Rajoy apuesta por la continuidad en el Gobierno de Madrid e interviene el PP hasta las elecciones

El presidente concede que el número dos de Cifuentes se haga con el Ejecutivo y recupera a García-Escudero para poner orden en el partido.

Ángel Garrido
Rajoy apuesta por la continuidad en el Gobierno de Madrid e interviene el PP hasta las elecciones
Efe

El futuro del PP de Madrid ha quedado ligado a Mariano Rajoy. Doce días después de que Cristina Cifuentes dimitiera, el jefe del Ejecutivo procedió hoy a cubrir los huecos que ha dejado tras de sí la marcha de la dirigente popular. Por un lado, concedió que Ángel Garrido, mano derecha de la expresidenta, opte a la investidura para gestionar el Gobierno de la comunidad hasta las elecciones de 2019. Por otro, recuperó a un veterano en estas lides, Pío García-Escudero, actualmente al frente del Senado, para poner orden en un partido, el madrileño, deshecho por los escándalos y las pugnas internas. Y si algo quedó claro es que la decisión sobre cómo resolver esta crisis ha dependido enteramente de su criterio.

Desde la misma mañana en la que Rajoy se desayunó con el vídeo del hurto de Cifuentes en un supermercado, en su entorno se esforzaron por transmitir el mensaje de que el presidente tomaba las riendas por completo. Atrás quedaron las dudas sobre si convenía seguir sosteniendo a la dirigente madrileña e incluso el apoyo cerrado que le otorgó la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Fue el jefe del Ejecutivo quien dictaminó que había llegado el momento de poner fin a la resistencia y quien marcó un periodo de reflexión, finalmente de doce días, para articular la fórmula más conveniente para los populares.

Lo más urgente era el nombre del candidato para gobernar la Comunidad de Madrid; sobre todo, porque este lunes la presidenta de la Asamblea regional iniciaba su ronda de consultas para proponer un aspirante a la investidura. Y el Comité Electoral dio luz verde a la propuesta de Garrido. En la dirección nacional tuvieron que superar sus recelos iniciales. En las primeras horas tras la retirada de Cifuentes, varias voces de la formación alertaron sobre el vínculo estrecho del actual presidente en funciones con su predecesora, que, además, pretendía colocar a su colaborador al mando del Ejecutivo.

En la festividad del Dos de Mayo, sin embargo, Garrido hizo ver que ni su candidatura ni su ambición darían quebraderos de cabeza a Rajoy. Ni tan siquiera llegó a mencionar a Cifuentes en un discurso puramente institucional y defendió, en una entrevista en Telemadrid, que su "lealtad" a la expresidenta no le "inhabilitaba" para sumarse a otro proyecto.

"Ahora lo importante -apuntan fuentes populares- es que administre con limpieza y sin generar polémicas el Gobierno de Madrid hasta las elecciones". Eso ha obsesionado a Rajoy, aseguran en el partido, porque un escándalo a un año de los comicios podría enterrar cualquier aspiración del PP a conservar las instituciones.

Desde luego, el perfil gestor de Garrido y su conocimiento del Gobierno, en el que ha ejercido de consejero de Presidencia y Justicia y Portavoz, han remado a su favor. Además, con su elección, la menos comprometida, el PP busca poner a salvo su propio proyecto. Enviar el mensaje de que cabe la continuidad porque el problema no fue de "gestión", sino de "personas". A final y al cabo, Cifuentes se fue por las irregularidades en su máster y las imágenes en las que aparecía tras sustraer dos cremas en un comercio, no por el ejercicio de sus responsabilidades.

La vuelta a la bicefalia

Del mismo modo, la cúpula nacional del PP ha encontrado una fórmula "intermedia", como anunció hoy el coordinador general, Fernando Martínez-Maillo, para hacerse con el control del partido en Madrid sin barrer por completo las estructuras de la formación. Mucho se ha debatido si lo más eficaz era imponer una gestora -lo que habría anulado todos los órganos de dirección internos- o dejar que los populares madrileños eligieran a su líder en un Comité Ejecutivo Regional. El artículo 40.1.e de los estatutos del partido ha permitido, sin embargo, a Génova una alternativa innovadora y una intervención medida.

A la espera de que la solución se ratifique en el Comité Ejecutivo Nacional del 15 de mayo, Rajoy envía a dos personas de su absoluta confianza a gobernar el desgobierno. García-Escudero ejercerá de presidente del PP madrileño y Juan Carlos Vera, el coordinador de Organización de los populares, se ocupará de la secretaría general de un partido a día de hoy desmoronado.

Ninguno de los dos es nuevo en llevar la batuta en Madrid. El presidente del Senado ya ejerció el liderazgo entre 1993 y 2004, con Alberto Ruiz-Gallardón en el Gobierno de la comunidad. Los populares recuerdan ese tiempo como su época dorada y celebran el retorno a la bicefalia -fulminada después por Esperanza Aguirre- con la confianza de que quede instaurada en el futuro. De momento, saben que la solución es temporal. Que pasadas las elecciones, tendrá que elegir a su nuevo presidente en un congreso ordinario. Y pocos creen que vayan a poder "engañar" a García-Escudero para quedarse al frente del partido.

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