El quiosco La Milonga, un reducto de paz y gastronomía en el parque Pignatelli de Zaragoza
Un horno de brasa aporta un toque ahumado a la mayoría de los platos de la carta y los menús.
A media tarde, en el quiosco La Milonga del parque Pignatelli de Zaragoza, empieza a llegar el sutil aroma ahumado de una brasa encendida y los jugos gástricos se activan inmediatamente. Es la joya de esta terraza, que el grupo Tandem abrió hace un año para el disfrute gastronómico.
Pocos establecimientos -incluso restaurantes de un cierto nivel- pueden presumir de contar con un horno de brasa Josper en su cocina. Este utensilio, que combina parrilla y horno, permite que los alimentos conserven muy bien la jugosidad y que la textura en boca sea exquisita.
Su secreto radica en la gran potencia de calor que adquiere la cámara de cocción, que sella los productos mejor que una parrilla convencional. Alrededor de este 'juguete' gira prácticamente toda la carta de La Milonga. Por supuesto, las carnes, pero también algún pescado, verduras, casquería e, incluso, el pan se somete a ese punto braseado tan apetecible.
En fin, que La Milonga es uno de los quioscos de reciente apertura más gastronómicos. El nombre remite a un género musical folclórico argentino, pero la carta no está salpicada mayoritariamente por argumentos culinarios de este país. Eso sí, hay detalles como empanada criolla, papas gauchas o secreto ibérico braseado con chimichurri.
La molleja es un ingrediente de casquería muy apreciado en Argentina, que también está presente en este quiosco. “Es un producto delicado -comenta el encargado, Jorge Sanz- con un sabor y una textura especiales; a los españoles nos cuesta un poco más que a los argentinos, pero en cuanto la gente prueba, repite”. Mollejas 'El Timo' es el nombre del plato. Son de ternera y, por supuesto, se elaboran en el horno de brasa y se presentan con ajoaceite.
En la terraza exterior se montan alrededor de 20 mesas protegidas del sol por dos grandes sombrillas. También hay una zona acristalada y climatizada que se puede utilizar cuando hace mucho calor o, al revés, cuando el frío no invita a estar en el exterior.
En La Milonga se pueden disfrutar distintos momentos gastronómicos y a ellos se adapta la oferta de la carta y los menús. El lunes cierra y de martes a viernes solo abre por la tarde. El fin de semana el horario es completo.
El vermú se resuelve alrededor de clásicos como anchoas del Cantábrico, langostinos en tempura, croquetas cremosas de jamón o ensaladilla rusa. A la hora de la comida, este picoteo informal se acompaña de otras propuestas para compartir como canelón relleno de carrillera y foie o ventresca de atún, pimiento asado y cebolla.
Pero la brasa, sin duda, es la gran protagonista de la carta alrededor de propuestas como morcilla de Burgos, caracoles a la llauna con alioli o parrillada de morcilla, longaniza de Graus y chorizo.
Para los que disfrutan de la carne a la parrilla, La Milonga es uno de los mejores escenarios al aire libre que se pueden encontrar en Zaragoza. Secreto ibérico, costillas de ternasco de Aragón o entrecot son las principales opciones. El cachopo de ternera, jamón y gorgonzola no pasa por el Josper, pero es una de las elaboraciones más demandadas.
Las carta de vinos no es muy extensa, pero está bien trabajada alrededor de referencias como Anayón, Protos, Enate o Tres Picos y Gruñón de la DO. Campo de Borja.
De la mano de esta oferta se articulan varios menús. Durante toda la semana se ofrece uno que incluye varios entrantes y un plato principal con opciones como ternasco a la brasa o cachopo (29,95 euros). También hay menús para eventos y celebraciones, y en formato cóctel para un picoteo de pie.
El quiosco está bastante alejado del tráfico rodado, así que se disfruta de una estancia muy tranquila. Sin duda alguna, es un pequeño oasis de paz en pleno centro de la ciudad con el aliciente de una propuesta gastronómica más que interesante.