Los barones del PP se resisten a pactar con un Vox envalentonado por el ‘efecto Valencia’

Se mantienen firmes en no dejar entrar en los gobiernos a los de Abascal, que exigen su cuota de poder bajo la amenaza de repetición electoral.

Feijóo, a su llegada este lunes a un desayuno informativo donde presentó el decálogo de medidas que adoptará si llega tras el 23-J a la Moncloa.
Feijóo, a su llegada este lunes a un desayuno informativo donde presentó el decálogo de medidas que adoptará si llega tras el 23-J a la Moncloa.
EFE

La presentación en sociedad, a cargo de Vox, del acuerdo alcanzado con el PP en la Comunidad Valenciana pilló por sorpresa a miembros del comité de dirección de Alberto Núñez Feijóo, a las estructuras territoriales y también a dirigentes regionales y provinciales. Apenas en 24 horas se había pasado de vetar desde Génova al candidato de Santiago Abascal, condenado por maltrato, a su sacrificio y posterior inclusión como cabeza de lista de la formación para el Congreso y al cierre exprés, en un primer encuentro entre los equipos negociadores, de una alianza que ponía la primera piedra del futuro Gobierno de coalición que presidirá Carlos Mazón. Una urgencia para nada compartida por algunos barones populares que han visto cómo sus negociaciones con la derecha radical se complicaban al subir la apuesta y encarecer al alza sus apoyos. «Se han venido arriba y quieren lo mismo que en Valencia. Es un abuso», reconoce uno de los dirigentes afectados.

En Murcia, Vox ha puesto precio a la investidura de Fernando López Miras y amenaza con la repetición electoral después de que los populares dejaran al partido de Abascal fuera de la Mesa de la Asamblea regional. Habían exigido la Presidencia de este órgano parlamentario, una reclamación que creen lógica después de que Ciudadanos la hubiera tenido la pasada legislatura con tres diputados menos de los que la formación ultraderechista cosechó en las elecciones del 28 de mayo.

Una propuesta «desproporcionada» a ojos de los populares murcianos, que recuerdan que López Miras logró el 43% de los votos -el tercer mejor resultado del partido a nivel nacional- y se quedó a tan solo dos escaños de la mayoría absoluta. «Murcia no es Valencia», apuntan igualmente en Génova, donde las investiduras de sus barones se les están empezando a atragantar. En la dirección nacional buscan replicar el ‘modelo Ayuso’; es decir, conseguir el respaldo de Vox a la investidura sin contrapartidas -Rocío Monasterio no ha entrado nunca en el Gobierno madrileño- manteniendo la mano tendida para alcanzar luego acuerdos a lo largo de la legislatura.

Órdago con un nuevo 28-M

Esta opción, sin embargo, no la contemplan en la formación de Abascal, que limita ya las posibles negociaciones con el PP a dos escenarios: o la repetición de elecciones o la entrada en el nuevo Ejecutivo de López Miras. «En Génova están rabiosos por Valencia y quieren entorpecer la negociación», señalan los voxistas, que piden «respetar la voluntad» del electorado murciano y recuerdan que fue en esta región donde obtuvieron su mejor resultado en los comicios de hace tres semanas.

López Miras ha sacado músculo frente a la extrema derecha y se niega a abrirle las puertas de su Gobierno pese al órdago lanzado. Dice estar vacunado contra las coaliciones tras su experiencia fallida con Ciudadanos, que acordó con el PSOE una moción de censura que no prosperó y que terminó por desestabilizar todo el tablero nacional. Aun así, en su entorno confían en que Vox «se avenga a dialogar» en los próximos días y apueste por una alianza externa de legislatura a cambio de ciertas concesiones legislativas. Una vez constituida la Asamblea regional comienzan a correr los plazos; esto es, cinco días para la constitución de los grupos y diez para que la presidenta de la Mesa proponga, tras una ronda de contactos, una fecha para la investidura del candidato del PP.

Pese al encontronazo de Murcia, que en Vox no se esperaban, los de Abascal continúan las negociaciones en otras comunidades sin que, por el momento, haya avances. El resto de barones que necesitan sus apoyos se resisten a seguir el ejemplo valenciano. En Extremadura, María Guardiola, mantiene como López Miras su intención de gobernar en solitario y se reafirma en que, si hace falta, forzará una repetición electoral. Prueba de ello es que ha ofrecido a la formación ultraderechista la presidencia del Parlamento regional y un acuerdo programático de quince puntos que ésta ha rechazado.

«Lo tiene bastante claro», señala un presidente autonómico, que advierte de los riesgos que entraña, no obstante, volver a poner las urnas. Más si cabe cuando en el caso extremeño fue el PSOE de Guillermo Fernández Vara el que se impuso en número de votos, aunque empató con el PP en escaños (28). «Las elecciones las carga el diablo», advierte otro barón con mando en plaza.

Líneas rojas

En vísperas de la constitución de la Cámara extremeña, que sin entendimiento entre la derecha puede dejar en manos de los socialistas la Presidencia, Abascal reiteró que sus «líneas rojas» en las negociaciones con el PP de Feijóo siguen siendo las mismas: que se respete a sus votantes, que quienes no tienen la mayoría absoluta asuman que no tienen la hegemonía y que Vox «existe».

En Baleares, donde hoy también se constituyen las Cortes, las negociaciones para hacer presidenta a Marga Prohens están «encauzadas» y el acuerdo, según las fuentes consultadas, podría estar al caer. Los populares decidieron meter presión a Vox y no apurar el plazo que tenían hasta el día 27 después de que los voxistas hayan endurecido sus exigencias bajo las directrices de Abascal, reclamando entrar en el Ejecutivo autonómico a imagen y semejanza de la Comunidad Valenciana. Al igual que su homólogo murciano, Prohens solo necesita la abstención de Vox para su investidura e insiste en gobernar en solitario haciendo valer sus 26 diputados, a cuatro de la mayoría absoluta, y sumando más que toda la izquierda junta (25).

Aunque no ha entrado a un cuerpo a cuerpo directo como sus compañeros de Murcia y Extremadura, el aragonés Jorge Azcón no se dejará influenciar por el pacto cerrado por Mazón y no cederá a la derecha radical ninguna cuota de poder. A diferencia de Valencia, donde hay un escaño de Vox por cada tres del PP, en Aragón esa proporción es de uno por cuatro (siete diputados de la formación ultraderechista frente a 28 del PP). «No hay prisa. Tenemos tiempo», sostiene el entorno del exalcalde de Zaragoza, consciente de que puede minimizar a los de Abascal pactando con Teruel Existe o con el PAR. 

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