gastronomía

Limbo, el nuevo gastrobar de Miralbueno que apunta muy alto

El cocinero Rubén Hernández ha diseñado una carta especial para cada momento gastronómico del día.

Diego Teresa y Rubén Hernández, en la barra de Limbo.
Diego Teresa y Rubén Hernández, en la barra de Limbo.
A. Toquero

Miralbueno es un barrio con mucha vida que está creciendo a buen ritmo con la presencia de familias jóvenes con niños. Esta realidad se refleja en el número de viviendas, que no deja de crecer, y en otros detalles, tal vez menores pero importantes, como los bares, cafeterías, tabernas o restaurantes que se abren.

En el último año son unos cuantos los proyectos hosteleros que han visto la luz. Desde hace dos meses, uno de los más interesantes se llama Limbo (c/ de los Lagos de Coronas, 10). En apenas cien metros de calle comparte espacio con otros locales parecidos en la forma, aunque diferentes en el contenido.

Croquetas de torrezno y roquefort y huevo poché con parmentier trufada.
Croquetas de torrezno y roquefort y huevo poché con parmentier trufada.
A. Toquero

Limbo, desde luego, es un gastrobar distinto. El nombre tiene su razón de ser. Su propietario, Diego Teresa, ha buscado “que la gente pueda evadirse y estar en su mundo, dejando los problemas atrás y disfrutando del momento”.

Además, todo lo que sucede gastronómicamente a lo largo del día tiene detalles especiales. De ello se encarga el cocinero bilbaíno Rubén Hernández, que ya lleva siete años en Zaragoza. Entre Diego y él pactaron lo que querían mostrar, que se plasma en varias cartas para disfrutar desde primera hora de la mañana hasta la noche.

Por ejemplo, el momento del desayuno gira alrededor del Limbo Brunch en el que caben tostadas y bagels, crepes dulces y saladas, tortitas o la posibilidad de tomar un granola bowl. El cliente es el que elige, ya que no hay una opción cerrada como los bruchs clásicos, sino que se puede desayunar con un café y una tostada o acercarse a las propuestas dulces y saladas sin prisas.

En Limbo se busca crear un ambiente para la celebración.
En Limbo se busca crear un ambiente para la celebración.
A. Toquero

A la hora del vermú se trabaja con la misma idea, que tiene muy clara el jefe de cocina: “No pretendo salirme del tiesto culinariamente, pero sí que cada tapa, ración o los platos más gastronómicos tengan su propio estilo y que el cliente lo note; eso es lo que nos da vida a los cocineros ya que nos gusta divertirnos y disfrutar haciendo nuestro trabajo”.

Así es como Rubén ofrece, por ejemplo, una curiosa croqueta de torrezno y roquefort. La piel la tritura y la envuelve con panko. De esta forma, sufla al freírla y ofrece en la boca una curiosa sensación. También hay un mejillón tigre que se sirve en una bola con romescu y ebiflake con mayo picante (langostino japonés pasado por una tempura elaborada con corn flakes).

Surtido de propuestas de Limbo para todos los momentos gastronómicos del día.
Surtido de propuestas de Limbo para todos los momentos gastronómicos del día.
A. Toquero

“Durante los primeros días, a la gente le parecía extraño entrar y no ver tapas en la barra -comenta el dueño de Limbo-, pero ahora ya entiende que todo se hace al momento”. Para comer y cenar hay otra carta. No es muy extensa, para no saturar a los clientes. “Es que al final, si pones 60 platos, uno no sabe ni qué elegir”, coinciden Rubén y Diego.

Los limbitos tienen mucho protagonismo. Su autor los describe como “un híbrido entre sándwich, hamburguesa y bocadillo”. El brioche artesano tostado con mantequilla adopta formatos clásicos de bocatas como el cubanito, el inglesito o el serranito. Pero antes se puede optar por raciones para compartir con una mirada amplia a las cocinas del mundo.

También hay plato del día (12,50 euros. Incluye una receta, postre, bebida y café). Una mención especial merece el del jueves, ramen castellano, cuya base es un cocido clásico en el que el cocinero emplea fideos especiales del ramen.

Cinco tartas caseras para la merienda, pero también para el desayuno, o como postre a mediodía o por la noche, completan la propuesta de Limbo, una de las más sugerentes de Miralbueno. Y eso que falta la terraza con 20 mesas que apunta a ser de las más animadas de la zona al estar en un gran espacio peatonal.

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