Los socios temen que la quiebra de Podemos y Díaz frustre otro mandato de Sánchez

ERC, que compite por el electorado también con los comunes de Colau, mantiene las espadas en alto con la vicepresidenta desde la reforma laboral

La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en un acto de Sumar.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en un acto de Sumar.
Víctor Lerena

"¿Invitados al Magariños?... Nosotros ya sumamos". La ironía la firmaba un dirigente de EH Bildu en las horas previas a que Yolanda Díaz formalizara su candidatura a la Moncloa en el multitudinario acto del Domingo de Ramos en el polideportivo madrileño. 

Pero más allá del comentario malicioso, que remite al recelo de fondo sobre Díaz que anida en dos de los socios esenciales -la izquierda independentista vasca y Esquerra Republicana- del Gobierno de Sánchez, la quiebra que el lanzamiento de Sumar ha abierto entre su promotora y Podemos inquieta ya a quienes sostienen desde fuera la insuficiente mayoría del Ejecutivo. 

El temor es obvio: que una irreversible división de las izquierdas españolas allane el camino hacia el poder de las derechas en las generales previstas para final de año e impida la reelección de Sánchez. Otra representante de Bildu -su portavoz en el Congreso, Mertxe Aizpurua- etiquetó este jueves el posible efecto de la falta de unidad: un "cataclismo" electoral.

La convicción de que no habrá suma que valga frente al PP y Vox si el universo a la izquierda del PSOE implosiona -y el primer test son las autonómicas y municipales del 28-M- lleva tiempo arraigando en el soberanismo catalán y vasco que proporciona cobertura al Gobierno y que confía en que las cuentas den para reeditarlo. 

Tras el examen que supuso también para ellos la traumática primera votación de la reforma de la ley del 'solo sí es sí', que extendió el divorcio PSOE-Podemos al bloque de investidura -el PNV se ha alineado con los socialistas mientras ERC y Bildu están apuntalando con sus enmiendas las tesis de la ministra Irene Montero-, los aliados vieron venir el nuevo quebradero de cabeza desde la escenificación del 'ticket' electoral Sánchez-Díaz en la moción de censura de Vox. 

Fuentes de ERC y de Bildu han incidido también en una tesis recurrente: que la una y los otros están "condenados a entenderse" si quieren evitar una fragmentación de voto que arruine las opciones de Sánchez de rebasar en apoyos a las derechas. 

Pero nadie lo había expresado hasta ahora, en voz alta y de manera tan descarnada, como Mertxe Aizpurua. Según advirtió la portavoz parlamentaria de EH Bildu en una entrevista en Radio Euskadi, si las izquierdas no corrigen el rumbo de la división, todo irá "a peor" y la legislatura del primer Gobierno de coalición desde la Segunda República quedará "como un espejismo". 

"Todo el mundo es consciente de que si no hay unidad, aquí puede haber un cataclismo, por lo menos para la izquierda", aseveró Aizpurua antes de rematar: "Y la alternativa ya sabemos cuál es", en alusión al PP y Vox.

La coincidencia en el análisis del riesgo que asoma como no cesen las hostilidades entre Podemos y Díaz no deriva, no obstante, de posiciones e intereses unívocos entre los aliados de Sánchez. Y no solo por los matices con que cada uno de ellos orbita en torno a la coalición de Gobierno convertida ahora en tripartito; un ecosistema en el que los morados -y singularmente Pablo Iglesias- siempre han querido reivindicarse como el coagulante entre Sánchez y el bloque de la investidura. 

Pero en esa geometría variable, el PNV se ha afanado en cultivar la relación que le satisface -el tú a tú con Moncloa- frente a la mayor sintonía de ERC y Bildu con Podemos. Y unos y otros no responden igual a los estímulos del proyecto de Díaz.

Las duras críticas de Rufián

Mientras al PNV siempre le ha agradado que la vicepresidenta le distinga como socio preferente, EH Bildu le reconoce de puertas hacia dentro su posible tirón electoral pero con la reserva de no saber a qué atenerse con ella en "la cuestión nacional"; o lo que es lo mismo, sobre el derecho a decidir que sí avala el partido de Belarra. "Sin Podemos, Sumar no va a funcionar; y contra Podemos, menos", sostiene el dirigente abertzale citado al comienzo. Pero es Esquerra, y en particular Gabriel Rufián, quien sobresale en la crítica a Díaz.

Si el mismo domingo del lanzamiento de su candidatura acusó a la promotora de Sumar de "apuñalar" a quienes le "pusieron donde está", el portavoz de los republicanos en el Congreso, que aún se lame las heridas de las fallida negociación con ella de la reforma laboral, exigió este jueves la aprobación de la ley de vivienda "entre tanto besamanos y tanto día histórico". 

A diferencia del nacionalismo vasco, que no teme por ahora que Sumar le erosione más allá del impacto que alcance la crisis con Podemos, ERC sí tiene electorado fronterizo -el 'cinturón rojo' de Barcelona- con los comunes de Ada Colau abrazados a la vicepresidenta. Rufián va el 28-M de alcaldable por Santa Coloma.

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