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Estrategias para elaborar el duelo en una crisis sanitaria

El confinamiento para frenar los contagios impide acompañar a los enfermos,  asistir a funerales o actos públicos de despedida.

Carla Aliño y Marina Segura
Un trabajador de una funeraria transporta una corona de flores en un cementerio de Bérgamo, en Italia.
Un trabajador de una funeraria transporta una corona de flores en un cementerio de Bérgamo, en Italia.
Flavio Lo Scalzo/Reuters

Despedir a los muertos es un ritual en nuestra civilización pero también una de tantas cosas que el coronavirus ha alterado: el confinamiento para frenar los contagios impide acompañar a los enfermos, así como asistir a funerales o actos públicos de despedida.

Esto puede derivar en duelos más complejos, explica el psicólogo clínico del Hospital General de Valencia Mariano Navarro y la catedrática de Psicología Clínica de la Universidad Complutense Mari Paz García-Vera, ambos expertos en emergencias.

A continuación, sus recomendaciones para intentar aliviar la pérdida de un ser querido durante esta crisis epidemiológica:

- Cuando el pronóstico del paciente sea desalentador, Navarro recomienda "empezar a tomar conciencia de la realidad" y, en la medida de lo posible, iniciar un proceso de despedida.

- El adiós puede hacerse "a través de acciones concretas, como escribir una carta que alguien pueda leer a su ser querido, grabar un audio aunque el paciente se encuentre sedado, o iniciar un trabajo interno que conecte ambos corazones desde la distancia y pueda generar un mínimo sentimiento de paz, cerrando cualquier asunto pendiente".

- Navarro estima "irremediable" que en estos momentos los familiares se vean afectados por toda una serie de emociones asociadas a esta vivencia, que si posteriormente no son trabajadas "pueden generar heridas abiertas que condicionen de forma muy negativa la sana elaboración del duelo".

- Cuando pase la crisis sanitaria, ambos expertos plantean hacer actos o ceremonias especiales para despedir adecuadamente al fallecido, rodeado de todo el amor de los suyos.

- Generar apoyo entre la familia. En estos momentos, el núcleo familiar no va a poder juntarse y estar en el tanatorio pero sí hablar por teléfono. Los actos de grupo hay que postergarlos a que todo esto pase, pero sí hay otros actos individuales y en pequeña familia que se pueden hacer, indica la catedrática.

- La ausencia de contacto físico -continua- se puede suplir por algo que hoy cuesta mucho hacer: decirle a la gente lo importante que es para nosotros. Y mejor conversaciones telefónicas largas, no tanto el guasap.

- Aceptar un cierto grado de evitación o de distanciamiento emocional (no lloro, no estoy hecho polvo) es normal. Se trata de una respuesta de supervivencia y lo esperable es que poco a poco se supere. Tampoco esto debe hacernos sentir culpable y se necesita tiempo, no hay que agobiarse.

- No es necesario, añade la psicóloga clínica , tener el cadáver para elaborar el duelo, sí aceptar que ha pasado y darse cuenta de lo importante que ha sido la persona fallecida para uno mismo.

- Para avanzar en el duelo se necesita tiempo. Hay que aceptar a la tristeza como compañera, pero al mismo tiempo hay que seguir haciendo cosas, porque el dolor agota y no se puede mantener.

- Es recomendable dedicar una parte del día a ver las fotos de mi familiar, a llorarle etcétera pero no es posible llenar mi cabeza todo el día de pensamientos tristes. Hay que combinar las dos cosas, agrega García-Vera.

- Pensar el modo en cómo ha fallecido genera un dolor innecesario y ya es bastante con aceptar la pérdida, la tristeza y el grado de enfado. Muchas veces, la persona ha estado sedada y otras personas, que saben hacer su trabajo, han estado ahí acompañándole, concluye.

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