Lluvia de amenazas y presiones: la odisea de una empresa catalana de apellido aragonés

A la cadena hotelera de Miguel Gargallo le llueven críticas tanto por alojar a agentes de la Policía Nacional como por, supuestamente, echarlos.

Manuel Gargallo, en la inauguración del museo este verano en Gargallo
Manuel Gargallo, en la inauguración del museo este verano en Gargallo
Laura Castel

La tensión que se vive estos días en España por el tema catalán no para de retroalimentarse a base de bulos y verdades a medias que corren como la pólvora en grupos de Whatsapp y redes sociales. Rumores que caldean todavía más los ánimos y promueven comportamientos de cariz beligerante entre quienes se siente ofendidos a uno y otro lado.

En medio de todo este ir y venir de bulos, insultos, proclamas y banderas se quedan a veces familias, personas y empresas reales con el corazón dividido que no entienden cómo, sin comerlo ni beberlo, acaban en el ojo del huracán.

Es lo que le ha ocurrido esta semana, a sus 84 años, a Miguel Gargallo. Como otros tantos aragoneses, emigró en su juventud a Barcelona en busca de oportunidades y allí abrió una pensión para tratar de labrarse un futuro. 65 años después, es el presidente de un holding empresarial que regenta once hoteles en Cataluña y otros ocho en Aragón. También algunas empresas relacionadas con los embutidos. Y de repente, una información mal entendida y entremezclada con otras fue difundida de forma masiva y sus trabajadores comenzaron a recibir amenazas por whatsapp, sus perfiles en Facebook se llenaron de insultos, cayó en picado la valoración en internet de sus establecimientos y su central de reservas comenzó a reportar cancelaciones. Agresiones procedentes de ambos flancos: por un lado, del sector independentista catalán, por alojar a agentes de la Policía Nacional en sus hoteles y, por otro, del sector más patriota y 'unionista' por, supuestamente, ceder a las presiones de la alcaldía de Reus y echarlos de uno de sus establecimientos.

¿Qué pasó? 'El Confidencial' y 'La Vanguardia', entre otros medios nacionales, publicaron que el Hotel Gaudí de Reus iba a cancelar las habitaciones a la Policía Nacional a raíz de las presiones recibidas tras el 1-O. La realidad, según informan desde la Dirección en Aragón del Grupo Gargallo, es que la Policía Nacional abandonó ese hotel "por voluntad propia". La propia Policía informó en Twitter de que se terminaba el contrato de estancia y agradecía al hotel el apoyo recibido... "a pesar de las presiones".

"Estos días han hecho muchos escraches en la puerta de ese hotel pero nosotros no hemos echado a la Policía. Solo nos dedicamos a atender a nuestros clientes lo mejor posible y a tratar de que la gente esté a gusto. No tenemos que quedar bien con unos ni con otros porque no queremos estar en esta guerra, somos trabajadores", comentaba indignado Adolfo Ibáñez, portavoz del grupo hotelero en Aragón.

De hecho, cerca de 80 agentes de la Guardia Civil procedentes de Sevilla, Pontevedra o León han estado alojándose estos días en otro establecimiento que el grupo regenta en Fraga, el Hotel Casanova. Además, los agentes que abandonaron Reus llegaron este jueves a Huesca para alojarse en el hotel Pedro I, propiedad de la misma cadena. 

"Nos da mucha pena que nos esté pasando esto. Más todavía cuando el grupo y su presidente tienen tanto apego a Aragón", añade Ibáñez. Y cierto es que pocos podrán presumir de estar más ligados a su tierra que él. El empresario lleva su pueblo, Gargallo, tanto en el apellido como en el corazón y este mismo verano inauguró allí un museo sobre la Guerra Civil y las Costumbres Antiguas Aragonesas en el que invirtió para su puesta en marcha 1,2 millones de euros. Antes ya había impulsado allí un secadero de jamones y un supermercado con el objetivo de dinamizar esta localidad turolense.

Ante la situación que viven las empresas en Cataluña, la Federación  de Empresarios de Comercio y Servicios de Zaragoza y Provincia (ECOS) emitió este  jueves una declaración institucional rechazando la postura "ilegal" de la Generalitat y apoyando a los empresarios que sufren presiones. 

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