gastronomía

Ruta pirata en Zaragoza: cinco cócteles para redescubrir el ron

Varios bares de la ciudad, a petición de Santísima Trinidad, proponen cócteles que muestran las posibilidades de esta bebida.

Cóctel de ron, en Yves de Zaragoza.
Cóctel de ron, en Yves de Zaragoza.
Montañés

El ron era la bebida de los piratas –o marineros–. Las leyendas repiten que era alivio para el estrés y prevención de infecciones. También cuentan que se guardaba en barriles en las bodegas de los barcos y que, cuando se vaciaban, debían ser llenados con agua del mar para evitar las descompensaciones de las naves. Entre la historia y la fábula, el ron navega en el siglo XXI convertido en una opción que, tras unos años en calma, ha regresado con fuerza al furor del alta mar.

Ahora, el ron de Santísima Trinidad es el hilo conductor de un itinerario por cinco bares de Zaragoza que se puede disfrutar hasta la noche de este sábado. Este ron con ciertos vínculos aragoneses se consigue con las melazas sobrantes fermentadas. En su caso, permanece más tiempo en barrica, lo que intensifica las notas de la madera, y el proceso de filtrado es diferente. El resultado final es el "primer ron suave cubano", como lo denomina su maestro artesano. Puede ser de 3, 7 o 15 años –todos ellos 'blended'–, siendo más indicados para cócteles, combinados o tomar solo, respectivamente.

Los cinco cócteles preparados con ron Santísima Trinidad.
Los cinco cócteles preparados con ron Santísima Trinidad.
Montañés

El primer puerto de la ruta puede ser Rock&Blues –en la calle del Cuatro de Agosto–. Sobre la barra proponen un cóctel llamado 'Infantica'. Evoca a las tardes de infancia en la plaza del Pilar de la mano de la abuela y rodeados de las palomas que iban en busca del alpiste. "Se ha macerado el ron con la canela, el clavo y unas almendras garrapiñadas durante unas 24 horas a temperatura ambiente", explica su autor. El fruto seco es un crujiente regalo que liga con el zumo de lima y con ginger beer Le Tribute. 'Infantica' confunde en boca, tanto que se puede llegar a pensar que no se trata de ron de 7 años, a pesar de esta percepción se mantienen notas de este destilado.

Con el regustillo a jengibre, se puede seguir el camino hasta un chaflán de la plaza de San Pedro Nolasco. En el recientemente inaugurado Cu-Ba by Moonlight. La música cubana armoniza bien con la versión de 'milk punch' preparada con ron –de la misma edad que el anterior–, plátanos, vainas de vainilla y un sirope especial y casero elaborado de propio para la esta fórmula. "Hemos preparado un doble filtrado, que cae gota a gota, durante un día entero", comentan al otro lado de la barra de este establecimiento. Parece que es solo un líquido, pero en la boca se aprecia un reino de matices que lo asemejan a un fino postre, dulce pero sin empalagar, de hecho, aflora alguna nota salada. Se acompaña de un gran hielo prismático y dos rodajas de plátano frito.

El momento picante llega en Bloody. Al calor de este bar de la calle de San Miguel se prueba 'Bloody Spicy y Trinidad', un cóctel que puede recordar a alguno de los clásicos que preparan con licor de chile, cacao blanco, café. Lo preparan con peladura de naranja, con la que acarician el borde del vaso y salpican, lo que le brinda cierta identidad. Se trata de un cóctel picante, que no deja de lado la parte más dulzona.

La expedición continúa, esta vez se hace un alto en Yves –en la avenida de Cesáreo Alierta–. 'Santísima Barbaridad' es el nombre elegido para el ron tonic que sirve Roger Villén, que rememora a la más clásica coctelería. Agrega vainilla, un licor amielado o el vino en rama con acento andaluz. En el restaurante Yves lo proponen para maridar la comida o como un digestivo final. El cuidado es máximo, con un gran bloque de hielo sellado y los aromas que ofrece una coreografía de peladura de naranja y una rama de hierbabuena que Villén hace en la preparación.

La última parada de esta ruta –se puede seguir el orden que se desee– es en Federal, en la calle de Ossau. En un solo sorbo de 'Café Aitana', de Jonathan, se aprecian los sabores de tabaco, del chocolate y del cacao. Bajo el tupé de espuma de café de olla especiado, se esconden los toques cítricos del chinotto y un peculiar matiz del Bonanto.

Con el primer 'trago' de la ruta –sea en el bar que sea– dan un pasaporte que sellan al tomar cada uno de los cócteles. Cuando se completa se puede entrar en el sorteo de 'packs' de Santísima Trinidad y un sombrero.

Pasaporte de Santísima Trinidad.
Pasaporte de Santísima Trinidad.
Montañés

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