gastronomía

Las estrellas Michelin y su centenaria historia sobre ruedas

Los hermanos André y Edouard fundaron una empresa de neumáticos, negocio que se completó con una guía.

Logo de Michelin en la chaqueta de un chef.
Logo de Michelin en la chaqueta de un chef.
Efe

En la actualidad, el nombramiento de las estrellas Michelin es todo un acontecimiento en el mundo de la gastronomía y de la sociedad en general. Con finas puntadas se bordan en las chaquetillas de chefs y con estilo lucen en las puertas de los restaurantes. Sin embargo, el origen de estas distinciones no se encuentra ni en las cocinas ni en las salas.

El primer destello fue en la ciudad de Clermont-Ferrand, situada en el centro de Francia. Corría el año 1889 cuando los hermanos André y Edouard Michelin fundaron la empresa de neumáticos que lleva su apellido. En esos momentos el uso de los coches no era muy común, así que para apoyar la experiencia de la conducción decidieron crear una pequeña guía de viaje que facilitara el itinerario a los automovilistas. De esta forma surgió en 1900 un pequeño librito de tapas rojas, es decir, la primera Guía Michelin.

En sus páginas se encontraba práctica información: mapas, instrucciones para cambiar una rueda, lugares donde repostar y un listado de complejos hoteleros con restaurante en los que los viajeros podían hacer un alto, en los que comer y alojarse.

La publicación evolucionó con el tiempo. En un principio –y durante dos décadas– fue gratuita, hasta que André vio sus ejemplares convertidos en calzas de un banco y sentenció que "el hombre solo respeta de verdad aquello por lo que paga", así que le pusieron un precio de 7 francos, relatan desde la compañía.

La innovación fue continua y hace justo un siglo, en el año 1923, surgió la clasificación 'Hoteles y restaurantes recomendados', la primera vez que se referenciaron establecimientos independientes, ya que hasta entonces solo se citaban los adscritos a alojamientos.

"Esta obra aparece con el siglo y durará tanto como él"

La idea fue muy bien acogida, tanto por el público como por los hosteleros, y en 1926 los hermanos Michelin, conscientes del éxito, reclutaron un grupo de "misteriosos comensales" –que en la actualidad se conocen como "inspectores"–. Fueron los encargados de visitar y valorar de forma anónima los establecimientos. Así, ese año se otorgaron las primeras estrellas. Un lustro más tarde se sumó la novedad de entregar una, dos o tres estrellas y en 1936 se dieron a conocer los criterios específicos que se tenían en cuenta a la hora de elegir a los merecedores.

"Esta obra aparece con el siglo y durará tanto como él", pronosticó André Michelin en la introducción de la primera guía. Se quedó corto, ya que en la actualidad es un referente mundial en el campo de la gastronomía. ‘La mejor forma de avanzar’ dice su lema y la Guía Michelin lo ha demostrado con su ejemplo renovador: en las dos últimas ediciones se ha sumado una categoría nueva, las estrellas verdes.

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