gastronomía

Cuando el fuego acecha al vino: "Se aprecia esa sensación de ahumado"

El riesgo de incendios preocupa cada vez más a los viticultores porque el olor a humo se impregna fácilmente en las uvas.

Entorno de un viñedo de Luis Vicens afectado el año pasado por el incendio de Ateca.
Las llamas y el humo que rodearon los vieños de Lagravera el 1 de mayo
Lagravera

La enóloga oscense Pilar Salillas elabora los vinos de la bodega Lagravera en Alfarrás (Lérida), a quince minutos de su ciudad natal, Binéfar. El 1 de mayo un incendio afectó al bosque que rodea una de las fincas más grandes y quemó 500 cepas de garnacha blanca. También se calcinó la valla que perimetra el viñedo, el jardín de plantas aromáticas y el compost biodinámico utilizado como sustrato natural. "Ha sido un desastre –comenta Salillas–, especialmente para el entorno, que tardará bastante en recuperarse".

Esta bodega no es muy grande y la pérdida en cifras es importante. La enóloga aragonesa calcula que "no se podrán comercializar alrededor de 900 botellas de nuestro vino blanco más vendido".

"Afortunadamente –prosigue–, el fuego entró como una especie de bocanada y salió rápido, así que se quemó la parte más vegetal de las cepas; vamos a cuidarlas para que vuelvan a brotar y que se recuperen cuanto antes".

En cualquier caso, lo que más le preocupa a Pilar Salillas es que con la sequía acuciante que estamos sufriendo no se tomen medidas desde las administraciones. A su juicio, "es urgente trabajar en los bosques y en el monte bajo con podas y desbroces para minimizar riesgos y que no se reproduzcan los incendios en agosto".

Esto, precisamente, es lo que sucedió el año pasado en Ateca, donde el fuego quemó 14.000 hectáreas. Entre los cultivos damnificados había viñedos como el de Luis Vicens. Sus dos parcelas están en Ateca y en Moros. El fuego las bordeó sin llegar a entrar. Eso sí, el calor fue tan grande que se vieron afectadas por sofocación, "pero afortunadamente el terreno estaba bien labrado y no había hierba".

En su caso, la incidencia del fuego fue todavía mayor que la del incendio en Lagravera al ser una finca más pequeña. En total, el calor extremo afectó a la producción de 300 cepas y a unos 1.500 kilos de uvas.

Entorno de un viñedo de Luis Vicens afectado el año pasado por el incendio de Ateca.
Entorno de un viñedo de Luis Vicens afectado el año pasado por el incendio de Ateca.
Luis Vicens

Luis Vicens pone el acento en otros detalles que ayudarían a no amplificar el problema que ya de por sí supone la sequía. "Se hacen podas y no se recoge la leña –comenta–, tendría que haber un plan para utilizar esa materia prima para biomasa y que desapareciese del campo, ya que es un material combustible muy peligroso".

En este sentido, los viticultores se quejan de que no pueden soportar el sobrecoste que implica llamar a una empresa de gestión de residuos para que retiren los restos de las podas, así que en la mayoría de los casos se acumulan en las tierras o en la orillas de los caminos con el riesgo de plagas e incendios que supone. Esta circunstancia se evitaría si tras la poda, en invierno, se permitiesen quemas controladas, "que es cuando no hay peligro", prosigue Luis Vicens.

Pero en los viñedos hay más problemas asociados al fuego. Luis Vicens vendió la cosecha del año pasado a una bodega y todavía está por ver si el resultado final será o no un vino con aromas a humo. "En distintas catas de uvas sometidas a la presencia de un fuego cercano ha salido esa sensación de vino ahumado", asegura Pilar Salillas.

El master of wine aragonés Fernando Mora, propietario de Bodegas Frontonio, también está preocupado por esta situación. "Cuando hay un fuego cerca de un viñedo y las uvas están enveradas, las moléculas aromáticas que provoca el incendio se pegan y lo más normal es que el vino que se obtiene huela a humo".

Fernando insiste en la idea de cuidar el monte para evitar el desastre ecológico y paisajístico que supone un incendio. En estos momentos su preocupación es máxima por la sequía extrema que estamos sufriendo. "Habitualmente –comenta–, suelo dejar la hierba autóctona en la viña hasta la floración, pero este año tengo todas las parcelas labradísimas para minimizar riesgos; además, hemos limpiados los ribazos y los barrancos cercanos de maleza porque cuando llegue el verano todo ese material es pólvora incendiaria".

Los tres protagonistas insisten en que la prevención es la mejor medicina para evitar los incendios y, para ello, "las administraciones tienen que actuar ahora, cuando el problema parece que no existe, porque cuando aparece el fuego ya es tarde".

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