Julián y Camila, de Atades, cumplen el sueño de trabajar en un restaurante
Los alumnos del Club Inclucina realizan prácticas laborales en las cocinas de La Flor de Lis y Tajo Bajo.
“El objetivo es que muchos de vosotros hagáis prácticas en restaurantes con la idea de que, al final, podáis conseguir un trabajo”. El presidente de honor del Club Inclucina de Atades, Ramsés González, expresaba este deseo en diciembre en el Teatro de Las Esquinas, donde alumnos del colegio de educación especial San Martín de Porres participaron en una gala cocinando junto a reputados chefs como Elena Arzak.
Pues bien, desde esta misma semana, ese deseo se ha empezado a hacer realidad. Julián Urbano y Camila Bedoya, dos jóvenes con capacidades diferentes, están trabajando como ayudantes de cocina en los restaurantes La Flor de Lis y Tajo Bajo. De momento, son 15 días de prácticas laborales dentro del curso académico que siguen en el centro de Atades, pero en junio, cuando acaben, podrían incorporarse a la plantilla.
“Ahora mismo -comenta Rubén Martín, responsable de cocina de estos establecimientos- lo más importante es que ellos aprendan a ser autosuficientes, que se integren dentro de un equipo de trabajo, y que se abran y socialicen; más adelante ya se verá, dependiendo también de lo que quieran sus padres”.
Rubén conoce a Julián y a Camila desde hace tres años. Casi podría decirse que son familia por el trato tan cercano y cariñoso que tienen. “Es mucho lo que nos ofrecen con su trabajo -explica el cocinero-, pero bastante más lo que aportan desde el punto de vista humano; la alegría y el amor que transmiten es algo contagioso”.
En el interior de la cocina de La Flor de Lis enseguida se nota que estas no son palabras vacías, sino que están llenas de contenido. El ambiente es distendido y alegre mientras los alumnos de Atades se afanan en las tareas que les indica Osama, uno de sus tutores.
Julián, por ejemplo, envasa las migas que ha estado preparando durante todo la mañana. A su lado, Camila le da un golpe de plancha a los puerros confitados que en unas horas formarán parte de las propuestas de la carta.
La alumna de Atades habla maravillas de Lola, su tutora en Tajo Bajo. “Estoy muy contenta de todo lo que estoy aprendiendo de ella -comenta-, ayer estuvimos haciendo croquetas de borraja; me han dicho que le gustaron mucho al Rey cuando vino a comer al restaurante”.
Después de envasar las migas, Julián se pone a echar una mano con un pastel de almendras. “Todos los compañeros son muy majos -asegura-, desde Chen, que es chino, al jefe, que siempre está muy pendiente de todo; mientras cocinamos ponemos música y el tiempo se pasa rápido”.
En estas prácticas trabajan media jornada, de nueve de la mañana a una del mediodía, haciendo las preelaboraciones de las tapas de la barra y de las recetas de la carta. “Realizan el mismo trabajo que haría cualquier ayudante de cocina”, explica Rubén Martín. Cortan, limpian, preparan los alimentos, fríen… “Todo bajo la supervisión de su tutor, pero ni nos ponemos ni se ponen límites”, prosigue.
A la una del mediodía se termina su jornada laboral. Julián y Camila salen del restaurante para ir al colegio San Martín de Porres, comer y continuar con su formación académica hasta media tarde. “Durante el poco tiempo que llevan con nosotros han aportado tanto al equipo que es difícil pensar en el día que terminen las prácticas”, concluye Rubén. De momento, todos están disfrutando y aprendiendo mucho. En junio, ya se verá lo que pasa.
