Una fuente de lava de hasta 600 metros de altura: el volcán de La Palma sigue dejando imágenes impactantes

Un nuevo colapso del cono hizo que la lava fluyese caudalosa y, aunque buena parte se canaliza de forma subterránea, una nueva explosión provocó otro avance hacia el oeste.

Espectacular imagen del volcán en La Palma

Hace 50 años, un 26 de octubre de 1971, el Teneguía empezó a rugir. Fue llamado el 'volcán tranquilo' porque sus daños fueron moderados. Pasado medio siglo, La Palma vuelve a sumirse en la zozobra por los piroclastos y las cenizas. Esta erupción, además de ser más destructiva, no tiene el porte manso de su predecesora. Este martes, el Cumbre Vieja se encontraba en plena ebullición. Aunque registraba una menor actividad explosiva que el lunes, la carga sísmica era elevada y el comité científico teme que en los próximos días irrumpan terremotos de alta intensidad.

Prueba de la elevada presión que se produce bajo tierra es que el suelo subió diez centímetros, según los datos de la red de estaciones geodésicas. Los científicos atribuyen esta deformación a una acumulación del magma.

Después de que una de las paredes del volcán experimentara un nuevo desplome, la lava comenzó a fluir de forma caudalosa y a enfilar el camino del oeste. Lo hizo cabalgando la colada primigenia y la que se desplaza al sur de la montaña de Todoque.

El desmoronamiento del muro el lunes por la noche fue seguido de frecuentes detonaciones que se escucharon en Los Llanos de Aridane y Tazacorte. Pese a la intensa efusión de magma, fue canalizada por tubos lávicos subterráneos. No obstante, las coladas que nacieron el fin de semana se hallan detenidas, incluida la que se dirigía hacia El Corazoncillo, cerca de Las Manchas y al suroeste de las bocas.

Lo peor que podría pasar sería que creara un tapón y se abriera otro cráter alternativo para dar salida a la lava.

Nuevo colapso del cono

A raíz de la destrucción del cráter, la estructura del volcán parece un cono encajonado en otro, dispuestos ambos en forma de anfiteatro. A última hora de la tarde de este martes, el cono interno colapsó sobre sí mismo, lo que provocó un tapón temporal que tras ceder, propició la salida de gran cantidad de lava hacia el oeste, con una altura de hasta 600 metros.

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) constató en las últimas 24 horas unos 180 temblores en la isla. El de mayor magnitud se percibió a las 6.05 horas en el municipio de Mazo y llegó a 4,2 grados. El volcán no tiene visos de extinguirse a medio plazo. La emisión de dióxido de azufre sigue alta y este martes registró las 40.800 toneladas. Para que se diera por acabada, debería arrojar solo 500 toneladas diarias. Según la red de satélites Cópernico, la lava ha destrozado ya 2.162 edificaciones y ocupa 906 hectáreas.

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