Guerra entre Rusia y ucrania

Putin agita la amenaza nuclear para asustar al mundo y acecha otra central

Rusia quiere controlar la mayor fuente energética de Ucrania y sus tropas están a sólo 30 kilómetros de los tres reactores ubicados en el sur el país invadido.

Vista de un reactor de la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania.
Vista de un reactor de la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania.
EP

En las imágenes que llegan desde Ucrania casi siempre hay una especie de neblina. Esa luz difusa enfoca la escenas de la invasión rusa. Esqueletos de edificios bombardeados. Los grandes ojos tristes de los niños... y también de los padres, que apenas una semana después del inicio del conflicto ya hablan de lo que hacían antes de la guerra como si fuera de otro tiempo. Y bajo esa niebla de dolor y devastación planea la amenaza nuclear, esgrimida por Vladímir Putin para asustar al mundo. Sus tropas ya tienen en su poder la central de Zaporiyia, la mayor de Europa con sus seis reactores, y avanzan en dirección a la de Yuzhnoukrainsk, en la ciudad de Mykolaiv. Están a sólo 30 kilómetros, según Linda Thomas-Greenfield, embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas. Rusia quiere conquistar los cuatro centros de producción atómica de Ucrania. Así tendría la mayor fuente de energía en su manos. Podría apagar la luz. De la niebla a la oscuridad.

Hay palabras que intimidan. 'Nuclear' es una de ellas. El ataque ruso contra Zaporiyia estremeció al mundo. Ucrania es el país de Chernóbil, la instalación atómica que con su explosión y su escape radiactivo en 1986 provocó miles de muertos. Ahora dispone de cuatro centrales, la de Zaporiyia, en manos rusas, más los cuatro reactores de Rivne, los dos de Jmeltniski y los tres ubicados en el sur del territorio, hacia donde van los soldados rusos. «El peligro inminente continúa», alertó Thomas-Greenfield. «Anoche (por el viernes) evitamos por poco el desastre», alertó tras el bombardeo en un recinto no nuclear de la central de Zaporiyia.

«Necesitamos oírle decir (a Putin) que esto no volverá a ocurrir. Le pedimos que retire sus tropas y su armamento. Que respete las fronteras de Ucrania, a su pueblo y la Carta Magna de Naciones Unidas. Le pedimos que respete a sus propias tropas para no enviarlas a una guerra injusta, o a una misión suicida contra una central nuclear», continuó la embajadora estadounidense.

En esa misma trinchera, Boris Johnson, primer ministro británico, convocó una reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tras conversar, vía telemática, con el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. Johnson considera que las acciones «imprudentes» de Putin podrían constituir una amenaza para la seguridad de «toda Europa». El primer ministro británico asegura que hará todo lo posible para «garantizar que la situación no se deteriore aún más».

Una central no es una bomba

El miedo a un incidente nuclear, que elevaría el conflicto a una dimensión espeluznante, es agitado por Putin. Ha elevado la tensión a un punto no conocido desde la Crisis de los Misiles de 1962. «Los rusos están utilizando la energía nuclear para asustarnos, dividirnos», declaró a 'Le Monde' Bruno Tertrais, subdirector de la Fundación para la Investigación Estratégica francesa (FRS) y especialista en temas de disuasión. No cree que Rusia vaya a recurrir a armamento nuclear. A su juicio, no lo necesita. Se basta con el arsenal convencional. El ejercito ruso está hoy mucho mejor preparado que hace un par de décadas. «Sus éxitos en Crimea en 2014 y en Siria desde 2015 han consolidado su confianza», defiende otro miembro del FRS, Benjamin Hautecouverture.

Los expertos en energía nuclear se han convertido de repente en personajes muy solicitados. El miedo hace preguntas. Y ellos coinciden en distinguir entre el peligro que suponen una central nuclear y una bomba atómica. En ambos casos el combustible es el uranio o el plutonio, pero en el caso de las centrales está enriquecido al 5%, por el 90% en el arma atómica. Las instalaciones nucleares, además, están diseñadas para soportar el impacto de un avión. Más que provocar una nube radiactiva que también podría afectar a su territorio, Rusia quiere dominar la gran fuente energética de Ucrania. El suministro eléctrico ya ha sufrido cortes. El país es desde hace una semana más oscuro y frío.

La guerra deforma la percepción del tiempo. Los ciudadanos ucranianos se sienten de repente en otro mundo, en otra época. Hay un millón de refugiados. Putin no afloja. Ucrania necesita la energía nuclear, sobre todo después de que en 2014 grupos separatistas apoyados por Rusia tomaron el control del Donbás, la región donde están las minas de carbón, que generaba el 40% de la energía del país. Las autoridades ucranianas se giraron aún más hacia el grifo nuclear, del que obtienen la mitad de su producción energética. Putin ya tiene la gran central de Zaporiyia y está a un paso de los tres reactores ubicados en el sur. Si completa su objetivo, el presidente ruso tendrá en su manos el interruptor de la luz. Y la niebla seguirá extendiéndose por Ucrania mientras el resto del mundo tiembla ante una palabra, 'nuclear'.

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