señaló Carles Puigdemont desde su cuartel general en Waterloo. «No podemos avanzar a base de promesas formuladas por quien siempre las incumple, por lo que son necesarios hechos comprobables antes de comprometer ningún voto» insistió el líder de Junts, quien volvió a situar como «puntos cardinales» de la negociación con los socialistas la amnistía y el derecho a la autodeterminación, dos exigencias inasumibles para Pedro Sánchez.

Mientras Junts deshoja la margarita, Esquerra se mantiene en silencio. Los republicanos catalanes se han visto empujados por la cerrazón de Junts a presentar mayores exigencias al PSOE a cambio de su apoyo, pese a que también dependen de una mayoría progresista para contar con un grupo parlamentario propio. Y no solo eso. ERC gobierna la Generalitat catalana en solitario gracias al beneplácito de los socialistas catalanes.

Sumar es la fuerza política en la izquierda que mayor grado de optimismo mantiene dentro de la izquierda. Yolanda Díaz reunió a sus 31 diputados en el Congreso para exigirles voluntad y diálogo de cara a reeditar una coalición de izquierda con Sánchez como presidente. La vicepresidenta segunda en funciones reveló que tanto ella como el exdiputado Jaume Asens mantienen conversaciones al más alto nivel con la dirección de Junts, o lo que es lo mismo, con Carles Puigdemont, el prófugo de la justicia española que dará el veredicto sobre quién preside la Mesa del Congreso y, a la postre, se haga con la Moncloa. 

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