gastronomía

Un menú degustación... de cócteles, la última locura de Moonlight

Unos se beben y otros se comen, pero todos son combinados con el grado alcohólico muy equilibrado. Se trata de una propuesta pionera en España.

El menú se inicia probando un pan con mantequilla muy especial.
El menú se inicia probando un pan con mantequilla muy especial.
Alejandro Toquero

La última parada a la que ha llegado el local de Zaragoza Moonlight Experimental Bar (plaza San Pedro Nolasco, 2. 876 046 807) es un menú degustación... de cócteles. Te sientas y pruebas un montón de cosas. Unos se beben y otros se comen, pero todos son cócteles.

La experiencia se mueve en un territorio fronterizo. De alguna forma, nació de la envidia que Borja Insa le tiene a los chefs que proponen largos menús degustación en restaurantes gastronómicos. “Son un disfrute para los sentidos sin que te sientas avasallado por haber probado muchos platos”, sugiere.

En la parte del vermú hay aceitunas que se beben y unos berberechos gigantes con sorpresa en su interior.
En la parte del vermú hay aceitunas que se beben y unos berberechos gigantes con sorpresa en su interior.
A. T.

Esta misma idea, partiendo de un concepto clásico de coctelería, sería inviable, “porque si te hago probar 15 o 20 combinados, aunque sea en versión mini, puede que como mínimo salgas del local a gatas o en el peor de los casos, que mueras en el intento”, comenta entre risas.

Con su menú degustación eso no sucede. La parte alcohólica está muy equilibrada y lo que se hace es potenciar el perfil más gastronómico de los cócteles. Así se ha trabajado este menú que oscila entre 10 y 14 pases con alrededor de 20 elaboraciones.

Uno de los platos más sorprendentes: un sashimi que parece de atún y una ostra líquida.
Uno de los platos más sorprendentes: un sashimi que parece de atún y una ostra líquida.
A. T.

Igual que acudir a un restaurante gastronómico es mucho más que comer, esta propuesta es mucho más que beber. Ese es el símil. Transmitir una experiencia a la mesa que es algo así como la puesta en escena de una obra muy coordinada, plena de sabores, aromas y de buen servicio; que te entretiene y al mismo tiempo te sacia, pero no solo el estómago.

Todo lo que se pone sobre la mesa son cócteles, por mucho que el menú empiece con pan con mantequilla o casi termine con un merengue donde se atrinchera un pisco sour. También hay marisco, caviar, maíz o un sashimi de un ingrediente parecido al atún.

El bloody mary también se puede comer. Así se degusta, en plato y con cuchara
El bloody mary también se puede comer. Así se degusta, en plato y con cuchara
A. T.

En las dos horas y media de duración se plantean muchas hipótesis. “¿Cuál es el cóctel más antiguo de la humanidad?”. Con esta pregunta empieza todo. Por supuesto, se resuelve probando el sorprendente combinado primigenio con las manos, como hicieron nuestros antepasados.

“Los clientes podrían salir medio cenados pero no debo dar de cenar porque entonces sería un restaurante”, explica Borja. De momento, hace un pase diario para cuatro clientes como máximo (50 euros por persona. De jueves a domingo con reserva) y en una sola mesa, de forma que el menú convive con el servicio habitual. “Lo normal es que se disfrute a partir de media tarde; con haber comido bien es suficiente y cuando concluye se puede ir a picar algo”, prosigue.

Un poco de cordura en la locura, un mojito clásico junto a una curiosa versión que ya hizo Ferrán Adriá.
Un poco de cordura en la locura, un mojito clásico junto a una curiosa versión que ya hizo Ferrán Adriá.
A. T.

La experiencia es muy divertida. Lo líquido y lo sólido son un estado, algo irrelevante teniendo en cuenta que lo que de verdad importa es el sabor. Una ostra líquida, un bloody mary en un plato... Te ríes, te sorprendes, te molestas y hasta te puedes enfadar. Al final, se tiene la sensación de estar ante un lenguaje que crea emociones y potencia el lema original de Moonlight: ´Piensa idiota`.

Rozando el final se sirve un mini mojito clásico. Un poco de cordura en la locura. Eso sí, acompañado de una caña de azúcar que se macera en mojito, un detalle ´viejuno`, algo que ya hizo Ferrán Adriá en El Bulli. La última decisión queda en manos del cliente, al elegir uno de los 13 cócteles de la carta The Plan. Así concluye el menú.

En estos curiosos merengues se atrinchera un pisco sour.
En estos curiosos merengues se atrinchera un pisco sour.
A. T.

Conviene insistir en que por el grado alcohólico de la ingesta no hay que preocuparse demasiado. “Sales bien; entendiendo cosas, pero sin entender muchas otras”. Esta es una reflexión bastante compartida entre quienes han vivido la experiencia.

Básicamente, esto es Moonlight Experimental Bar: una coctelería creativa. Un lugar donde todo es cuestionable y los sueños más locos se pueden hacer realidad en forma de cóctel. En España, seguramente es el primer menú degustación de estas características que se le ocurre diseñar a alguien. Borja Insa está contento del camino que ha emprendido, que básicamente consiste en crear una identidad y un lenguaje propios. 

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