Bares y restaurantes

Cafetería El Cid: 40 años a pie de carretera y más de 500 bocadillos al día

Ubicada en el kilómetro 7 de la carretera de Huesca, José Miguel Benabarre regenta este negocio destinado, sobre todo, a viajeros y gente de paso.

En la cocina de la cafetería El Cid
En la cocina de la cafetería El Cid
Camino Ivars

Quizás no es el típico bar al que ni usted ni nadie llegaría 'de propio'. Sin embargo, la cafetería El Cid se ha forjado un nombre entre los trabajadores de la zona y viajeros habituales que se trasladan al Pirineo oscense o rumbo a Huesca. Así lo explica José Miguel Benabarre (62), natural de La Peña (Huesca). Y es que durante fines de semana como este, el trabajo en este local de paso se multiplica. Eso sí, si hay algo a lo que están acostumbrados es a trabajar a destajo.

Y es que en El Cid, ubicada en el kilómetro 7 de la carretera de Huesca junto a una gasolinera Repsol “de las de toda la vida”, se encuentra este establecimiento desde hace más de 40 años. Un rincón que casi siempre se encuentra lleno de vida. “Abrimos a las 5.30 de la mañana y cerramos a las 22.00”, afirma Benabarre, que a duras penas puede atender la entrevista debido al agitado ritmo de trabajo. “Llegamos a vender unos 500 bocadillos al día”, reivindica. El local abre sus puertas todo el año, excepto en Navidad y Año Nuevo.

Algo que consigue cada día gracias a su equipo, formado por Nuria Torres, Delia Pausan, Daniela Ciapa, Ramona Gheorghe y Francisco Rodrigo. “Sin ellos, nada de esto sería posible”, reivindica. Y es que seguir el ritmo frenético de esta cafetería resulta complicado. De la cocina no paran de salir bocadillos recién hechos de pollo, lomo, salchicha o calamares, y tortillas de varios tipos -calabacín, champiñón, pimiento, chorizo-. Estos, junto al café, son los productos más vendidos a diario.

En cuanto a su público, desde primera hora de la mañana, los monos fluorescentes se aglutinan en sus mesas. Trabajadores de los polígonos de la zona, viajeros de diario y turistas son el público mayoritario. “Al menos era así hasta que se hizo la Z40. Antes venían muchos madrileños y gente del centro de España que subía a la nieve”, explica.

"Los dos meses de pandemia fueron de parón absoluto, y luego regresar con una carretera completamente vacía. Es algo difícil de olvidar”

Eso sí, afortunadamente, su nivel de trabajo no se ha visto afectado, ni siquiera durante la pandemia que, aunque supuso un “gran punto de inflexión, sobre todo por la incertidumbre que vivimos”, en aquel momento la suerte también se puso de su lado al ser declarados servicio mínimo gracias al encontrarse ubicados al lado de una gasolinera. “Fueron dos meses de parón absoluto, y luego regresar con una carretera completamente vacía. Es algo difícil de olvidar”, reconoce.

“Yo no tenía ni idea de hostelería, fuera de algún verano que había trabajado en Jaca como camarero, pero decidí lanzarme a la piscina”

Pero, ¿cómo surge la idea de montar este negocio a pie de carretera? Este vecino de Luesia, en la comarca de las Cinco Villas, llegó a la gasolinera hace 20 años, eso sí, por aquel entonces tan solo hinchaba ruedas.  Yo no tenía ni idea de hostelería, fuera de algún verano que había trabajado en Jaca como camarero, pero decidí lanzarme a la piscina”, explica.

“Si quieres aguantar, te tiene que gustar”

Hoy, el zaragozano reconoce que los inicios fueron muy complicados. “El primer año solo pude comprar una caja registradora. Ni siquiera tenía para un friegaplatos, y lo hacía todo a mano”, rememora. Sin embargo, hoy, cuando este local escondido detrás de una gasolinera se ha convertido en parada obligatoria de muchos, reconoce sentirse “muy orgulloso de todo lo que he conseguido. Creo que si volviera a nacer, volvería a hacer lo mismo”.

Eso sí, al mismo tiempo reconoce que la del hostelero es una vida muy sacrificada: “Es cierto que se dice mucho, pero es la verdad. Si quieres aguantar en esto, te tiene que gustar. Son muchos días y muchas horas”, asevera. En su caso, Benabarre cree que la clave del éxito de su local radica en la amabilidad, el trato con la gente, un servicio casero y la rapidez a la hora de ofrecer su servicio. Algo que no suele ser habitual en este tipo de establecimientos de paso.

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