POLÍTICA

Dos vicepresidentas en campaña

Con Irene Montero defenestrada y Carmen Calvo orillada, Nadia Calviño y Yolanda Díaz tratan de erigirse en referentes feministas.

Nadia Calviño y Yolanda Díaz
Nadia Calviño y Yolanda Díaz
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Fue una frase de la ministra de Economía, Nadia Calviño, la que el pasado lunes dio pie a Pedro Sánchez a hablar de unos de esos asuntos que marcarán la campaña para las elecciones del 23 julio: la "incomodidad" que, según dijo, sienten muchos hombres de 40 y 50 años -entre ellos, afirmó como para reforzar la idea, sus propios amigos- al oír los discursos de la que ha sido durante toda la legislatura su ministra de Igualdad, Irene Montero.

La vicepresidenta había defendido la semana anterior en Onda Cero que ella tiene una visión "igualitaria" del feminismo para evitar sacudir directamente a la dirigente de Podemos al tiempo que dejaba clara su escasa sintonía con ella. El entrevistador, Carlos Alsina, tiró de ese hilo, puso el capote y el presidente entró. "Esa apelación a un feminismo integrador -dijo- es la tarea pendiente del progresismo para los próximos años".

Nada fue casual. Calviño no irá en las listas electorales del PSOE para el 23 de julio, como tampoco lo hizo en ocasiones anteriores, pero eso no es óbice para que Sánchez la haya elegido como tándem de campaña con el objetivo de conquistar al electorado más moderado y fronterizo con el PP. Que debido a su cargo y su perfil el jefe del Ejecutivo quiera utilizarla para confrontar con Alberto Núñez Feijóo en materia económica no tiene nada de extraño ("nosotros tenemos a Nadia y ellos a nadie", es el chascarrillo con el que se deleita en sus actos).

Sin embargo, el presidente espera que también desempeñe un papel relevante en un ámbito en el que, paradójicamente, los socialistas han quedado algo cojos tras la defenestración, en julio de 2021, de Carmen Calvo como número dos del Gobierno.

El 'pedigrí' feminista de Calviño no es comparable al de su antecesora, que siempre fue activista de la cosa y tuvo entre sus responsabilidades el Ministerio de Igualdad en la primera legislatura. Pero hace tiempo que al carácter más técnico de su desempeño ha sumado otro más político, en el que ha ido creciendo con sus intervenciones en las sesiones de control al Gobierno en el Congreso y en el que se siente cada vez más cómoda. Y no ha dudado en utilizarlo también para la promoción de la causa de las mujeres.

Su principal aportación a la materia fue una decisión tan minúscula como trascendente: su negativa a posar para fotografías en las que únicamente hubiera hombres, algo relativamente frecuente en el mundo empresarial. Situada en órbita, Sánchez quiso que fuera ella quien presentara también la ley que obligará al Ibex 35 a tener en sus consejos a 40% de mujeres.

Con Irene Montero defenestrada por Sumar, Calviño compite en ese terreno, y en el espacio de la izquierda, con la también vicepresidenta Yolanda Díaz que, pese a ejercer un liderazgo menos amigo de la confrontación que el de la cúpula dirigente de Podemos y haber dejado entrever en su momento que tampoco compartía la negativa férrea de la ministra a modificar la ley del 'solo sí es sí', esta semana se vio en la obligación de cuestionar el planteamiento del presidente. "Cuidado con lo que decimos. No hay relativismo cultural cuando hay derechos humanos. El feminismo claro que interpela", replicó.

'Cara a cara' masculino

Díaz hace bandera de un liderazgo femenino que se hace notar tanto en las formas (desde el tono de voz y la manera de dirigirse al otro hasta el aspecto físico) como en el fondo, y asume que, como única mujer que aspira en estas elecciones a la presidencia del Gobierno, tiene un baza que jugar. Lo ha hecho incluso para reprochar a Sánchez que propusiera la celebración de varios 'cara a cara' electorales a Alberto Núñez Feijóo y reclamar también su presencia en ellos. "La imagen de dos hombres debatiendo deja fuera al 50% de las mujeres", alega.

La ministra de Trabajo, que en una entrevista con Jordi Évole no perdió ocasión de subrayar que había visto en el presidente del Gobierno comportamientos machistas, tampoco reivindica la labor de Montero (con leyes tan divisivas para el feminismo como la 'ley trans') sino la suya propia: una reforma laboral para reducir la temporalidad en el empleo y una subidas del Salario Mínimo Interprofesional que han tenido como principales beneficiarias a las mujeres.

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