ERC y EH Bildu, en el centro de la foto de los presupuestos generales

Desde el inicio de su tramitación, los socios de Sánchez decidieron no poner muchas piedras en el camino y anunciaron que no habría líneas rojas.

El diputado de EH Bildu, Oskar Matute (c), y la portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua
El diputado de EH Bildu, Oskar Matute (c), y la portavoz de EH Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua
EP

Los partidos independentistas de ERC y de EH Bildu han centrado la foto de los presupuestos de 2022 y se han llevado buena parte del protagonismo, toda vez que desde el inicio de su tramitación los socios de Pedro Sánchez decidieron no poner muchas piedras en el camino y anunciaron que no habría líneas rojas.

Cuando a finales de octubre los socios prioritarios del Gobierno ERC, PNV y EH Bildu avanzaron que no registraban enmiendas a la totalidad se veía venir que el camino no presentaría demasiadas dificultades.

Y aunque los republicanos insistían en que el Ejecutivo debía "sudar" su voto favorable a las cuentas, fue la nueva Ley Audiovisual la que sirvió de excusa a ERC para tensar la cuerda con el Gobierno en una materia que no tenía nada que ver con el presupuesto pero sí con Cataluña.

El resto de temas que estaban en la mesa de negociación con los principales socios ya los llevaba el Ejecutivo en su cartera y Sánchez tampoco podía eludir compromisos de su legislatura como la derogación de la reforma laboral o las pensiones.

La reforma laboral resuelta en la Mesa del Diálogo Social contentó el reclamo de EH Bildu que ha conseguido en estos presupuestos arrebatar la posición de socio prioritario que tenía el PNV y hacer un "pack" con los republicanos para sumar 18 diputados, convertidos ahora en imprescindibles.

Una operación con posibles consecuencias a medio plazo ya que el PNV "podría estar encareciendo sus votos", tal como apuntan desde fuera algunos diputados de la derecha, sorprendidos por el cambio en el guión del Ejecutivo.

Hacienda desmiente que el Gobierno haya arrinconado al PNV, cuya relación sigue siendo muy buena y fuentes del ministerio inciden en que la negociación con los nacionalistas vascos ha ido bien y que en todo caso si hay malestar en la formación estaría más vinculada a la complicada relación que pueda tener con Bildu.

"Cuestión de celos entre partidos", señalan otras fuentes dentro del Congreso.

Lo cierto es que EH Bildu ya reiteró que no pondría líneas rojas a los presupuestos y a cambio, en una negociación más política que económica, ha conseguido la suspensión de los desahucios de hogares vulnerables sin alternativa habitacional en la futura Ley de Vivienda o facilitar que antes de 2022 se asegure la emisión de ETB3 en toda Navarra.

De todas formas la negociación de estos presupuestos ha sido algo atípica porque si bien el Gobierno no ha evidenciado mucha preocupación desde su inicio, los debates presupuestarios han coincidido este año con ponencias de leyes decisivas para el Ejecutivo, como la ley del ingreso mínimo vital (IMV), la de sostenibilidad de las pensiones o la de la ley de interinos.

En todas ellas han tenido mucho que ver los socios soberanistas.

El PNV cerró la gestión íntegra del IMV unas semanas antes con el Gobierno a cambio de no vetar el presupuesto y ERC ha conseguido en un escenario diferente al presupuestario, en la Comisión del Pacto de Toledo, una de sus reivindicaciones más históricas: auditar la caja de la Seguridad Social.

Esta semana ha pesado más lo que une a los soberanistas con el Gobierno que lo que les separa.

Y aunque los nacionalistas vascos han advertido de que queda pendiente avanzar en el tren de alta velocidad y su posible soterramiento en Bilbao y Vitoria, ERC y Bildu no han querido airear mucho sus discrepancias con el PSOE, por ejemplo con la Ley de Memoria Democrática.

A cambio, el Gobierno les ha cedido el protagonismo para que vendieran y exprimieran sus triunfos.

El lunes fue el coordinador general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, el que salió a escena para anunciar el voto a favor, y un día después Gabriel Rufián evidenció junto a Bildu de nuevo su acuerdo con la Ley Audiovisual.

Un pacto, el de la cuota del 6% para las lenguas cooficiales en toda la oferta de producción de las plataformas, que ha sido el único caballo de batalla.

"Costó mucho", señalan fuentes de ERC, que recuerdan que estuvieron negociando hasta entrada la madrugada con la intervención incluida de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño.

La ley incluirá además un fondo de 10,5 millones de euros para promover la cinematografía en catalán, euskera y gallego, lo que ha permitido incluir al BNG en la fotografía presupuestaria, que este año ha dado un pase a las cuentas y ha decidido abstenerse.

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