Johnson anima a un país dividido y asegura que el 'brexit' será un "deslumbrante triunfo"

El primer ministro británico aprovecha el día de la marcha del Reino Unido de la UE para renovar su promesa de luchar contra la desigualdad regional, para lo que necesitará aún la ayuda de Bruselas.

El primer ministro británico, Boris Johnson, afirmó anoche en un discurso emitido por televisiones y en la red su convencimiento de que el ‘brexit’ será "un deslumbrante triunfo", porque "desatará todo el potencial" del Reino Unido. "Es el momento en el que amanece y se abre el telón para un nuevo acto en nuestro gran teatro nacional", dijo, «un momento de renovación y de cambio genuino».

"El poder de pensar y actuar de manera independiente", después de la salida de la Unión Europea, será compatible con "iniciar una nueva era de cooperación amistosa". El Reino Unido de Johnson quiere ser "una gran potencia europea y verdaderamente global en alcance y ambiciones". Pero el resto de su discurso podría haber sido escrito por el estadista liberal del siglo XIX William Gladstone, para quien el primer principio de la política exterior era el buen gobierno en casa.

Johnson insistió en las inversiones en infraestructuras y servicios públicos anunciadas por su Gobierno. También en la necesidad de equilibrar una economía muy desigual entre regiones. "Este es el amanecer de una nueva era en la cual ya no aceptamos que tus oportunidades en la vida -que las oportunidades de tu familia- dependan del lugar del país en el que has crecido", dijo.

El primer ministro llevó al Gabinete a Sunderland, en el nordeste del país, como gesto simbólico en la jornada del ‘brexit’. Una de las circunscripciones en las que se divide la ciudad fue la primera en anunciar la victoria del ‘Out’ en el referéndum de 2016. Pero en las elecciones de diciembre votó por el laborismo socialista de Jeremy Corbyn, como el resto de distritos de la región, que incluye la ciudad de Newcastle.

El futuro de Sunderland se asocia al de Nissan, la compañía fabricante de vehículos, y preservarlo exigirá quizás al Gobierno de Johnson convencer a la Unión Europea de que exima de controles aduaneros y de aranceles al sector del automóvil y de sus componentes, mientras Reino Unido se aparta de las regulaciones europeas en otros capítulos de la economía.

El primer ministro es entusiasta en una coyuntura difícil. Promete un aumento notable del gasto público, intervención del Estado para transformar economías regionales -una tarea de largo plazo- y una negociación rápida con la UE de un tratado comercial al estilo del firmado por Bruselas con el Gobierno de Canadá. Pero, según los economistas del Ejecutivo, tal acuerdo provocaría una pérdida del 5% del PIB en los próximos quince años, que reduciría la recaudación fiscal.

El banco central, por su parte, ha rebajado su previsión de crecimiento en el próximo trienio al 1,1% anual, por el persistente estancamiento de la productividad, causada en parte por la falta de inversión de las empresas, debida a la incertidumbre generada por el ‘brexit’. Las dudas no van a desaparecer en el corto plazo, porque la nueva negociación hasta finales de este año con la UE incluye el riesgo de una ruptura abrupta.

Mientras Johnson remacha, incluso en el ‘Día B’, que va a gobernar como querían hacerlo los conservadores opuestos a Margaret Thatcher, el Bow Group, una facción ‘thatcherista’ y euroescéptica, reunió a sus seguidores en una cena, en un hotel frente al Parlamento, aderezada con testimonios de ‘brexiters’ pioneros: los rebeldes ‘tories’ contra el Tratado de Maastricht, al principio de los años noventa.

Día de la libertad

Cerró ayer el portal ‘Brexit Central’, foro diario de noticias y opiniones favorables a la marcha de la UE desde tres meses antes del referéndum de junio de 2016, porque su misión ha sido cumplida. El Partido del Brexit, de Nigel Farage, convocó a sus seguidores a una fiesta por el ‘Día de la Libertad’ con discursos, música y tiempo inclemente, en Trafalgar Square.

Los edificios gubernamentales en Whitehall fueron iluminados, ondearon banderas británicas en los mástiles de la plaza del Parlamento y se proyectó en las fachadas de Downing Street, de ladrillo negro, un reloj digital que dio la cuenta atrás hasta las 23:00 horas, medianoche en Bruselas y en España. Londres aconsejó a sus embajadores que no organizasen celebraciones en sus países de destino.

Según el experto en encuestas John Curtice, la opinión de los británicos no ha variado en los últimos meses. Hay una pequeña mayoría en favor de la permanencia. Pero el ex primer ministro Tony Blair y dirigentes de movimientos que defendieron un segundo referéndum creen que es inútil mirar al pasado y que los partidarios de la UE deben concentrarse en hacer lo que sea posible para que se logre una relación estrecha.

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