Un mes durmiendo en las calles de Roma para conseguir cita en inmigración

La lentitud de la administración italiana obliga a decenas de extranjeros a dormir en la calle durante el invierno.

Oficina de Inmigración en Roma.
Oficina de Inmigración en Roma.
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La lentitud de la administración italiana ha llevado a decenas de extranjeros a dormir durante semanas en las calles de Roma, en pleno invierno y bajo la lluvia, para conseguir alguna de las escasas citas que permiten iniciar el proceso de asilo político.

"No entendemos que tengamos que dormir en la calle para ser atendidos por la administración de un país europeo", señala a EFE el peruano Fernando Morales después de pasar cuatro semanas acampado junto a la oficina de inmigración de Tor Sapienza, en las afueras de la ciudad.

Para lograr turno, al igual que él, muchos inmigrantes han llegado a aguantar hasta un mes en el estrecho arcén de una carretera transitada, cobijados bajo mantas y varias lonas de plástico que les protegían del agua y de las bajas temperaturas, muchas veces cercanas a los 0 grados.

Morales (apellido ficticio porque él no quiere que se le identifique), de 18 años, llegó a Italia junto a su primo de 21 huyendo de las tensiones sociales y políticas que asolan desde hace tiempo a la población de Perú.

"La violencia está creciendo en los últimos años. En nuestra ciudad nos extorsionaban y amenazaban con matarnos si no pagábamos a algunas personas para que nos dejasen trabajar y llevar una vida normal", explica a EFE.

Sin embargo, cuando llegaron a la capital italiana se toparon con una realidad que no esperaban.

Aunque para muchos trámites se puede solicitar cita previa telematicamente, las peticiones de asilo político y protección internacional para refugiados son totalmente presenciales y se gestionan en función de la carga de trabajo que tienen los centros de inmigración italianos.

"Dependemos de la suerte para poder entrar. Normalmente acceden muy pocas personas al día y por muy mal tiempo que haga nos tenemos que quedar varios días en la cola", comenta el también peruano Edgar Contreras.

En medio de tanta precariedad algunas personas han aprovechado para hacer negocio y lucrarse con la desesperación ajena: pequeñas mafias han ocupado durante semanas las primeras plazas de la fila y pedían dinero para dejar acceder a las personas.

"Un grupo de ciudadanos de Bangladesh se ha turnado todos estos días para quedarse en el principio de la cola y que nadie más pudiera conseguir una cita. Nos dijeron que si no les pagábamos 800 euros no podríamos entrar", detalla Contreras.

Entre tantos días de espera y ante los chantajes de las mafias improvisadas, varios latinoamericanos crearon un grupo de WhatsApp para ayudar a los migrantes que se encontraban en la misma situación.

"Así pudimos turnarnos en la cola y volver algún día a nuestras casas. Compartíamos trucos sobre cómo hacer frente al frío y comprábamos papel de aluminio para envolver nuestros pies y evitar que se nos congelaran", explica Contreras.

Afortunadamente, la situación ha mejorado en los últimas horas, después de que varios de los acampados denunciaran ante los medios de comunicación locales la precaria realidad que estaban viviendo.

Aunque los trámites se han agilizado y la mayoría de los acampados han logrado la cita para la que han esperado meses, muchos temen que los problemas vuelvan a repetirse cuando el foco mediático desaparezca y la prensa italiana se olvide del tema.

"Nos han convocado para dentro de varias semanas, a algunos incluso para después del verano, pero los que vengan nuevos se encontrarán con en el mismo problema: tienen que ir presencialmente a la oficina y esperar que les den cita porque no permiten pedirlas por teléfono o por internet", advierte Edgard.

Además, para muchos de los inmigrantes supone un problema llegar hasta las oficinas que se encuentran a las afueras de Roma, mal comunicadas con el centro de la ciudad.

"Tardamos más de dos horas en llegar hasta aquí y solo para que nos den una cita para volver otro día. Nos obligan a perder un jornada entera de trabajo para hacer un trámite que se podría hacer por teléfono", se lamenta Edgard.

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