POLÍTICA

Sánchez y Feijóo se miden en el voto femenino tras corregir a Montero y acordar con Vox

Los socialistas hallan un filón en la negación por los de Abascal de la violencia de género, mientras los populares dicen encarnar "el feminismo sensato".

Nuevo debate en el Senado, con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo
Nuevo debate en el Senado, con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo
EFE / Europa Press

El censo oficial de los votantes residentes en España sigue distinguiendo entre hombres y mujeres, sin plasmar a esa minoría social que se siente 'no binaria' y que ha aflorado en los nuevos debates políticos y sociales de una legislatura marcada como ninguna otra -ni siquiera aquella iniciática de 2008 con la socialista Bibiana Aído- por las políticas del Ministerio de Igualdad. La mayoría -18.145.019- de los 35 millones de electores que viven en el país y están llamados a las urnas el 23 de julio son mujeres.

Mujeres que se declaran feministas o no, y que dentro del propio movimiento que hace bandera expresa de sus derechos proyectan sensibilidades ideológicas dispares. Nunca como antes tampoco el PSOE y el PP han pugnado como lo están haciendo por una bolsa de sufragios tradicionalmente afín a la izquierda y, singularmente, a los socialistas.

Los dos grandes partidos ya lo hicieron, a la espera de desmenuzar ese escrutinio, el 28 de mayo. Pero los previos a las generales de dentro de un mes están reajustando el campo de batalla sobre dos variaciones sustanciales en el guion: el orillamiento, por una parte, de quien había convertido esta legislatura el Ministerio de Igualdad en un fortín de Unidas Podemos, Irene Montero, vetada por Yolanda Díaz en las candidaturas de Sumar y, sobre todo, enmendada ya de forma explícita por el presidente Sánchez tras el volantazo con la contrarreforma de la ley 'solo sí es sí'; y, por otra, el impacto de los pactos que está suscribiendo el PP con Vox, que en la Comunidad Valenciana y Baleares han derivado en la dilución de la especificidad del maltrato machista en la genérica "violencia intrafamiliar" y que acaban de aupar a la presidencia de las Cortes de Aragón a una mujer, Marta Fernández, que este sábado volvió a poner el dedo en la llaga que interpela al partido de Alberto Núñez Feijóo en una entrevista en HERALDO DE ARAGÓN: "La violencia de género no existe. ¿Qué es el género?", se preguntó, retadora.

Con el PSOE explotando el filón -este sábado lo hizo el presidente en Canarias- que le han proporcionado los populares, afanados en intentar desmontar con su compromiso contra los feminicidios el enredo al que le somete el negacionismo de la extrema derecha, y los de Feijóo persuadidos de que, palmo a palmo, han ido comiendo el otrora "camino expedito" de los socialistas con el voto femenino, el CIS ha medido fuerzas primero ante el 28-M y ahora ante el 23-J. La encuesta 'flash' previa a las elecciones municipales y autonómicas reflejaba un empate técnico entre las mujeres que se mostraban dispuestas a dar su papeleta al PSOE- el 21,5%- y las que lo hacían al PP -el 21,1%-. Los socialistas mejoran posiciones en el barómetro de abril de cara ya a las generales, aunque le distancia continúa siendo mínima: el 23% frente al 22% de sus adversarios.

La posición de Valcárcel

Con todo, es la comparación con las prospecciones sociológicas de los comicios municipales y de las legislativas de 2019 la que describe la fuga que ha sufrido el partido de Sánchez esta legislatura en el caladero electoral de las mujeres; hasta el punto de que el presidente ha tenido que llamar a recomponer un "feminismo integrador" de cuyo desguace ha venido a culpar a la estrategia y el discurso de Irene Montero pese a que él y el Gobierno respaldaron, colegiadamente, las controvertidas leyes de Igualdad antes de que todo saltara por los aires por las rebajas de penas a agresores sexuales a causa del 'solo sí es sí'.

El porcentaje de electoras que asegura haber votado al PSOE en el ciclo en las urnas de hace cuatro años superaba entonces el 30%. La erosión es evidente y, más allá de la frialdad de las cifras, se traduce en el capote prestado a Feijóo esta misma semana, en pleno cuestionamiento ya de las alianzas con Vox, por la filósofa Amelia Valcárcel, voz autorizada del denominado 'feminismo clásico' que interpreta las leyes de Montero -en especial, la trans- como un ataque a la lucha histórica por la igualdad de las mujeres.

El PP se apoya en ese aval icónico, en su decisivo apoyo al PSOE para que prosperara la contrarreforma del 'solo sí es sí' o en el reajuste de su posición sobre el aborto, con Feijóo aceptando la ley de plazos vigente declarada constitucional por el TC, para reivindicarse ahora como el partido del «feminismo sensato». Una definición propia en la que los populares intentan situarse ante este 23-J en el justo medio entre "aquellos que niegan las problemáticas de las mujeres" -Vox- y quienes "convierten a los hombres en el problema de las mujeres" -la izquierda más radical-. En Génova creen, incluso, que puede beneficiarles haber "plantado cara" a la extrema derecha dando por asegurado el combate contra la violencia machista más allá de la retórica de sus acuerdos con ellos.

Los socialistas no compran el argumentario, convencidos de que el cariz de esos pactos y cómo los justifica Feijóo le retrotraen a un «pasado» tenebroso. Aunque la bandera feminista del PSOE también se ha decolorado con la marginación en sus listas de la secretaria de Igualdad, Andrea Fernández, en la práctica la número cuatro del partido y quien confrontó con Podemos durante el cisma por el 'solo sí es sí'. Fernández ha quedado relegada a número dos por León, puesto por el que no será elegida salvo sorpresa.

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