gastronomía
Una croqueta hecha con Inteligencia Artificial y emociones
La taberna Entalto presenta esta sorprendente combinación al Concurso de Tapas de Zaragoza
Chus Blasco y María Garú, propietaria y encargada de la taberna Entalto de Zaragoza, han metido en una simbólica coctelera estos argumentos: inteligencia artificial, emociones y croquetas, y tras agitarlos han obtenido como resultado los ingredientes para elaborar la croqueta de la sorpresa. Tanto les ha gustado que es su propuesta para el XXVIII Concurso de Tapas de Zaragoza y Provincia que se celebra entre los días 9 y 19 de noviembre.
Han seguido el mismo método que ya utilizaron hace unos meses para crear las croquetas vinculadas a la alegría y el miedo. Básicamente, ha consistido en una encuesta en la que 150 participantes han asociado el sabor de las croquetas clásicas de Entalto a una emoción. Además, han utilizado estos sesgos: edad, lugar de nacimiento (pueblo o ciudad) y género.
Este trabajo de campo se ha hecho en dos encuentros celebrados en Entalto y en el restaurante El Molino de San Lázaro. “Con los datos obtenidos -comenta Chus Blasco- le hemos preguntado a la inteligencia artificial sobre los ingredientes que le sugiere la emoción de la sorpresa”.
El resultado ha sido llamativo desde varios puntos de vista. En primer lugar, por los productos seleccionados: piña y rulo de cabra. Y en segundo, porque tras hacer muchas pruebas y probarla, “ha sido toda una sorpresa; creo que hemos conseguido una croqueta muy equilibrada”, comenta María Garú.
Ella misma describe que no ha sido fácil llegar a un punto de consenso entre todas las personas que la han degustado antes de presentarla al concurso. “Así de entrada -prosigue- eran como dos sabores que se podían comer el uno al otro: el potenciador dulce y ácido de la piña natural y la intensidad del queso rulo de cabra curado”.
Finalmente, la piña la han trabajado asándola en el horno e incluyéndola en pequeños trozos perfectamente integrados en la masa. “Además, hemos elaborado una especie de puré con el jugo de la fruta”, explica María. Dulce, salado, ácido, sabores equilibrados y curiosas texturas. Todo esto sugiere al probarla. “Nos ha costado, pero estamos convencidas de que hemos acertado, porque ni el queso ni la piña se apoderan”, concluye.
La presentación de la croqueta también llama la atención. Tiene forma de seta. “Los hongos evocan a la niñez, a la magia del bosque y de las hadas; en definitiva, la sorpresa”, sugiere Chus Blasco. El anillo de esta singular seta es un pequeño trozo de Patamulo, el queso de Samper de Calanda al que han recurrido. Y el sombrero, por supuesto, la croqueta. Eso sí, un poco chafada para que tenga la forma característica de un hongo. Además, está decorada con unos puntos de confitura de tomate.
Chus y María están convencidas de que va a gustar y de que muy probablemente se incorpore al resto del surtido de Entalto. Ya sucedió con la del miedo, cuyos ingredientes -calabaza y chili- no invitaban a pensar en el éxito que ha tenido entre la clientela.
Tristeza, ira y asco. Son las tres emociones básicas que faltan por desarrollar en forma de croqueta de la mano de la inteligencia artificial. “Lo vamos a hacer, por supuesto, aunque la del asco va a suponer un auténtico reto”, aseguran entre risas.
Para ellas y para la ingeniera industrial Manuela Delgado, que también está detrás de este proyecto, lo más importante del mismo es “saber cómo actúan estos modelos y ser capaces de enlazarlos con las emociones es lo que nos va a separar de las máquinas, de forma que nuestra inteligencia emocional entienda lo que está pasando y sea capaz de controlar a la inteligencia artificial”. En definitiva, lo trascendente es que no se cree una gran brecha en nuestra sociedad alrededor de este tema.
