EE.UU. pone en juego su reputación internacional
Biden mantendrá este miércoles un encuentro con el primer ministro israelí en Tel Aviv, pese a haber sido anulada a última hora la cumbre prevista con los líderes de Jordania, Egipto y la Autoridad Palestina tras el bombardeo de un hospital en Gaza.
Bajo la creciente preocupación de que los enemigos de Israel intenten ampliar la guerra, el presidente Joe Biden se enfrenta a la difícil misión de prevenir la expansión del conflicto armado por otras áreas de Oriente Próximo. Pero su viaje de alto nivel ha quedado muy tocado, tanto que se limitará a una entrevista este miércoles con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Tel Aviv.
La cumbre prevista antes en Jordania con los líderes de este mismo país, Egipto y la Autoridad Nacional Palestina fue anulada a última hora del martes tras el bombardeo denunciado horas antes por las autoridades gazatíes contra un hospital en el norte de la Franja. Tras conocer la noticia, la Casa Blanca confirmó que Biden ya no iría a Ammán , al tiempo que éste mandaba "sus condolencias por las vidas inocentes perdidas en la explosión del hospital de Gaza" y deseaba "una pronta recuperación a los heridos".
La visita de Biden -ahora limitada a Israel- se produce en "momento crítico" para la región y sigue al acuerdo alcanzado con el Gobierno de Benjamín Netanyahu sobre ayuda humanitaria para Gaza. Según el secretario de Estado, Antony Blinken, eso incluye la provisión de ayuda humanitaria y la designación de áreas seguras a los más de dos millones de personas en la Franja, bajo el bombardeo incesante israelí, y necesitados de agua, alimentos, y ayuda médica urgente.
El mandatario norteamericano quería haberse reunido con el rey Abdullah de Jordania, el presidente egipcio, Abdel Fatah al-Sisi, así como su homólogo de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, a fin de evitar un desastre humanitario aún mayor y, más importante aún, una guerra regional que podría arrastrar a Irán y a Estados Unidos. Con este cara a cara -ya suspendido- con los aliados en la región, Biden buscaba revitalizar los esfuerzos diplomáticos de su administración, hasta ahora aparentemente elusivos.
En todo caso, la visita reducida por las circunstancias pondrá a prueba igualmente la capacidad diplomática de Biden, así como su reputación internacional y su posición en el ámbito doméstico en vísperas de un año electoral. La Casa Blanca esperaba haber llegado a un acuerdo humanitario con Benjamín Netanyahu en los últimos dos días, pero este pacto no terminaba de materializarse.
Blinken retrasó el anunció el viaje del presidente hasta lograr el compromiso israelí tras una maratónica sesión de más de siete horas de conversaciones con Netanyahu y su gabinete de seguridad nacional.
El asedio de Israel a Gaza y su ultimátum de evacuación de más de 1,1 millones de civiles ante una invasión inminente a gran escala se sitúan en el centro de gravedad de la escalada de tensiones que Biden intenta evitar.
Frente militar
La Administración Biden ha movilizado sus esfuerzos diplomáticos, así como un poderoso frente militar de ataque en el Mediterráneo oriental, con el objetivo de disuadir a Irán y Hezbolá de abrir un segundo frente. Según fuentes familiarizadas con los esfuerzos, la Casa Blanca ha enviado mensajes a Teherán a través de canales diplomáticos.
Como prevención, el Pentágono ha desplegado también una fuerza de respuesta rápida de unos 2.000 soldados de Infantería y de Marina que permanecen en estado de alerta.
Biden viaja también bajo la intensa presión de los llamamientos al alto el fuego de la comunidad internacional y dentro del país. A su vez, la comisión de derechos humanos de la ONU ha denunciado los "espantosos informes" de civiles asesinados en el sur de Gaza hacia donde las autoridades israelíes les conminaron a huir por su propia seguridad.
